Durante la instalación de la CXIII Asamblea Ordinaria Plenaria del Episcopado Venezolano el pasado 07 de enero de 2020, el sacerdote jesuita Pedro Trigo disertó sobre la parroquia misionera como respuesta a los retos que se presentan diariamente en Venezuela, un aspecto estrechamente relacionado como el tema focal de la II Asamblea Nacional de Pastoral a realizarse en julio de 2020.
La ponencia tuvo por título “Cómo responder ante los desafíos que nos exige la Venezuela de hoy, desde una parroquia misionera, lugar de sinodalidad y encuentro con y por los más pobres”, y durante la misma, el Pbro. Trigo expresó que lo principal es reconocer la diversidad de desafíos que se presentan en el país, que varían según la “posición” que ocupa cada persona en el país, según su profesión, su preferencia política o sus objetivos personales. Por lo tanto, aclaró que abordaría el tema desde los desafíos que presenta el país como ciudadanos y sobre todo, como cristianos, que “desde el Espíritu de Jesús de Nazaret que nos lleva a encarnarnos solidariamente en nuestra situación desde la perspectiva de los empobrecidos y excluidos y de los solidarios”.
Conservar la dignidad
El Pbro. Trigo inició hablando sobre la importancia de no perder la dignidad como forma de mantener la libertad a pesar de la situación que se suscita en Venezuela; conservar la dignidad humana, aún cuando hay necesidad, es signo de libertad. Añadió que, para alcanzar la libertad, se deben vivir “relaciones personalizadoras”. “En nuestra situación, que tiende a anularnos y a deshumanizarnos, la relación, en concreto salir de nosotros mismos, no es sólo la clave de nuestra propia realización: la palanca para crecer, madurar y santificarnos, sino más elementalmente, para no deshumanizarnos, para conservar nuestra calidad humana, nuestra dignidad, para ejercitarla y así afianzarnos en ella y comunicarla y consiguientemente vivir con libertad y expandir esa libertad de las hijas e hijos de Dios”.
Necesitar solo lo indispensable
Parte de la libertad es no caer en el consumismo y aprender de Jesús a necesitar solo lo necesario, “hacer de la necesidad, virtud”. “Es el desafío de no necesitar, más allá de lo indispensable para mantenernos en vida y para participar de los bienes civilizatorios de esta época que está comenzando. El desafío consiste para nosotros, en pasar de las carencias como algo soportado como una terrible pérdida, como una íntima contrariedad, al descubrimiento de que muchas cosas que teníamos no las necesitábamos realmente (…) Atenernos a lo necesario y no necesitar sino lo indispensable para vivir nos libera en cuanto que libera tiempo, energías, recursos y atención para dedicarlos a cultivar lo realmente valioso, lo personalizador”.
Por tanto, cuando se es capaz de lograr discernir entre lo indispensable y lo prescindible, es posible construir comunidades cristianas libres del control y la dependencia de entes que se aprovechen de la necesidad de los desfavorecidos; comunidades maduras en la fe y también en las relaciones sociales.
Los pobres tienen la preferencia
Lograr que los pobres tengan la preferencia en la sociedad es todo un desafío, afirmó el jesuita Pedro Trigo. “Los pobres son los destinatarios del Reino de Dios (Lc 6,20), no por méritos propios sino por voluntad de Dios realizada en Jesús de Nazaret (…) Esto significa que en la parroquia ellos se tienen que sentir como en su casa”, señaló “No basta, ni mucho meno,s que se los atienda en sus necesidades. En lo que se haga con ellos, ellos tienen que ser no sólo destinatarios sino también sujetos”.
Sobre las parroquias que pueden ser definidas como “de clase media y alta”, indicó que no deben olvidar que Jesús fue pobre, y que, para Dios, son los pobres los privilegiados: “ellos son el lugar inexcusable de universalidad: sólo cuando les vaya bien a ellos, nos irá humanamente bien a todos”.
“Por eso todo lo tienen que hacer desde la perspectiva de los pobres. Y para que eso no sea pura ideología tienen que tener contacto sistemático con ellos. Contacto horizontal y abierto, no detrás de un mostrador para dar o enseñar”, manifestó.
Alianzas de solidaridad efectiva
“Para potenciar sus ambientes las parroquias tendrían que entablar alianzas con otras, tanto para solidarizarse con los más necesitados de manera más estructural y eficaz, como para apoyarse mutuamente los que en ambientes difíciles hacen opciones que aparecen como fuera de ambiente”, explicó el Pbro. Pedro Trigo. “Los cristianos no podemos definirnos por el ambiente en que vivimos sino por el seguimiento de Jesús, pero teniendo en cuenta que en definitiva esa propuesta de seguimiento siempre será Buena Nueva para toda clase de personas, aunque unas tengan más que perder que otras; pero para todas, la ganancia supera infinitamente las pérdidas”, culminó.
Prensa CEV