Arquidiócesis de Maracaibo celebró el 105 aniversario del nacimiento de Monseñor Domingo Roa

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La Eucaristía fue presidida por Mons. José Luís Azuaje, con la asistencia de sacerdotes, diáconos, feligreses y representantes de las diversas instituciones arquidiocesanas, fundadas por Mons. Domingo Roa

Con una Santa Misa, la mañana del 20 de febrero de 2020, en la Catedral de San Pedro y San Pablo, la Arquidiócesis de Maracaibo, celebró el 105 aniversario del nacimiento de Mons. Domingo Roa Pérez, quien fue quinto obispo de Maracaibo y primer Arzobispo de dicha sede eclesiástica.

La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Maracaibo y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Mons. José Luís Azuaje, con la asistencia de sacerdotes, diáconos, feligreses y representantes de las diversas instituciones arquidiocesanas, fundadas por Mons. Domingo Roa.

En su homilía, Mons. Azuaje destacó tres de los muchos valores, enseñanzas y obras de quien fue el primer arzobispo de esta jurisdicción eclesiástica, y que fueron rectores de sus acciones pastorales. Primeramente, expresó que en Mons. Roa se notó su aprecio por la vida plena y digna para todos, que se puede evidenciar en su preocupación por uno de los caminos principales para alcanzarla, y eso es la educación. Mons. Azuaje dio testimonio de las ocasiones en que pudo escucharle recomendando a obispos y sacerdotes tener una atención especial a las escuelas que tienen en su jurisdicción. Manifestaba que una vida plena y con sentido se logra en el trabajo y en desgastarse por la causa de la Iglesia, instaurando el reino de los cielos.

El segundo valor que Mons. Roa inculcó entre sus hermanos, fue el de la libertad: “cuando se leen sus escritos, sus cartas pastorales, reflejan que en una democracia con valores es donde el ser humano puede planificar su existencia, especialmente su libertad. Pero no en ideologías que mediatizan al ser humano, utilizándolo como una ficha para lograr un objetivo último. Para la Doctrina de la Iglesia, el ser humano es el objetivo último; no un medio, sino un sujeto. Y lo fundamentó en que si Cristo tomó nuestra condición humana fue para mostrarnos que, para él -para Dios-, el ser humano es muy importante.” Monseñor Azuaje dijo que desde su tiempo en el seminario, pudo apreciar en Monseñor Roa a un hombre que claro en el rumbo de sus acciones, que eran contribuir con sus acciones y enseñanzas en la dignificación del ser humano.

Por último, un tercer aspecto o valor es el de “saber sembrarse en donde Dios lo ha puesto a uno”. Monseñor Roa “vino aquí, se sembró aquí, pudo haber ido a otros lugares. Pero Dios quiso que estuviera aquí a través de la Iglesia. Y se sembró. Y saber estar, significa saber dar frutos desde las virtudes, desde los valores, desde la manera integral de cómo uno es, y desde allí, saber expresar en el corazón de cada persona, ese amor por el lugar donde Dios ha querido que uno esté.” En la realidad actual de que muchas familias venezolanas han emigrado a otras tierras, este ejemplo de Monseñor Roa muestra que “donde se esté, saber estar. Sobre todo, generar frutos dónde uno esté.”

Terminó su homilía destacando la capacidad de visión renovadora que tuvo Monseñor Roa cuando participó y promovió las novedades que el Concilio Vaticano II presentó como don para la Iglesia, y destacó cómo su participación en una Asamblea ordinaria de la CEV, siendo ya emérito, animó para que la mayoría de los obispos favorecieran la realización del Concilio Plenario de Venezuela celebrado al comienzo de este milenio.

Mons. Domingo Maximiliano Roa Pérez fue el quinto obispo de Maracaibo, tomando posesión el 11 de marzo de 1961. El 30 de abril del mismo año fue elevado a Arzobispo de Maracaibo con motivo de la elevación de la sede a Arquidiócesis, y cumplió sus labores hasta su retiro el 23 de diciembre de 1992, pasando a ser arzobispo emérito. Fallece el 1 de enero del año 2000, mientras ejercía el cargo de Vicario General de la Arquidiócesis de Maracaibo.

Prensa CEV