El Papa Francisco destacó la importancia de la sonrisa y animó en esta Navidad a imitar a Jesús para poder brindar a los demás “una sonrisa humilde y sencilla”.
“Intercambiemos este deseo: en Navidad, participando en la liturgia y contemplando también el belén, dejémonos sorprender por la sonrisa de Dios, que Jesús vino a traer. Es Él mismo, esta sonrisa. Como María, como José y los pastores de Belén, acojámoslo, dejémonos purificar y también nosotros podremos brindar a los demás una sonrisa humilde y sencilla”, afirmó el Papa.
Así lo indicó el Santo Padre al recibir este 21 de diciembre en el Aula Pablo VI a los empleados de la Santa Sede y de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, con sus familias, para las tradicionales felicitaciones de la Navidad.
El Pontífice quiso resumir su felicitación navideña con una palabra: “sonrisa” y recordó su reciente viaje a Tailandia conocido como “el país de la sonrisa” del que afirmó que “allí la gente es muy sonriente, tienen una amabilidad especial, muy noble, que se resume en este rasgo facial, que se refleja en todo su porte”.
“Esta experiencia se me quedó impresa y me hace pensar en la sonrisa como una expresión de amor, una expresión de afecto, típicamente humana”, añadió.
Además, el Papa destacó que “cuando miramos a un bebé recién nacido, estamos inclinados a sonreírle, y si una sonrisa florece en su pequeño rostro, entonces sentimos una emoción simple, ingenua” y agregó que “esto sucedió de una manera única entre María y José y Jesús”.
“La Virgen y su esposo, con su amor, hicieron florecer la sonrisa en los labios de su hijo recién nacido. Pero cuando esto sucedió, sus corazones se llenaron de un nuevo gozo, que venía del Cielo. Y el pequeño establo de Belén se iluminó”, explicó el Papa.
Jesús es la sonrisa de Dios
En esta línea, el Santo Padre dijo que “Jesús es la sonrisa de Dios” porque “vino a revelarnos el amor de nuestro Padre, su bondad, y la primera manera en que lo hizo fue sonriendo a sus padres, como todo niño recién nacido en este mundo. Y ellos, la Virgen María y San José, por su gran fe, supieron captar ese mensaje, reconocieron en la sonrisa de Jesús la misericordia de Dios con ellos y con todos los que estaban esperando su venida, la venida del Mesías, del Hijo de Dios, del Rey de Israel”.
Además, el Pontífice explicó que “en el belén también nosotros revivimos esta experiencia” por lo que invitó a “mirar al Niño Jesús y sentir que allí Dios nos sonríe, y sonríe a todos los pobres de la tierra, a todos los que esperan la salvación, que esperan un mundo más fraterno, donde no haya más guerras ni violencias, donde cada hombre y cada mujer pueda vivir en su dignidad de hijo e hija de Dios”.
Por ello, el Papa afirmó que “también aquí, en el Vaticano y en las diversas oficinas romanas de la Santa Sede, necesitamos siempre dejarnos renovar por la sonrisa de Jesús. Que su bondad desarmada nos purifique del de las escorias que muchas veces se han incrustado en nuestros corazones, y nos impiden dar lo mejor de nosotros mismos”.
Sin embargo, Francisco reconoció que “es verdad, el trabajo es el trabajo, y hay otros lugares y momentos en los que cada uno se expresa de forma más plena y rica; pero también es verdad que en el ambiente de trabajo pasamos buena parte de nuestras jornadas, y estamos convencidos de que la calidad del trabajo va de la mano de la calidad humana de las relaciones, del estilo de vida. Esto es especialmente cierto para nosotros, que trabajamos al servicio de la Iglesia y en nombre de Cristo”.
“A veces se hace difícil sonreír, por muchas razones. Entonces necesitamos la sonrisa de Dios: Jesús, sólo Él puede ayudarnos. Sólo Él es el Salvador, y a veces lo experimentamos concretamente en nuestras vidas”, expresó el Papa.
Asimismo, el Pontífice relató que cuando otras veces las cosas van bien “también existe el peligro de sentirse demasiado seguro y de olvidarse de los demás que lo pasan mal. También entonces necesitamos la sonrisa de Dios que nos despoje de la falsa seguridad y nos devuelva el gusto por la sencillez y la gratuidad”.
Por último, el Santo Padre alentó en esta Navidad a dejarse “sorprender por la sonrisa de Dios, que Jesús vino a traer. Es Él mismo, esta sonrisa. Como María, como José y los pastores de Belén, acojámoslo, dejémonos purificar y también nosotros podremos brindar a los demás una sonrisa humilde y sencilla”.
“¡Gracias a todos! Lleven esta felicitación a sus seres queridos en casa, especialmente a los enfermos y a los ancianos, que sientan la caricia de su sonrisa. Es una caricia. Sonreír es acariciar, acariciar con el corazón, acariciar con el alma. Y permanezcamos unidos en la oración. ¡Feliz Navidad!”, concluyó el Papa.
ACI Prensa