Según las organizaciones de derechos humanos hay más de 185 mil venezolanos esclavizados por la trata de personas, denunció el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida, en una reciente columna en la que abordó la degradación moral en la que se está sumiendo el país, además de la crisis política y económica que lo afecta desde hace años.
Venezuela ocupa los primeros puestos de “la trata de personas, de la explotación sexual y laboral, del comercio indiscriminado con jovencitas y menores, llevados bajo engaño o seducidas por el ofrecimiento de una vida mejor”. “Es un crimen de lesa humanidad”, aseveró el Purpurado.
A través de un mensaje titulado “La degradación moral”, publicado en el sitio web de la Arquidiócesis de Mérida el 17 de julio, el Cardenal Porras señaló que la verdadera crisis que enfrenta Venezuela es la degradación de la dignidad del ser humano, a la que contribuyen los “delincuentes sin entrañas” y “mafias de desalmados” que se enriquecen con la trata de personas.
“En un país donde no hay trabajo digno porque las trabas son enormes para cualquiera que pretenda emprender algo, pululan mafias que operan a sus anchas sin que haya autoridad que se encargue ni siquiera de averiguar”, enfatizó.
En ese sentido, el Purpurado afirmó que se está arrancando a pedazos la dignidad del venezolano, que debería ser otorgada “por la honestidad, el respeto a la vida y a una vida digna producto del trabajo tesonero y respetuoso al que todos los seres humanos tenemos derecho”.
Según las organizaciones que velan por los derechos humanos hay más de 185.000 venezolanos esclavizados por la trata de personas, denunció el Cardenal. “La grave crisis que desmorona y destruye la venezolanidad es mucho mayor que la catástrofe social, económica y política que estamos viviendo”, denunció el también Administrador Apostólico de Caracas.
El Arzobispo de Mérida abordó los últimos acontecimientos ocurridos en el oriente del país, a donde miles de migrantes llegan huyendo de la crisis para caer en “centros de acopio”. En esos lugares, advirtió, los migrantes caen “bajo la máscara macabra de una oportunidad de empleo en el exterior”, para convertirse en “mercancía para el abuso y la manipulación esclavista”.
“Están destruyendo personas, sumiendo a las madres y familiares en la angustia de no saber si sus hijos o hijas están vivos o muertos, ni si su paradero es un paraíso o el infierno de ser vendidas como carne humana para el consumo de ese turismo de placer del que se aprovechan personas sin principios, deseosos de satisfacer sus instintos más bajos”, expresó el Cardenal Porras, en relación a las decenas de jóvenes desaparecidos en el extravío y “supuesto naufragio” de las embarcaciones que tenían como destino Trinidad y Tobago.
En su mensaje, criticó que en Venezuela algunas magistradas digan “que cada quien puede hacer con su cuerpo lo que quiera, hasta venderse al primero que se acerque, queriendo esconder el terrible drama social que lleva a la juventud a aventurarse a lo que sea porque aquí no hay futuro promisor”.
Indicó que esto muestra una “existencia cómplice” de las autoridades del oriente del país, cuyo deber es “velar por la integridad física, espiritual y moral de la población”.
“Destruir lo más bello que tenemos, una juventud sana y alegre, emprendedora y soñadora, por una población vuelta una piltrafa humana nos hace exclamar de nuevo que es moralmente insostenible, reprobable desde todo punto de vista, que nos tiene que buscar un cambio de rumbo total para que no desaparezca Venezuela a manos de quienes sólo se ocupan de permanecer en el poder, sin importarles en absoluto la vida humana de los pobres y excluidos”, afirmó.
El Cardenal Porras señaló que los actos de corrupción van más allá de la apropiación indebida de bienes materiales y que “robar la posibilidad de la decencia” conduce al comercio del propio ser.
“Como ciudadanos y creyentes tenemos la obligación de trabajar para que no desaparezca la Venezuela noble y honesta. Unimos nuestras voces a las lágrimas y el dolor de las madres que nos contaron la historia de sus hijas, reflejo de la de miles de madres huérfanas de sus seres queridos”, concluyó.