Frente a la decepción de muchos fieles, que ven cómo se repite lo ocurrido en 2002, la Plenaria del episcopado valora estos días mecanismos de denuncia gestionados por terceros que desemboquen directamente en la Nunciatura y la Policía y un comité de laicos que investigue estos casos
Los obispos de Estados Unidos se están preparando para dar importantes pasos y extender la política de tolerancia cero ante los abusos a los casos en los que los perpetradores son obispos. Esta cuestión será casi la única tratada en la Asamblea Plenaria de otoño que se inaugura este lunes con una jornada dedicada a la oración y el discernimiento.
Después, a lo largo del martes y el miércoles, se votarán una serie de medidas concretas para responder a la última crisis de abusos sexuales, que tuvo su cénit en verano con el informe del Gran Jurado de Pennsylvania sobre mil casos de abusos perpetrados por 300 sacerdotes a lo largo de 70 años, y el escándalo en torno al excardenal Theodore McCarrick.
Estas noticias han desatado un dominó de investigaciones de la Administración. 13 estados más y el distrito de Columbia –región administrativa de la capital, Washington– han abierto investigaciones similares, penales o civiles; y otros 14 barajan esa posibilidad.
Pero, además, han generado duras críticas sociales y entre los propios fieles, decepcionados por que vuelvan a salir a la luz casos así 16 años después de que la crisis de 2002 motivaran la implantación de numerosas medidas y protocolos para prevenir los abusos. Con la sensación, además, de que no se ha aprendido la lección.
«Podredumbre» en la cultura clerical
Una muestra del estado de ánimo es una carta abierta publicada por el National Catholic Reporter, significativamente titulado «se acabó». En él, la redacción asegura que «estamos en un momento de la historia de la Iglesia en Estados Unidos, y quizá en la historia de la Iglesia universal, sin precedente. Esto no trata sobre cuestiones debatibles, sino sobre la podredumbre que está en el corazón mismo de la cultura» de los líderes de la Iglesia.
La podredumbre es «tan penetrante –continúa la carta– que ha tocado todos los aspectos de la vida de las comunidades, irrumpiendo en todas las certezas y asunciones sobre quiénes somos y quiénes sois vosotros».
Queda la duda de si las medidas que puedan tomar los obispos satisfarán a las voces que, como reacción, reclaman acciones contundentes a veces hasta un extremo poco realista.
Facilitar las denuncias
Por ejemplo, es difícil extrapolar a los obispos la política aplicada a los sacerdotes acusados de forma creíble de abusar de menores: la retirada automática del ministerio. A los presbíteros puede aplicarles esta sanción su obispo. Pero contra un obispo no puede actuar así más que el Papa, no la Conferencia Episcopal. Por ello, algunas voces incluso han insinuado que los obispos deberían pedir al Papa cambios en este sentido en el Código de Derecho Canónico.
Una de las medidas que se votarán esta semana parece caminar en esa dirección: la creación, anunciada en septiembre, de mecanismos gestionados por terceros para denunciar los abusos cometidos por obispos, que serán derivados al nuncio apostólico y, si es pertinente, a los cuerpos de seguridad. Antes de llegar al nuncio, además, las denuncias podrían ser investigadas por una comisión de expertos laicos, de forma que el embajador del Vaticano reciba un informe lo más completo posible.
Otras medidas planteadas son un código de conducta para los obispos y un protocolo que indique cómo actuar en los casos de obispos apartados de su cargo por abusos. Las decisiones definitivas se tomarán después de escuchar informes del Consejo Asesor Nacional y la Junta Nacional de Revisión.
También Chile e Italia
El episcopado estadounidense no es el único que esta semana tiene que enfrentarse a sus fantasmas. También en Chile, con 139 causas de abusos abiertas, que implican a 245 víctimas y 190 investigados, se inaugura este lunes una Plenaria extraordinaria de la Conferencia Episcopal.
El encuentro abordará nuevas medidas para evitar que vuelva a repetirse una crisis que ha desencadenado resultados sin precedentes, como la dimisión del episcopado en pleno el pasado mayo. De hecho, el grupo de 33 obispos que se reúnen está formado por 25 que ya han presentado su renuncia, y ocho administradores apostólicos.
Esta semana, además, la Conferencia Episcopal Italiana publicará sus nuevos protocolos para la prevención de abusos. México, Francia, Indonesia, Bolivia y España son otros países cuyos episcopados están en plena cuenta atrás para llegar al encuentro de presidentes de conferencias episcopales convocado por el Papa del 21 al 24 de febrero (dentro de poco más de cien días) con los deberes hechos.
María Martínez López