Hoy ha llegado la salvación a esta casa

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Padre Alberto Gutiérrez de la parroquia Purísima Madre de Dios y San Benito de Palermo

En el Evangelio de este domingo, 3 de noviembre, encontramos  que Zaqueo sube al árbol porque sabe que su baja estatura, entre la multitud, no le permite ver a Jesús. Hay un paso de auto conocimiento, descubrimiento y aceptación de la propia condición. El se dirige, busca, quiere ver a Jesús y toma una acción concreta al respecto, venciendo la limitación que se lo impedía; y Jesús lo ve y le tiene misericordia, se encuentra con él, come con él, le salva.

Cada uno de nosotros ha de ser Zaqueo, descubrir nuestra “baja estatura” e incapacidad de ver a Jesús, perdidos entre la multitud de nuestros pecados y subir al árbol para que él nos vea, no subir a un sicómoro como Zaqueo, sino al árbol de la cruz, nuestro lugar de encuentro con Jesucristo, porque es precisamente en ese árbol donde “ha venido la salvación a nuestra casa”. Abrazar la cruz como misterio de salvación es el mandato imperativo del Señor si queremos seguirle.

Misterio de misericordia por el cual el Señor nos ve en el árbol, movimiento del corazón que nos lleva a querer encontrarnos con el Señor.

Zaqueo es una muestra eficiente de que la conversión, por una parte, no es sólo un movimiento autónomo interior a la persona, sino que es producto del encuentro con Cristo, una consecuencia necesaria de la gracia; y, por otro lado, en la respuesta de Zaqueo se verifica que la conversión, además de ser un cambio de mentalidad, metanoia, produce un cambio moral, un cambio de vida, de conducta.

La misericordia, recibida y aceptada en el árbol de la cruz, lleva a la transformación del corazón que se proyecta a la comunidad en obras de justicia, de verdad, de bien.

(Padre Alberto Gutiérrez)