Un crucifijo para los fieles en la Plaza, regalo de Francisco

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El papa Francisco cerró su alocución con el feliz anuncio de un regalo para los presentes:

A pocos días de la memoria litúrgica de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, un Crucifijo, regalo del Papa Francisco, para los fieles presentes en la Plaza de San Pedro a la hora del Ángelus

Después del rezo mariano el Papa saludó, como de costumbre, a los romanos y peregrinos provenientes de diversos países: familias, grupos parroquiales y asociaciones.

Antes de dirigirse particularmente a los grupos, recordó la visita realizada el sábado a Piazza Armerina y Palermo, con motivo del XXV aniversario de la muerte del Beato Pino Puglisi, y manifestó su gratitud hacia las personas que hicieron posible este encuentro, obispos, jóvenes, familias y todo el pueblo siciliano, y no olvidó al personal que lo acompañó en los trayectos: los pilotos del helicóptero y del avión.

“Que el ejemplo y el testimonio de don Puglisi – dijo – continúen iluminando a todos nosotros y dándonos la confirmación de que el bien es más fuerte que el mal, el amor más fuerte que el odio”.

Luego saludó a los participantes de la “Missio Giovani” de las Obras Misionales Pontificias, animándoles a ser testigos del amor misericordioso de Jesús. A los enseñantes y estudiantes de lengua latina del Corderius College presentes en plaza, el Papa se dirigió con el antiguo saludo “Valete dilectissimi”. Y por último las palabras del Pontífice fueron a un grupo de confirmandos y a un grupo de músicos, llegados del norte de Italia y de Suiza respectivamente, y a un grupo de fieles provenientes de Nicaragua, avistados desde la ventana del Palacio Apostólico: “¡los saludo tanto!”, les dijo.

Francisco cerró su alocución con el feliz anuncio de un regalo para los presentes:

“Hoy, dos días después de la Fiesta de la Santa Cruz, pensé en regalarles a ustedes que están en la plaza, un crucifijo: helo aquí. El crucifijo es el signo del amor de Dios, que en Jesús dio la vida por nosotros. Los invito a acoger este don y a llevarlo a vuestros hogares, a los cuartos de sus hijos, o de los abuelos… En cualquier parte, pero que se vea en la casa. No es un objeto de decoración, es un signo religioso para contemplarlo y orar. Mirando a Jesús crucificado, miramos nuestra salvación. No se paga nada, ¡si alguien les dice que deben pagarlo es un vivo! Esto es un regalo del Papa. Agradezco a las religiosas, los pobres y prófugos que ahora distribuirán este don, pequeño, pero valioso. Como siempre, la fe viene desde los pequeños, de los humildes”, les dijo.

Los 40 mil crucifijos, como el Papa anunció desde la ventana del Palacio Apostólico, son de metal plateado y está acompañado por una tarjeta con palabras que él mismo pronunció en el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil en 2013: “En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia”.

Al finalizar, saludó a los presentes deséandoles un buen domingo, y realizó su habitual pedido de oración: “Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!”

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