Las colas también emigran de Venezuela

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Al cruzar a territorio colombiano, en el Norte de Santander, la capacidad de respuesta institucional ante el flujo migratorio es insuficiente para atender a todos

Para comprar alimentos, abastecer combustible, retirar dinero del banco o abordar el trasporte público en Venezuela, la gente se ve obligada a realizar una larga cola para esperar su turno.

En la mayoría de las ocasiones se invierte parte del día para acceder a algún servicio.

Quienes creen que la última cola que van a hacer es para sellar el pasaporte al salir de Venezuela, se equivocan. Al cruzar a territorio colombiano, en el Norte de Santander, la capacidad de respuesta institucional ante el flujo migratorio es insuficiente para atender a todos.

Tal es el caso de Tibisay Guillen, proveniente de Caracas, quien llegó a las 3:00 de la tarde a Colombia con la esperanza de poder sellar su pasaporte el mismo día, sino le tocaba pasar la noche en la calle y esperar.

“Trato de llevar la situación tranquila. En Venezuela estamos acostumbrados a hacer colas; mi mamá me llamó y le dije que era como la cola que hacíamos para comprar harina donde también se dura bastante tiempo”, expresó.

Tibisay iba rumbo a Ecuador para visitar a unos familiares. Planificó su viaje con antelación para movilizarse en diciembre, pero debido a las medidas migratorias de ese país, adelantó sus planes.

Ella, junto a otro grupo de venezolanos, pagó un viaje directo de Caracas a Quito con el con el propósito de evitar improvisaciones por el camino y así viajar con mejor seguridad.

Viveza hasta en la frontera

En este punto, la “viveza” de algunos busca aprovechar el cansancio y el desconocimiento de los viajeros al ofrecer servicios para agilizar el trámite. La tarifa para durar menos tiempo cuesta 20 mil pesos, pero si la persona no quiere esperar, el precio es de 20 dólares.

Entre doce y veinticuatro horas deben invertir los venezolanos que deseen sellar su ingreso en migración Colombia, a escasos metros del puente Simón Bolívar.

Los que no se arriesgan con estas ofertas prefieren esperar en una cola de más de un kilómetro.