Enfermos: un tesoro

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Mons. Fernando Castro Aguayo, obispo de Margarita

Mons. Fernando Castro Aguayo, obispo de Margarita.-

La vida del ser humano la acompaña la enfermedad. Todos deseamos la salud como un bien muy preciado. El pasado 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes, la iglesia celebró la Jornada Mundial del enfermo. Evocar Lourdes, es referirnos a un santuario Mariano donde se atienden y acuden miles de enfermos, para suplicar a la Madre de Dios su curación.

La enfermedad aparece como dolencias, limitaciones y carencias pasajeras o crónicas. Lo importante no es tanto la enfermedad sino quien la sufre: una persona. Un adulto mayor, un joven, un niño que tiene una dignidad, y por tanto merece el respeto, la ayuda, la asistencia para poder vivir con la mayor capacidad posible.

¿Por qué son un tesoro? Porque toda persona vive en una familia. Y la posibilidad de servir a quien nos necesita es un alto honor a la misma familia, a los seres queridos, o para las personas que están cerca. De ellos el enfermo recibe el consuelo, la ayuda, el apoyo. Hay también otra razón, ciertamente misteriosa: la pasión y la muerte la vivió también Jesucristo. El enfermo se identifica con “Cristo sufriente” y puede ofrecer con el Redentor ese cúmulo de sacrificios en favor de los otros hombres y mujeres del mundo.

En la Iglesia el trabajo de atender a los enfermos es una de las tareas que muestra el rostro amable de Jesucristo: llamó “benditos de su Padre” a unos hombres porque “estuve enfermo y me visitaste”. Organizar la atención de los enfermos, acompañarlos, orar con ellos, prestarles a los bautizados la asistencia sacramental, es una bella obra de misericordia. La organización parroquial o la organización libre de ciudadanos adultos y muchas veces jóvenes, muestra el lado humano y digno de la sociedad. Merecen una especial bendición de Dios.

La mística de médicos y personal paramédico y quienes acompañan estas tareas, junto a la calidad humana y ética, imprime el clima de consideración y respeto que siempre requiere el enfermo. La familia allí es la parte más importante.

Fernando Castro Aguayo

fcastroa@gmail.com