El rector de la UCAB y promotor principalísimo del Frente Amplio Venezuela Libre compartió con Crónica.Uno su evaluación sobre el crecimiento de esa plataforma. Sostiene que, de cara al 10E, el Gobierno está ante un problema esencial: “Mantenerse en el poder sin legitimidad”. Admite que “las cosas aún no están maduras para llegar a la unidad de los partidos de oposición”, pero afirma que la ciudadanía “está empujando para que eso se dé”.
Casi nueve meses han pasado desde la conformación del Frente Amplio Venezuela Libre. Uno de sus promotores fundamentales, el rector de la UCAB, s.j. José Virtuoso, recibió a Crónica.Uno en su despacho en Montalbán para conversar sobre el proceso de conformación y consolidación de la plataforma opositora.
De sus respuestas se comprenden varias cosas: por qué la unidad de los políticos es tan cuesta arriba, qué papel juega la desesperanza en los planes del Gobierno, por qué las protestas del Frente parecen más reivindicativas que políticas y por qué la promesa inicial de conformar el Frente Amplio en estados, municipios y parroquias para lograr el cambio de Gobierno por la vía electoral avanza tan lentamente.
Hay que caminar en dos vías, primero consolidar el tejido organizativo a nivel nacional, estadal, municipal y parroquial. Eso se lleva su tiempo; sin embargo, mientras eso anda hay que encontrar formas expeditas para responder a las urgencias del momento. Es decir, no hay que esperar organizarse hasta la última comunidad del país para hacer algo”, sostiene.
Virtuoso cesa la firma de una torre de títulos universitarios a nombre de los próximos profesionales de la república, para atendernos. Seguir estudiando, graduarse, luchar, organizarse para propiciar el cambio son signos esperanzadores en medio de la adversidad que arropa al país.
Su hablar pausado y reflexivo, el orden de las cosas en la oficina, la luz blanca artificial que llena el espacio donde transcurre la conversación… todo ello está coronado por una ilustración del artista venezolano Eduardo Sanabria -Edo-, en la que aparecen tomados de la mano o con un medio abrazo en señal de unión, personajes de la historia venezolana. Desde Simón Bolívar y José Gregorio Hernández, hasta Armando Reverón, la representación de la justicia y el Tío Simón Díaz. Una inspiración, quizá, para los momentos más difíciles de su trabajo como articulador de personas, movimientos e ideas tan disímiles como las que hacen vida en el Frente Amplio.
Recuperar la confianza
El Congreso Nacional del Frente, a realizarse en Caracas este lunes 26 de noviembre, promete a la oposición nuevos signos de esperanza, afirma: “La política en Venezuela camina a dos tiempos: el tiempo que se toma fraguar acuerdos y hacer tejido y el tiempo urgente de la coyuntura. Eso es parte de lo que se pretende en el Congreso, que cierra esta etapa y da inicio a otra. Cierra la organización de los Congresos Estadales donde se expondrán los grandes consensos a los cuales se ha llegado en esa discusión y abre paso a una hoja de ruta que tiene aspectos para desarrollar en el mediano plazo y otros en la urgencia”.
El día de su lanzamiento, el Frente Amplio se planteó como objetivo central aglutinar a la mayor cantidad de sectores sociales para lograr impulsar el cambio de Gobierno por una vía electoral. ¿Casi nueve meses después del lanzamiento, qué tan cerca o lejos están de aglutinar, cambiar el Gobierno y lograr la vía electoral?
–Aglutinar, va avanzando de manera progresiva e importante. Ha sido un trabajo muy difícil porque estamos en un contexto de demasiadas desconfianzas, demasiada desunión, demasiadas molestias. Se ha llegado a una confrontación genérica en la sociedad de todo el mundo contra todo el mundo. Generar esos mínimos de confianza se dice fácil, pero se ha tomado un tiempo. Ha habido que convencer a muchas voluntades. El Congreso del 26 será expresión de esa gran unidad sin exclusión porque están juntos los actores, porque hay el deseo profundo de concertar una visión de país y convenir una estrategia en la cual todos nos embarquemos. Sobre el cambio de Gobierno, creo que hay una coyuntura muy particular que es la del 10 de enero próximo. Maduro, que se venía desgastando y se quedó sin legitimidad por el desastre total en que vivimos, se encuentra el 10E en una situación en la cual las elecciones que, supuestamente, dan origen y que legitiman la toma de posesión no son reconocidas ni por la comunidad internacional ni por la institución de mayor legitimidad que es la Asamblea Nacional ni por buena parte de la población, que no lo reconoció al no acudir a participar. El Gobierno tiene un gran problema: mantenerse en el poder sin legitimidad. A partir del 10E, Maduro será alguien que ocupa la presidencia, pero no legítimamente. Aunque el Gobierno quiera esconder eso, se trata de un problema político muy importante. En ese sentido, no es tontería que, tal como lo dijo Sergio Sánchez en días recientes, el 10E no nos agarrará desarticulados, divididos ni confrontados. El 10E nos encuentra con un consenso muy fuerte sobre la necesidad de lucha. ¿Cuál será la estrategia a seguir? No me atrevería a hablar por todos, pero para mí está claro: la exigencia de elecciones libres y competitivas para un nuevo presidente, un CNE distinto al que tenemos, observación internacional calificada. Esa tiene que ser, en mi opinión, la gran lucha de la sociedad.
Siendo las Fuerzas Armadas un actor político esencial en este Gobierno, ¿cuál es su papel en esa lucha?
–Esa lista de exigencias tiene que ser la bandera de lucha que debemos compartir con otros sectores políticamente muy relevantes. Uno de ellos, la Fuerza Armada Nacional. Hay que llamar a las Fuerzas Armadas a que se sumen a esa exigencia de elecciones libres y democráticas para el puesto de presidente de la república. Pero no solo a ellos. Hay que solicitar a la comunidad internacional que presione en esa línea y, evidentemente, hace falta que los ciudadanos organizados presionemos a través de las vías ciudadanas. No será fácil, no significa que llegaremos a algún lado mañana, pero esa es la tarea y si se logra concertar una estrategia adecuada en esa dirección, creo que estaremos dando donde tenemos que dar.
¿Qué debería esperar el país del Congreso del 26 para abonar a los objetivos del Frente?
–Ese día se pondrá de manifiesto este gran esfuerzo. El país conocerá lo que ha salido de la gran discusión dada en los congresos regionales: la gente quiere unidad; la gente quiere salir de esta tragedia que significa el Gobierno y quiere organizarse para ello; y la gente quiere salir de esto por las vías que ofrece la Constitución vigente. Eso está de anteojito. Ese día se conocerán las principales propuestas en cada uno de los seis grandes temas que fueron definidos como áreas de discusión: estrategias y acciones de lucha, transición y elecciones, propuestas para un sueño compartido de país, organización y estrategia internacional, organización del frente en los estados y plataforma de comunicación con los ciudadanos.
Una de las mesas es la electoral. ¿Durante el Congreso se va a fijar una posición sobre las elecciones del 9D?
–Ese debate no apareció en los congresos regionales. No estaba en la discusión, pero me imagino que en la ruta electoral aparecerá algo al respecto.
De cara al acto electoral del 20M el Frente llamó a no participar porque consideró que aquello no era una elección. Ante esta nueva convocatoria para elegir concejales, ¿mantienen esa misma posición?
–No tenemos un pronunciamiento en torno a si vamos a llamar a votar o no, pero lo que sí es claro es que las elecciones en Venezuela adolecen de condiciones democráticas mínimas. Buena parte de los elementos que se dieron para el 20M, de alguna manera también están presentes aquí. Un elemento clarísimo es que los principales partidos políticos siguen excluidos del proceso. Otro, que seguimos en un contexto de persecución política. Otro, el control de la información por parte del Estado. Todos los teóricos de la democracia dicen que cuando no hay acceso a la información y las elecciones dejan de ser competitivas, no son democráticas. En nuestro caso, además, hay total desconfianza en el CNE y no hay quién ponga control a la intervención del Estado en las elecciones. Entonces, este proceso del 9D es bastante parecido a los últimos procesos que hemos tenido. Yo no me siento entusiasmado por llamar a votar a nadie para ese día.
Al ver la agenda de calle cumplida por el Frente en estos meses, da la impresión de que el propósito político (el cambio de Gobierno), pasó a un segundo plano ante las demandas sindicales y las protestas por servicios públicos. ¿Eso es así?
–Cuando decimos que buscamos un cambio de Gobierno por la vía electoral, algunos dicen: ‘pero, bueno, esta gente se está chupando el dedo, ¿cómo vamos a cambiar al Gobierno en estas condiciones?’. Pero no nos referimos a eso, sino a que hay que crear las condiciones para que el cambio pueda ser por la vía electoral. Uno le pregunta a la gente si cree en los procesos electorales o en el voto como institución para el cambio y te van a decir: ‘yo quiero votar’. Pero en este escenario votar es casi un acto de fe, que no tiene garantías, que no tiene condiciones y ocurre en el marco de las violaciones a la Constitución que han terminado de quitarle el sustento a las elecciones. ¿Por qué la protesta? Porque estos cambios no se van a lograr sin movilización ciudadana. El país está protestando, lo que pasa es que esa protesta social tiene que llegar hasta sus consecuencias políticas. Es decir: ¿por qué protesta la gente? Por la falta de agua, de luz, de gas, por el salario. Todo eso tiene que ver con las políticas públicas. Las políticas públicas dependen del Estado. El Estado depende de los gobernantes. Entonces, si no cambian los gobernantes, no vas a salir de esta situación. Ese link hay que hacerlo y eso forma parte de aglutinar a la sociedad.
Unidad, divino tesoro
El pasado 8 de noviembre, sindicatos históricamente chavistas confluyeron con otros históricamente opositores para crear la Asamblea Intergremial de Lucha como una instancia satélite del Frente Amplio, a partir de la Plataforma de Conflicto, creada en agosto con el objetivo inicial de analizar la propuesta de llamado a huelga general. El martes 27 tienen su primera gran protesta nacional, que incluye una marcha hacia Caracas.
“La Plataforma de Conflicto surgió con la intención de aglutinar más allá del Frente Amplio. Es una convocatoria a los principales actores que están en conflicto con el Estado para articular acciones más efectivas de protesta. La Asamblea Intergremial es hija del Frente, pero no es una dependencia del Frente. Lo que ha hecho el Frente Amplio, su principal éxito hasta el momento, es generar espacios para el encuentro, generar interlocución, generar unidad en torno al cambio. Se ha ido muy lento, pero estamos avanzando”.
Usted se refiere al Frente como un espacio para generar unidad. Casi en paralelo al surgimiento del Frente se fracturó la MUD. Por otro lado está Soy Venezuela y su insistencia en diferenciarse de la MUD y de la Asamblea Nacional. ¿Por qué los dirigentes políticos no logran la unidad?
–Porque en el medio de toda esta lucha ha habido bastante confrontación entre ellos. La MUD se divide porque en su interior hay posiciones muy encontradas. Después, sobre los objetivos, también hubo posiciones muy encontradas y entre ellos se generó un distanciamiento fruto de toda esa historia de conflictos previos. Eso, además, en un contexto donde las estrategias de lucha han cambiado: en unas condiciones normales los partidos políticos se organizan para ganar elecciones. En un contexto como este, donde lo electoral es precisamente la condición que hay que crear, vienen muchas preguntas: ¿cuál es nuestro papel, cómo tenemos que hacer y qué es lo que buscamos? Y viene el desencuentro con la sociedad.
¿Ve factible el reencuentro entre los políticos en un plazo sensato?
–No creo que las cosas estén maduras para llegar a una unidad de los partidos políticos de oposición. No creo que estemos en ese momento de madurez. Lo que sí creo que está pasando es que desde abajo se está empujando para que eso se dé. Pero para que eso se dé tiene que haber un cambio importante, un cambio de paradigma en el modo de hacer política. En condiciones normales –y de hecho los partidos fueron muy exitosos a través de la MUD– tú te organizas para ganar elecciones. Si se supone que puedes conquistar los espacios del Estado por la vía electoral, te organizas para tener primarias y elegir un candidato único, te organizas para movilizar a la población, te organizas para llevar a la gente a votar y te organizas para pelear tu voto.
Tienen que cambiar el foco y organizarse en torno a otra cosa…
–Claro, ahora ese foco se cambió. No es que no nos interesen las elecciones sino que tienes que volver a crear esa circunstancia. Es decir, para volver a ver en las elecciones la posibilidad de cambio tienes que tener elecciones competitivas, justas, democráticas, vigiladas y eso no existe. Tienes que movilizarte en esa dirección y convertirte en un gran aglutinador de la sociedad, empujar a la gente en esa dirección, la gente tiene que sentirte parte suya porque la lucha deja de ser estrictamente política para convertirse en social y política. Entonces, son otros tus niveles de vinculación con la gente y cambiar ese suiche para este otro suiche significa que los partidos tienen todavía mucho qué avanzar y qué entender en esa dirección.
¿Cree que hay apatía en la gente, incluso en los partidos, para mover el foco y arrancar de nuevo?
–Respecto a los partidos, cada vez ven más claro el problema y eso es una ganancia. Segundo, se sienten presionados porque la gente está esperando esa respuesta unitaria. Eso genera movimiento, genera que los partidos hablen, que se reúnan y eso es parte de una mejor conciencia, una mejor disposición hacia ello, pero no me atrevería a decir que está suficientemente maduro para llegar ahí. Con respecto a la gente, una de las cosas más terribles que ha dejado esta situación tan compleja del país es que ha sembrado la desesperanza y la falta de fe. Mucha gente te dice que no quiere saber nada de política, que lo que están viendo es cómo sobreviven y en cuanto puedan, se van. Si tienes una buena parte de la población en todos los estratos sociales pensando así, todo esto del Frente, del Congreso, de la unión les suena bien, pero su prioridad es resolver su situación. Ante la percepción de un Gobierno que no cede, que no está dispuesto a entrar en una transición, la gente renuncia. Volver a despertar el entusiasmo, la fe en la gente es vital en este momento.
El Frente desconoció el acto electoral del 20M y sus resultados, pero el Gobierno desoyó ese planteamiento y el 10 de enero –fecha constitucional para la asunción de un nuevo mandato- es inexorable. ¿Qué debe esperar el país del Frente Amplio para el 10E?
–Estamos creando las condiciones para que ese día no nos agarre peleados, desunidos, desprevenidos, conflictuados, sino que haya una sociedad con mayor conciencia de su capacidad de acción conjunta y que para ese día se hayan articulado una posición y unas acciones concretas para responder.
Una de las mesas de trabajo del Congreso se denomina Transición y elecciones. ¿Cómo ha sido la discusión sobre la transición?
–El tema de la transición se ha discutido en el Frente, pero creo que hacía falta todo el conjunto de insumos del Congreso para tener una ruta más clara. ¿Por qué? Porque la transición es un tema eminentemente político; es decir, se supone que se va a transitar de un gobierno a otro tipo de gobierno. Eso es un proceso que se va a dar entre actores políticos. En el Frente participan actores políticos y otros que no somos partidos políticos. Bajar esa discusión a este terreno supone una amplitud de miras, una madurez importante y, sobre todo, posiciones que se reconozcan en ese contexto. Siendo este uno de los temas debatidos en los congresos regionales, los partidos van a tener que escuchar esos planteamientos y tenerlos como referencia importante. Ahora están dadas mejores condiciones para llegar a una posición consensuada sobre cómo deben ser las características de esa transición. Estamos hablando de un proceso que consta de hechos que se pueden prever (cómo se puede producir, quiénes lo llevarían adelante, quiénes son los interlocutores) y otros que no son predecibles. La gobernabilidad de un proceso como ese se mueve en medio de imponderables.
¿Cuál es el rol de la Asamblea Nacional en una transición política?
–La Asamblea Nacional está consciente de su papel en ese proceso. Yo considero que debe tener el papel protagónico porque es la única institución democrática que existe en este momento y todo proceso de transición que se produzca debe tener a la AN como protagonista. Dentro de la Constitución tienes la posibilidad de que el presidente de la AN sea quien pueda llenar una vacante en caso de una situación como esta. Debe ser la AN la que, en las primeras jugadas, ocupe ese puesto central en la transición.
Luego de nueve meses de trabajo en el Frente, ¿qué ha sido lo más difícil y lo más sencillo en términos de articulación de sectores tan disímiles?
–(Risas) Lo más difícil ha sido tejer una voluntad común, tejer acuerdos, lograr que la gente se siente, se entienda, converse, se ponga de acuerdo. Porque no es un problema de mala voluntad sino que vivimos una situación de mucha desconfianza, entonces todos tienen aprehensiones frente al otro. Lograr entender que tenemos que hacer un esfuerzo por entender la posición del otro ha sido realmente cuesta arriba. Eso explica por qué la gente dice: ‘Oye, parece que el Frente tuvo salida con carrera de caballo y paró con parada de burro’ (risas). O sea, que generó muchas expectativas y luego se paró y no se escucha ni se siente. ¡Mijo, porque eso no es un partido político, no es una iglesia, no es una secta! Es un conjunto de hilos sueltos por ahí con los cuales había que generar un tejido. Eso ha sido muy difícil. ¿Qué ha sido lo más fácil? Esa pregunta es… en general, las cosas han sido difíciles… creo que lograr que la gente entienda la necesidad de unirnos en torno al cambio. La comprensión del objetivo de que Venezuela necesita una unidad superior ha sido fácil el proponerla, transmitirla y encontrar adhesiones en torno a esa idea. El problema es construirla, pero la idea ha sido acogida con entusiasmo.
Luis Morillo, Crónica.Uno