Mientras la ayuda humanitaria sigue bloqueada, la Iglesia no ha dejado de atender a quienes más sufren
Es el escenario donde ambos bandos han medido sus fuerzas en los últimos días: la llegada de ayuda humanitaria para paliar las graves carencias que sufre la población venezolana. Juan Guaidó, reconocido por 50 países como presidente interino, ha juramentado a miles de voluntarios en la Coalición Ayuda y Libertad, que participaron el pasado 23 de febrero, en la entrega de medicinas y alimentos desde las fronteras con Colombia, Brasil y Curaçao.
En medio de las actuales tensiones políticas, su equipo ha mantenido importantes encuentros con la jerarquía de la Iglesia católica para abordar el tema, aunque el Episcopado se ha mostrado en todo momento muy comedido. Frente a la solicitud de amplios sectores del país pidiendo que sea la Iglesia la que reciba la tan necesaria ayuda humanitaria, la directora del organismo eclesial, Janeth Márquez, advierte: “Es importante focalizar a quiénes vamos a ayudar para dar la información a la población, que no se quede en la falsa expectativa de que la Iglesia puede hacer de todo, sino que llegarán ayudas para unos temas específicos; esto garantizará que el trabajo se realice bien”.
Precisamente, esta “emergencia humanitaria” viene siendo atendida por la Iglesia desde 2016 a través de Cáritas. José Luis Azuaje, arzobispo de Maracaibo y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), recuerda que este acompañamiento a las comunidades se viene realizando a través de las ‘Ollas comunitarias’, un programa que el Episcopado había aprobado solo para la Cuaresma de hace cuatro años, pero que “aún está vigente por el hambre que hay en la comunidad”. “Igualmente –añade–, el sistema de monitoreo de alerta, alimentación y nutrición (‘Proyecto Samán’) para la atención de niños desnutridos”.
‘Proyecto Samán’
Con el ‘Proyecto Samán’, la Iglesia brinda atención médica y alimenticia para rescatar a los niños y niñas del flagelo de la desnutrición en las zonas más vulnerables del país, a la vez que se ocupa de las madres y su contexto familiar con buenos hábitos para mejorar su salud. En el último informe sobre la situación nutricional, correspondiente a julio-septiembre de 2018, Cáritas destacaba que se atendieron a 18.890 niños de 46 parroquias en diez estados del país. Y advertía que la hiperinflación –del 10.000.000 % para este 2019, según previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI)– amenazaba con agravar la crisis. Asimismo, tratan de ofrecer servicios para ancianos y se han creado bancos de medicamentos a través de las parroquias.
La asesora de nutrición de Cáritas y artífice del ‘Proyecto Samán’, Susana Rafalli, reconoce al respecto que, “en un momento en el que los políticos están usando la ayuda humanitaria para sus intereses, es en estos escenarios donde la acción de Cáritas resulta clave, porque tiene los elementos suficientes para manejar una emergencia humanitaria ‘lenta’ como la de Venezuela, en la que no es suficiente el socorro médico o alimenticio, sino el socorro de integridad y resistencia, de valor y espiritualidad”. Todas estas iniciativas constituyen hoy pequeñas victorias en medio de la desidia gubernamental y el desasosiego general.
Vida Nueva