“Desapariciones”, la canción de Rubén Blades cobra vigencia en Venezuela

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“Desapariciones”

La desaparición forzada de personas es uno de los mecanismos usados por el régimen de Maduro, para atemorizar a la población necesitada de libertades, democracia, salud y alimentos.

“Que alguien me diga si ha visto a mi esposo, preguntaba la doña. Se llama Ernesto X y tiene cuarenta años, trabaja de celador en un negocio de carros, llevaba camisa oscura y pantalón claro. Salió anteanoche y no ha regresado y no sé ya qué pensar… ¡Pues esto, antes no me había pasado!”. Así comienza la canción “Desapariciones”, que en el año  1984, el cantautor panameño Rubén Blades insertó en el álbum “Buscando América”.

La canción narra el sufrimiento de familiares y amigos no solo ante la repentina y forzada desaparición del vigilante Ernesto; también de una joven llamada Altagracia que se dirigía a su escuela; de Joaquín, un terco estudiante de medicina y de la señora Clara Quiñones, “un alma de Dios que no se mete con nadie”. Rubén Blades conoció las dictaduras de Omar Torrijos (1968-1981) y de Manuel Antonio Noriega (1981-1989), y con su canción también denunciaba las que se vivieron en otros países latinoamericanos.

Pero la plaga de las “desapariciones” nunca se ha ido totalmente de América Latina. Venezuela experimenta su regreso como una enfermedad incurable a través de un gobierno que siembra el miedo en la gente sencilla; literalmente persigue y desaparece a los líderes sociales y políticos, así como a todo aquel que piensa distinto.

El régimen de Maduro construye muros de terror para detener las exigencias del respeto a los derechos humanos y ciudadanos, especialmente la libertad, la democracia y la solución a la crisis humanitaria que azota al país. El mensaje es tan claro y aterrador como el que en su momento impusieron las dictaduras caribeñas y suramericanas: “Si esto le ocurre a un dirigente social y político, a un diputado con inmunidad parlamentaria, también le puede pasar a cualquier persona”.

Una fe de vida… y el “suicidio” de Albán

La situación que está viviendo el diputado Edgar Zambrano, tiene mucho parecido a lo contenido en “Desapariciones”. El vice presidente de la Asamblea Nacional fue “secuestrado” el pasado 8 de mayo, la fecha en que el concejal Fernando Albán, cumplía 7 meses de haber muerto por un supuesto “suicidio” al “lanzarse” desde un piso alto de la policía política del régimen de Maduro en Caracas, según la versión oficial.

Con el caso de Albán aumenta la preocupación en relación al incremento de la práctica de desaparición forzada como política de Estado y las consecuencias y otras violaciones de derechos humanos que esta conlleva, según han dejado ver varias organizaciones vinculadas a los derechos humanos y la propia Iglesia católica.

La noche de este domingo 12 de mayo, Soley Zambrano, hija de Edgar Zambrano, suplicaba una fe de vida: “Quiero hacerle un llamado a las autoridades pertinentes, que den una fe de vida del diputado Edgar Zambrano debido a los fuertes rumores que en las redes sociales se están corriendo por su estado de salud”.

 Este lunes 13 de mayo, la diputada Karin Salanova también pidió fe de vida de su colega Zambrano, afirmando que hasta la fecha nadie lo ha visto y se desconoce su condición de salud. Lo hizo en el marco de una rueda de prensa en la que voceros del partido Voluntad Popular reiteraron la desaparición de Gilber Caro, un parlamentario a la Asamblea Nacional y miembro de esta organización política.

Caro fue sacado a la fuerza de su residencia el 26 de abril, sin respetar su inmunidad parlamentaria. “Es la segunda vez en 3 años, que este régimen violenta sus derechos. No sabemos oficialmente dónde y en qué condiciones se encuentra”, expresó Salanova. La abogada Theresly Malavé, recordó que “la jueza Luz Mariela Santafé, quien estaba a cargo de la causa anterior, huyó del país con el expediente” del diputado y “públicamente le pidió disculpas, porque sabía que su detención fue injusta”.

La experta en leyes explicó que ahora lo encarcelan de nuevo, violando sus derechos, sin causas justificadas y sin suministrar información oficial, por lo que su paradero es totalmente desconocido. “Queremos conocer oficialmente todo lo que ocurre con Gilber Caro, dicen que está en el Sebin pero no hemos podido confirmar eso”.

El régimen los detiene y lo niega

Una de las desapariciones forzadas y de larga duración en Venezuela ha sido la de Alcedo Mora. En noviembre de 2018, Aleteia dio cuenta de este caso con base en los informes de la ONG Espacio Público, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas y la Clínica de Derechos Humanos de la Escuela de Leyes de la Universidad de Texas.

Mora de 55 años, era trabajador de la Gobernación de Mérida y se autodenominaba “socialista de corazón”. Según los informes, fue visto por última vez en la plaza El Llano con los hermanos Esnéider y Eliécer Vergel, también desaparecidos, pero “días antes de aquel 27 de febrero de 2015, Mora habría advertido a sus compañeros sobre lo que temía sería su destino”, escribió entonces la periodista Macky Arenas.

El Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) ya había advertido en sus informes anuales sobre el resurgir de esta práctica tan dañina para Venezuela y América Latina en su conjunto, durante las dictaduras militares ocurridas durante el siglo XX. Provea, entre el 2000 y 2016, contabilizó 188 casos.

De acuerdo con Amnistía Internacional las desapariciones forzadas son cometidas por agentes de seguridad del Estado o personas que actúan en su nombre y se niegan a reconocerlo. “Las personas desaparecen, literalmente, de entre sus seres queridos y de su comunidad, cuando agentes estatales las detienen por la calle o en su casa y después lo niegan o rehúsan decir dónde se encuentran”.

LA CIFRA. En Venezuela las cifras indican que actualmente hay 17 diputados de la Asamblea Nacional perseguidos “por pensar distinto”, refugiados en embajadas, en el exilio o la clandestinidad; los presos políticos, es decir: ciudadanos comunes, dirigentes sindicales, líderes estudiantiles y otros luchadores sociales, ascienden a más de 900.

Ojalá no hubiera necesidad de que Venezuela llegue a los extremos de vivir lo que Rubén Blades dice en el coro de su canción: “¿Cuándo vuelve el desaparecido?” –“Cada vez que lo trae el pensamiento” – “¿Cómo se le habla al desaparecido? -“Con la emoción apretando por dentro”. Lamentablemente, en muchos casos, ya es una realidad.

Ramón Antonio Pérez/Aleteia