Prof. Thomas Chacón.-
El Doctor José Gregorio Hernández es declarado Modelo de Pastoral Universitaria de Venezuela por razones como la siguiente:
Primero, el decreto donde la Santa Sede lo proclama Venerable menciona que esto obedece a sus virtudes heroicas ejercidas de manera especial en sus roles de médico y profesor universitario.
Segundo, este científico venezolano cumplió con la naturaleza de la universidad, la cual nos recuerda San Juan Pablo II que nace del corazón de la Iglesia para ser laboratorios de cultura promoviéndola por medio de la investigación, transmitiéndola en la enseñanza y favoreciéndola con actividades de servicios. Esto lo ejerció el Doctor José Gregorio Hernández durante sus seis años de estudios de pregrado, sus 4 años como estudiante de postgrado y sus 28 años de servicio como profesor universitario; para un total de 38 años llevando con su testimonio de vida la presencia de la Iglesia a las universidades de Venezuela y de otros países
Tercero, la capacidad e interés del Dr. Hernández por generar conocimiento socialmente útil es evidenciada desde poco antes de cumplir 11 años de edad cuando escribió una guía titulada “Modo breve y fácil de oír misa con devoción”. Como universitario, además de escribir sobre medicina, también lo hizo sobre arte, filosofía, teología y cuentos.
Cuarto, durante su vida universitaria acompañó su esfuerzo académico con una admirable fuerza de voluntad y capacidad de resiliencia. Muestra de ello es la forma como enfrentó con paciencia y esperanza su recuperación ante la fiebre tifoidea que le dio cuando cursaba el tercer año de medicina; a tal punto de ponerse al día en sus estudios luego de un período de padecimiento que también evidenció que no solo desarrollaba su razón y fuerza de voluntad, sino también sus habilidades sociales con excelentes relaciones interpersonales a tal punto de que su convalecencia tuvo el cuidado de compañeros de clases y profesores.
Quinto, la alta dedicación que tuvo como universitario era fortalecida con su integralidad humana al complementarla con su devoción religiosa en la participación en los actos litúrgicos, tocando magistralmente el piano, el violín, con sus relaciones humanas en el buen trato hacia todo el que le rodeaba y siendo buen bailarín.
Sexto, la perfección fue su norte, porque consideraba que al hacer las cosas bien se llegaba a Dios, por ello, por ejemplo, confeccionaba su propia ropa con buena calidad, al igual que la manera que tenía para tocar el piano; tal como lo reconoció el mismo Pedro Elías Gutiérrez al escucharlo interpretar su inmortal composición “Alma Llanera”.
Séptimo, este desarrollo de la razón, de la voluntad y de la capacidad de amor, que se volvió en una constante durante sus estudios de pregrado y que lo acompañó durante toda su vida, lo llevaron a graduarse con el mayor de los honores académicos que podía dar la Universidad Central de Venezuela, pero también con el mayor de los aprecios humanos entre la comunidad universitaria.
Octavo, su alto desempeño como estudiante de pregrado, lo hizo merecedor de la beca otorgada por el presidente Rojas Paul para iniciar estudios de postgrado en Francia, donde se encontraban los mayores avances de medicina del momento y en donde también se graduó con el mayor de los honores.
Noveno, a los 53 años vuelve a retomar estudios académicos en Nueva York para profundizar su especialización en bacteriología que luego complementó estudiando en Madrid con el Premio Nobel de Medicina del año 1906, Doctor Santiago Ramón y Cajal.
Décimo, uno de sus hábitos era leer las más actualizadas revistas científicas de países como Alemania, Francia, Estados Unidos y España. Cosa que podía hacer por el dominio de más de cuatro idiomas que tenía para desarrollar la capacidad de conocer, en la medida de lo posible, los aportes de las distintas culturas.
De esta manera, el Doctor José Gregorio hizo de las universidades un medio para dar fecundidad a la inteligencia cristiana.