“Gracias por hacerme hija del Carmelo, puedo decir con todo el corazón cantaré eternamente las misericordias del Señor”
La Diócesis de San Cristóbal ha vivido una jornada de bendición y gratitud, este sábado 14 de abril, al festejar los 50 años de profesión religiosa de la Madre María de Cristo –Delia del Carmen Hernández Cedeño-, superiora de Monasterio Santa María del Monte Carmelo, Carmelitas Descalzas de Paramillo.
La Eucaristía la presidió monseñor Mario Moronta acompañado de sacerdotes diocesanos y religiosos, junto a familiares y amigos del monasterio. También el Papa Francisco a través de la Secretaria de Estado envió su bendición apostólica a la religiosa.
Las religiosas de clausura desde su oratorio participaron de la ceremonia con la misma emoción y devoción de quienes acompañaban en el templo. Y con gran alegría la Madre María de Cristo renovó la profesión religiosa cómo consagrada que hiciera hace 50 años, el 18 de febrero de 1968.
“La vida contemplativa es un signo real para todos nosotros, así como quienes se casan o se ordenan sacerdote viven su unión con Cristo. La vida contemplativa consagra y fortalece la vida de todos los cristianos. Una religiosa de vida contemplativa nos dice a todos, qué lo que esas personas hacen, tenemos que hacerlas nosotros en medio del mundo, siguiendo a Cristo para comunicar el evangelio”, expresó el Obispo en su homilía.
“¿Que significa la vida contemplativa?”, se preguntó el Obispo en la reflexión, respondiendo: “son hombres y mujeres que reciben una misión especial: configurarse a Cristo. Y en la vida contemplativa intensifican su unión con Cristo en la oración”.
Resaltó el Prelado tres condiciones para la vida contemplativa que se perciben de manera especial en la vida de la Madre María de Cristo: “apertura de corazón, permitiendo que entre el amor de Dios para luego trasmitirlo a los demás. Fe y amor, pues quien cree en Dios y lo contempla está enamorado de Él. Y la sencillez, ya que un prepotente no es capaz de contemplar a Dios”, dijo.
“Las condiciones para contemplar las observamos en la Madre María de Cristo, una mujer sencilla con la sabiduría de Dios, con fe, amor y apertura de corazón”, manifestó monseñor Mario Moronta.
El Pastor Diocesano también recordó la enseñanza del evangelista Juan, “lo que hemos visto y oído de eso damos testimonio, quien se dedica a la contemplación da testimonio de su encuentro y su vida en Cristo, ella nos enseña para nuestra vida de todos los días que debemos ver y escuchar a Dios en los sacramentos, su Palabra, y en la caridad con el prójimo”.
El Obispo agradeció a la Superiora del Carmelo, diciendo: “Madre María de Cristo, gracias porque con tu testimonio nos enseñas a ser contemplativos, ante un mundo lleno de oscuridades. Recordándonos que nosotros somos hijos de la luz porque también debemos contemplar a Cristo. Querida Madre, aquí estamos con cariño, gratitud y esperanza, compartiendo tu acción de gracias por enseñarnos a mirar para adelante confiando en Dios. Te damos gracias porque nos has enseñado que el sí es para siempre, copiando el modelo de la Virgen María para servir a Cristo”.
Al final de la ceremonia la Madre María de Cristo salió del claustro para dirigirse al altar junto al Obispo y sacerdotes, y dirigir una acción de gracias a Dios: “Gracias por hacerme hija del Carmelo, puedo decir con todo el corazón cantaré eternamente las misericordias del Señor”. Y aclamar algunos versos de los escritos de Santa Teresa del Niño Jesús.
Antes de impartir la bendición fue el leído la carta de la Secretaria de Estado del Vaticano que comunicaba la bendición apostólica del Santa Padre Francisco, exhortándola a seguir siendo “instrumento de la caridad y la ternura de Dios a través del ofrecimiento de la propia vida en la oración y en el silencio del claustro”.
El Seminario Santo Tomás de Aquino también entregó el “Botón en su Única Clase” de esta casa de formación sacerdotal, en reconocimiento a la Madre María de Cristo por su entrega generosa a la vida contemplativa.
Familiares y amigos de la Madre María de Cristo y del Monasterio del Monte Carmelo, pudieron saludarle y felicitarle personalmente por el don de la vida consagrada.