La Comisión del Menor pide “un cambio radical de cultura” frente a los abusos

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Superando así un clericalismo que, entre sus muchos males, lastra la acción contra la pederastia eclesial

Zollner pide el crecimiento de “una cultura de la atención, de la protección y de la verdadera humildad”

La Pontificia Comisión para la Protección de los Menores ha emitido un comunicado agradeciendo a Francisco su Carta al Pueblo de Dios del lunes 20 de agosto, donde llama a todo bautizado a comprometerse en la lucha contra los abusos, superando así un clericalismo que, entre sus muchos males, lastra la acción contra la pederastia eclesial.

En la nota de la entidad presidida por el cardenal O’Malley, y de la que se hace eco Vatican Insider, se recalca que la “tolerancia cero” y “la rendición de cuentas” son claves “para salvaguardar a las personas vulnerables del abuso, ahora y en el futuro”. En este sentido, se destaca el liderazgo del Papa, del que los miembros de la Comisión se sienten “apoyados” en su tarea.

En el mismo texto, la profesora Myriam Wijlens, perteneciente a la Comisión, ensalza tres ejes principales del mensaje papal: hay una conexión entre el abuso sexual, el abuso de poder y el abuso de conciencia; existen dos niveles de abuso de poder, el de quienes utilizan su posición para abusar sexualmente de menores y adultos vulnerables y el de quienes ocupan puestos de liderazgo y lo encubren; y la constatación de que “nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado”.

Ante la magnitud del reto enfrentado, Wijlens demanda “un cambio radical de cultura” que, a nivel eclesial y social, asegure “que la seguridad de los niños goce de la máxima prioridad”.

En una entrevista con el Servicio de Información Religiosa, el jesuita alemán Hans Zollner, también miembro de la Comisión, explica que, “al dirigirse a todo el pueblo de Dios”, el Papa “no está dividiendo a la Iglesia en clero y laicos. Denuncia, como tantas veces antes, el clericalismo que es, según su análisis, una de las raíces de los abusos y de una cultura de silencio que debe desaparecer. En su lugar debe crecer una cultura de la atención, de la protección y de la verdadera humildad. No solo con palabras, sino con los hechos: perder prestigio, poder y sus símbolos”.

Vida Nueva