Como padre o madre, sacerdote, maestro
Marcel LeJeune, presidente del sistema de discipulado Catholic Missionary
Disciples (catholicmissionarydisciples.com) ha sido director de evangelización en dos campus universitarios en Texas y desde hace años fomenta la formación de evangelizadores y responsables eclesiales. En este tiempo, ha comprobado que antes de llegar a la lista de “cosas que un líder católico ha de hacer” hay que pasar por la de “cosas que has de dejar de hacer”.
Estas “cinco cosas que has de dejar de hacer” serán útiles para cualquier líder católico, sea uno un párroco o vicario, o un laico responsable de jóvenes, catequista, formador católico o incluso simplemente padre de familia.
LeJeune está convencido: “Lo que un líder deja de hacer es a veces más importante que lo que hace, porque significa romper hábitos, ganar tiempo para hacer cosas más importantes y prepararse para aprovechar todos los grandes consejos de liderazgo que nunca has llegado a implantar”.
LeJeune selecciona las 5 cosas más importantes que pide dejar de hacer…
1.- Deja de preguntar a tus feligreses como mejorar el servicio
Una cosa es preguntar a expertos, a pastores, a evangelizadores o catequistas veteranos: de ellos se puede aprender bastante. Pero es muy distinto preguntar a la feligresía en general, con sondeos y encuestas y cuestionarios. “¿Os imagináis que Jesús preguntara a sus seguidores qué querían conseguir con el liderazgo de Él? ¿Qué respondería San Pedro al cuestionario pastoral que enviamos con tanta frecuencia?” Más allá de las bromas, “la triste realidad es que muy pocos católicos saben algo de evangelización, discipulado, multiplicación espiritual, cambio de cultura eclesial, catalizar conversiones, etc… ¿para qué preguntar sus opiniones sobre cosas en las que no tienen experiencia? Lo que yo propongo es que los líderes sigan una visión atractiva y consigan que otros se suban al tren”.
2.- Deja de instalarte en la mediocridad y el “status quo”
“Siempre se ha hecho así”, “esto es lo que hay”, “mientras vayamos tirando…” Esa mentalidad no es evangelizadora ni adecuada para estos tiempos. Vivimos en tiempos de emergencia, la iglesia, las parroquias, pierden feligreses: vienen los abuelos, pero no sus hijos ni nietos. En España, sólo un 15% de nuevas parejas se casan por la Iglesia. Sólo un 13% de los jóvenes españoles va a misa al menos una vez al mes o con más frecuencia, a los que hay que sumar otro 7% que va en festividades como Navidad o Semana Santa. Un 78% no van nunca o prácticamente nunca. Por cada joven católico practicante hay tres ateos declarados (no meros agnósticos o desinteresados).
Todo el mundo sabe que los padres traen a los niños para que reciban la primera comunión, y una vez recibida desaparecen padres y niños de la parroquia, para siempre. Hay regiones donde ya no hay Confirmaciones, excepto las obligadas en colegios religiosos. Es un sistema que no funciona. ¿Por qué dedicar recursos a lo que se ha visto una y otra vez que no funciona? Mantener el “satus quo”, el “siempre se ha hecho así”, no da fruto. “Si valoramos la salvación de los demás necesitamos enfadarnos por el hecho de habernos instalado, como pueblo, en la mediocridad”.
3.-Deja de perder tu tiempo en cosas menores: céntrate en lo importante
Lo importante para un líder evangelizador, un pastor, un responsable de otros cristianos, es evangelizar y formar evangelizadores, es acompañar a las personas para que crezcan en santidad, es acercar la gente a Jesús. ¿A qué dedicó su tiempo Jesús? ¿Y los apóstoles? Hay que saber decir “NO” a muchas distracciones administrativas, reuniones, encuentros, papeleos, que no evangelizan ni dan fruto. Así, podremos decir “sí a las cosas que impactan en la vida de los demás, sí al ministerio manos-a-la-obra, sí a las cosas que permiten avanzar hacia la visión de nuestro ministerio”.
4.- Deja de pensar que Dios quiere cosas pequeñas de ti
“Demasiado a menudo nos autolimitamos cuando Dios nos está pidiendo cosas grandes”, explica LeJeune. “Dios quiere que seamos grandes santos y evangelizadores. Quiere usar nuestra fragilidad, heridas, falta de adecuación, para que brille más su gloria. Cuando nos damos cuenta de que Dios trabaja a través nuestro, que es Él, y no nosotros, es uno de los momentos que más humildad nos enseña”.
5.- Deja de buscar soluciones mágicas y automáticas
Piensa en tus malos hábitos personales, lo que cuesta romperlos. Has de decidirte, cambiar horarios, actividades, es un proceso complejo y largo. Lo mismo pasa con cambiar los malos hábitos de tu parroquia, ministerio, catequesis… Ningún programa, evento, libro ni método lo arreglará todo de golpe. Cualquier intento requerirá constancia, adaptaciones y seguir aprendiendo. Siempre se necesitará más ayuda y siempre tendrás que seguir probando cosas nuevas para mejorar.
Otras cosas “para dejar”:
- Deja de esperar tan poco de nuestra gente, implícalos en la evangelización
- Deja de juzgar a la gente absorbida por la cultura mundana: nuestra función no es juzgar, sino salvar la cultura
- Deja de compararte con otros líderes: tú y tu servicio sois únicos…
- Deja de fingir que todo va bien: nada de máscaras, sé auténtico, con tus vulnerabilidades
- Deja de saturarte de tareas: establece límites y síguelos, no eres el salvador del mundo
- Deja de poner excusas para no ser fiel a tu rato de oración
Religión en Libertad