Plegaria a San Sebastián: “Que se imponga la legitimidad de la democracia y no el ansia de poder”

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Celebración Eucarística, de San Sebastián, en San Cristobal

Al terminar la celebración eucarística, queremos presentarte San Sebastián una plegaria. Te pedimos intercedas por nosotros ante Dios Uno y Trino. Cuéntale cómo estamos viviendo hoy en Venezuela y, particularmente en nuestra ciudad de San Cristóbal.

Lamentablemente todavía hay quienes se valen de tu nombre para hacer fiestas ruidosas y alejadas de todos los valores del Evangelio. Ojalá algún día esto pueda cambiar. Nos quejamos de crisis y de  tantas cosas, pero no se tiene la disponibilidad para un sacrificio a favor de tantas personas necesitadas: se imponen los criterios materialistas, se alejan los espirituales.

Hay muchas cosas que queremos pedirte: que vuelva la cordialidad a nuestra ciudad, que se reinvente su belleza con criterios humanísticos, que todos podamos vivir en paz, sin zozobras ni miedos. Ojalá pueda venir pronto el tiempo en el que la gente no tenga que montarse en camiones para movilizarse a sus trabajos y hogares; en que la gente no tenga que hacer largas colas para tanquear gasolina, para conseguir el gas o comprar insumos necesarios; que vengan nuevos días donde podamos ver nuestras calles limpias y no como ahora convertidas en botaderos de basura; que llegue el momento en que podamos volver a ver nuestra ciudad con sus calles llenas de gente que camina con seguridad y no como ahora que a determinadas horas se ve desolada y sin nadie que se atreva a caminar; que llegue el momento en que sí encontremos farmacias abiertas y no tantas licorerías que hasta altas horas de la noche sí lo están con numerosas personas en sus alrededores y sin hacer colas…

San Sebastián, te pedimos sigas protegiendo a tu ciudad bonita pero manchada por la desidia; sigue bendiciendo a tu ciudad, enrarecida por quienes se dedican a sortilegios y santerismos; sigue siendo el símbolo de una ciudad que de verdad quiere progreso y que ahora se siente golpeada por una crisis deshumanizante que cierra negocios e industrias y hace aumentar la desesperanza.

 San Sebastián: fuiste modelo de honestidad y coherencia. No tuviste miedo al opresor ni a perder tu carrera militar, pues para ti lo más importante era Cristo y la caridad para con los hermanos. Ayúdanos con tu ejemplo e intercesión: que los habitantes de San Cristóbal seamos gente capaz de vivir los valores del Evangelio y manifestar nuestra solidaridad con los más necesitados, nuestra fraternidad con todos sin excepción y donde no haya ni divisiones ni enfrentamientos. Sé guardián de la paz ciudadana. Háblale a Jesús, aunque Él ya lo sabe, de la cantidad de hermanos nuestros migrantes que pasan por nuestras calles en búsqueda de unas condiciones de vida más digna. Pídele que no nos falte el don de la acogida y de la atención hacia ellos. Háblale al Señor de tu gente de acá, dispuesta a compartir lo que se tiene, a pesar del egoísmo de no pocos que prefieren enriquecerse subiendo precios y practicando el “bachaqueo”.

Pídele por nuestras autoridades: civiles y militares. Ellos se deben a todos y a cada uno, sin excepción y no a parcialidades políticas. Es necesario que les ayudes con tu intercesión y que el Señor toque sus corazones con la gracia de la conversión. Que se imponga la legitimidad de la democracia y no el ansia de poder. Que quienes se dicen ser dirigentes, cualquiera que sea su ideología, de verdad se preocupen por ser pueblo y por atender las necesidades de la gente. Que no tengan miedo a ser como tú, Capitán valeroso que preferiste el martirio antes que el abandonar la práctica de la fe que encierra esperanza y amor.

 Te pedimos por nuestros sacerdotes y laicos comprometidos en la acción evangelizadora. Que no busquemos las apariencias ni nos valgamos de nuestra posición para beneficio propio. Que seamos humildes y cada vez más compenetrados con el pueblo al cual pertenecemos. Que sintamos el gusto espiritual de ser pueblo y demos ejemplo de vida con un testimonio cierto y decidido de caridad en el nombre del Señor.

 Ayúdanos con tu intercesión para que nuestra Iglesia sea lo que de verdad debe ser: madre y maestra, capaz de compartir los gozos y las esperanzas, las angustias y los problemas de la gente. Que sea un faro luminoso que haga resplandecer la luz de Cristo el señor.

 Gracias por escucharnos y gracias por llevar esta plegaria al Dios Uno y Trino. Eres ejemplo y patrono para todos nosotros. Al celebrarte hoy reiteramos que es una hermosa ocasión para renovar nuestra fe y nuestra adhesión al Dios Uno y Trino, quien merece honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén

Mons. Mario Moronta, obispo del Táchira