El prelado emitió un documento junto al presbiterio, la vida consagrada y los laicos al pueblo de Dios en el que se pronuncia sobre la grave crisis, intensificada por el apagón nacional que ha mantenido sin luz a buena parte de Venezuela desde el pasado jueves.
La Iglesia Católica acompaña al pueblo que sufre y es parte de él. Por ello, emitió un comunicado en el que recuerda “las angustias y las necesidades de todos los hombres y mujeres que habitan en la región del estado Anzoátegui, en especial el sur de esa entidad orientan venezolana.
Señala el obispo, monseñor José Manuel Romero Barrios, que la comunidad sufre, “como todo el país, el irrespeto a su dignidad humana, lesionándose gravemente los valores fundamentales de la democracia”.
Advierte el prelado que la vida de los que habitamos en esta parte de la geografía nacional “ha estado sujeta a una creciente violencia estructural”, que no golpea con puños en la humanidad de sus pobladores, sino que se expresa en la omisión de los responsables de la gestión pública para atender las necesidades básicas de la población.
Tras señalar que es evidente “la carencia de servicios (básicos) indispensables para una vida digna, tales como agua, energía eléctrica, educación, transporte y servicios médicos, señalan que “en los últimos 4 días estas carencias se han vuelto más extremas”.
No hay agua en la entidad
Por medio de un comunicado enviado a Reporte Católico Laico, que incluye a la vida consagrada y los laicos, se indica que “El Tigre estuvo 72 horas sin luz eléctrica”, pero en algunos sectores se prolongó a mas de 80 horas; registrándose que el 80% de la población de la ciudad de El Tigre carece del preciado líquido por imposibilidad de bombeo de agua generado por la falta de electricidad, sumado a un problema ya existente antes de esta emergencia nacional, de ineficiencia en la gestión del servicio de agua en la ciudad”.
En materia de salud, el principal centro hospitalario de la región, el hospital de El Tigre, tiene 3 plantas eléctricas pero “funciona solo una, lo que generó una atención medica con mayores limitaciones, a las ya conocidas por falta de medicamentos y deterioro de equipos de diagnóstico”.
Iguales condiciones de irrespeto a los derechos fundamentales del ciudadano, agudizados por la emergencia eléctrica de los últimos cuatro días, se registraron en ciudades como Pariaguán, donde estuvieron sin agua y sin luz durante dos días; así como Soledad, y el resto de las comunidades rurales e indígenas ubicadas en el ámbito territorial de la Diócesis de El Tigre.
El apagón continuado que hemos vivido en la región, trae como consecuencia la inoperatividad de los puntos de venta, registrándose imposibilidad para las familias de comprar lo necesario para la subsistencia diaria. Y para los comerciantes, formales e informales, un duro golpe al no poder vender los productos y servicios que ofrecen, con la amenaza adicional de perder toda la inversión en materiales perecederos que pueden descomponerse sin refrigeración, recuerda la Iglesia local.
Aislados e incomunicados
Otro problema asociado a la falta de energía eléctrica de los últimos días, es la incomunicación porque no se cuenta con servicio de telefonía celular ni internet para conocer sobre la situación de familiares que viven en localidades distantes y en el extranjero.
“No menos importante enfrentamos también como ciudad pequeña, grandes problemas de transporte público. Con un acceso limitado por los altos costos del pasaje y la desmejora en las unidades de servicio, ¿cuántos accidentes tendremos que esperar, para que deje de ser una costumbre emplear cavas, góndolas o transporte de animales, para movilizar seres humanos?”, señala el obispo, por lo que afirma que “nos hemos convertido en un pueblo deshumanizado”.
Sistema escolar en colapso
En las comunidades de esta Diócesis el sistema escolar colapsó. “Los docentes no pueden cumplir los horarios porque no tienen transporte; los niños no van a la escuela porque no tienen ropa ni calzados; en las escuelas donde funciona el PAE (Programa de Alimentación Escolar), se sirve una comida incapaz de satisfacer las necesidades nutricionales de nuestros niños, dándosele en muchos casos arroz solo”.
A la dramática situación se le suman “maestros desmotivados, no solo por la situación país, que nos afecta a todos, sino también por sentir y pensar que su loable labor no es valorada por quienes dictan leyes y resoluciones en torno a los beneficios de ellos como personal docente”.
Protestas
Ante esta situación de colapso de los servicios públicos, se ha generado un sentimiento justificado de insatisfacción y el pueblo se ha volcado a las calles a protestar en reclamo de sus derechos.
En este panorama, el obispo del oriente venezolano reporta “noticias confirmadas de represión por parte de los organismos policiales y de detención de ciudadanos; lo que es realmente repudiable porque en lugar de gestionar soluciones para dar a la población lo que por Ley le corresponde y protegerla, también como obligación legal, se constata que los cuerpos de seguridad bloquean el ejercicio de la legítima protesta”.
Abunda que se sufre represión “sin piedad, como ocurrió a pobladores que manifestaban su descontento en la entrada de El Tigre por la vía hacia Puerto La Cruz”.
Aunque han hecho continuos llamados a la solidaridad, “y como Iglesia respaldamos iniciativas para aliviar necesidades de alimentos y agua”, estiman que ello resulta insufienciente. Por ello, señalan: “Nuestros gerentes públicos ¿están conscientes del sufrimiento del Pueblo?”
Aumento de la violencia
La Iglesia Católica en Anzoátegui constata que mientras el pueblo deambula en búsqueda de medicinas y alimentos para sobrevivir, “aparece el fenómeno de la violencia”, que surge como producto de un “caldo de cultivo representado por la violación de los derechos fundamentales de los ciudadanos de alimentación, salud, educación, transporte”.
Acusan además a las auoridades gubernamentales de abandonar las necesidades del pueblo “para aferrarse al poder, gestando una cultura de la muerte que se corresponde con una verdadera y auténtica estructura de pecado”. Lo que “se constituye en dique que impide al hombre y a la mujer de esta región, y de toda Venezuela, pasar a unas condiciones más humanas de vida”.
“Dios no es indiferente”
Por fortuna, los Párrocos, quienes integran la Vida Consagrada y los movimientos de apostolado, “acompañados por muchos hombres y mujeres de buena voluntad, han estado asistiendo a la comunidad, dentro de sus posibilidades, en la satisfacción de algunas necesidades básicas como agua, alimentación, medicinas”.
“La precaria realidad ha llevado a las personas a buscar en los sacerdotes el apoyo moral y espiritual y estos han servido de guía para superar dolores y angustias”.
Como pastores estamos convocados a ser agentes de comunión, llamando a la reconciliación a todos los sectores de la vida social. El mensaje del amor de Jesucristo ha sido predicado a educadores, militares, políticos, empresarios, invitándolos al trabajo mancomunado en beneficio de los sectores más vulnerables”.
Cobijados por la Virgen del Valle
Sin embargo, “no podemos dejar de compartir el dolor de nuestros hermanos (…) Y acompañar a nuestro pueblo anzoatiguense en la construcción de un proyecto más propicio al desarrollo integral de los habitantes de esta región”, que confía su destino a la “protección de la Virgen Santísima en su advocación tan querida de la Virgen del Valle
Carlos Zapata | Reporte Católico Laico