La santidad en el mundo contemporáneo es la misión que tiene el bautizado en la actualidad, y el Papa Francisco hace resonar este llamado en su exhortación apostólica Gaudete et Exsultate. Un camino de alegría y regocijo desde la cotidianidad de la bienaventurada vida cristiana.
“Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida” (33), dice Francisco en su exhortación.
El camino a la santidad que recuerda el Papa es el de las Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-12) que Cristo anunció en el sermón de la montaña, pues para quien es “fiel” al Señor la felicidad se hace sinónimo de “santidad”. Y para eso nos ha creado Dios para ser felices.
En el sentido de pertenencia al pueblo de Dios, su Iglesia, debemos encaminarnos a la santidad desde los pequeños detalles que se viven comunitariamente, con el compromiso fraternal de amar y servir al prójimo, ya que “la santificación es un camino comunitario, de dos en dos” (141).
Para fortalecernos en este caminar el Santo Padre recomienda además de la “oración” contante, el “discernimiento” como una herramienta fundamental para vencer la tentación del mal. Dice Francisco, “si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual” (166).
El llamado a la santidad que hace el Papa Francisco es urgente y necesario para afrontar las realidades contemporáneas que nos apartan de Dios y de sus dones, hacer el camino de las bienaventuranzas es la respuesta de quien confía en el Señor, buscando en Él la alegría y el regocijo ante las adversidades.
Johan Pacheco
@padrejohan