Cualquier maltrato físico a los más débiles es una ofensa a Dios, advierte el Papa

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Papa Francisco en sus palabras previas al rezo del Regina Coeli

El pecado no viene del cuerpo sino de la debilidad moral, afirmó el Papa Francisco en sus palabras previas al rezo del Regina Coeli, y advirtió que cualquier maltrato a este “don estupendo de Dios”, sobre todo de los más débiles, es un ultraje al Padre.

El Santo Padre reflexionó sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús resucitado se aparece a sus discípulos, que estaban turbados porque para ellos la realidad de la resurrección era inconcebible. “Creen ver un fantasma, pero Jesús resucitado no es un fantasma, es un hombre con cuerpo y alma”, indicó.

“La insistencia de Jesús sobre la realidad de su resurrección –explicó– ilumina la perspectiva cristiana sobre el cuerpo: el cuerpo no es un obstáculo o una prisión del alma. El cuerpo es creado por Dios y el hombre no está completo si no es unión de cuerpo y alma”.

“Jesús, que venció a la muerte y resucitó en cuerpo y alma, nos hace comprender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo. Este puede convertirse en ocasión o instrumento de pecado, pero el pecado no es provocado por el cuerpo, sino por nuestra debilidad moral”, señaló el Papa ante los 30 miles fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

En ese sentido, afirmó que “el cuerpo es un don estupendo de Dios, destinado, en unión con el alma, a expresar en plenitud la imagen y la semejanza con Él. Por tanto, estamos llamados a tener un gran respeto y cuidado de nuestro cuerpo y del ajeno”.

“Toda ofensa o herida o violencia al cuerpo de nuestro prójimo, ¡es un ultraje a Dios creador!”, advirtió el Santo Padre. “Mi pensamiento va, en particular, hacia los niños, las mujeres, los ancianos maltratados en el cuerpo. En la carne de estas personas encontramos el cuerpo de Cristo”.

“Burlado, calumniado, humillado, flagelado, crucificado, Jesús nos ha enseñado el amor. Un amor que, en su Resurrección, se ha demostrado más fuerte que el pecado y la muerte, y quiere rescatar a todos aquellos que experimentan en su cuerpo las esclavitudes de nuestros tiempos”, afirmó.

Así, dijo que “en un mundo donde muchas veces prevalece la prepotencia contra el más débil y  el materialismo que sofoca el espíritu, el Evangelio de hoy nos llama a ser personas capaces de mirar en profundidad, llenas de estupor y de gran alegría por haber encontrado al Señor resucitado. Personas que saben recoger y valorizar la novedad de la vida que Él siembra en la historia, para orientarla hacia los cielos nuevos y la tierra nueva”

El Papa pidió que en este camino nos sostenga la Virgen María, a cuya materna intercesión nos acercamos con confianza.

ACI Prensa