El estilo de la misión –dice el Papa durante el Ángelus– se caracteriza por la sobriedad. Dios no quiere «managers omnipotentes ni funcionarios inamovibles o divos de gira»
«Un bautizado que no siente la necesidad de anunciar el Evangelio, de anunciar a Jesús, no es un buen cristiano». Así lo dijo el Papa este domingo durante el rezo del Ángelus, en un tórrido mediodía en Roma, circunstancia que no impidió que los peregrinos volvieran a llenar la plaza de San Pedro para este encuentro semanal con Francisco.
Al comentar el pase dominical de este domingo -los apósteles son enviados de dos en dos-, el Pontífice presentó este episodio como un anticipo de lo que ellos «harán tras la Resurrección del Señor con el pode del Espíritu Santo». Esto vale no solo para los Doce, sino para toda la Iglesia, sacerdotes y laicos, puesto que «todos los bautizados están llamados a testimoniar en los diversos ambientes de vida el Evangelio de Jesucristo».
En el relato de san Marcos se anticipa también el «estilo misionero», caracterizado por la pobreza de medios. «El bastón y las sandalias son la dotación de los peregrinos», dijo el Papa. Dios quiere discípulos libres y libres, no «managers omnipotentes ni funcionarios inamovibles o divos de gira».
A lo cual Francisco añadió que la misión no consiste en una «iniciativa individual de los fieles o de los grupos», sino que participa de «la misión de la Iglesia, unida inseparablemente a su Señor». El misionero no actúa «por cuenta propia», sino en nombre de la Iglesia que «ha recibido el mandato del mismo Cristo».
Alfa y Omega