Ante la crisis humanitaria más grave en el último siglo, causada por el Covid-19, los Católicos Latinoamericanos con responsabilidades políticas, emitieron un “Manifiesto” en el cual dan a conocer algunas reflexiones y compromisos concretos para toda la ciudadanía, pero especialmente para quienes tienen responsabilidades políticas.
“En esta hora dramática, reconocemos que los políticos estamos llamados a ser constructores de puentes y no de murallas; llamados a vivir la diversidad y apreciar el diálogo como camino que nos enriquece”, es cuanto afirman los Líderes políticos de América Latina en el “Manifiesto de Católicos Latinoamericanos con responsabilidades políticas. Un compromiso y un llamado a la Acción” en tiempos de coronavirus, una iniciativa promovida por la Academia de Líderes Católicos, presente en varios países Latinoamericanos, con el fin de enfrentar de forma común la crisis sanitaria del Covid-19.
A pesar de todo lo negativo, florecen semillas de esperanza
El Manifiesto, firmado hasta el momento por más de 170 líderes políticos, evidencia que nos enfrentamos a la crisis humanitaria más grave en el último siglo, causada por el Covid-19. Además, recordando las palabras del Papa Francisco en el momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, señalan que, todos estamos en la misma barca, “todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos… descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos”. Y a pesar de todo lo negativo de la crisis, florecen semillas de esperanza. Este ha sido el momento del redescubrimiento de una palabra muy querida por Francisco: la fraternidad.
Mantener viva la esperanza y apoyar la caridad
Por ello, este principio olvidado – la fraternidad – y que ahora estamos entendiendo y redescubriendo, se lee en el Manifiesto, lleva a los Líderes católicos a dirigir su mirada a la dramática realidad que enfrentamos desde su identidad de cristianos. Y siguiendo las enseñanzas del Evangelio y del Papa Francisco, los Católicos Latinoamericanos afirman que, “por más preocupante que sea el escenario en el que vivimos, somos animados por un Dios ‘que está entre nosotros’, y por ello no caemos en la tentación de la resignación ni podemos ceder a la banalidad del mal, porque la fe, más que nunca, debe ser lo suficientemente fuerte como para mantener viva la esperanza y apoyar la caridad”. Por tanto, nuestro aporte como cristianos que participan en la vida política – se lee en el documento – lo damos sin ninguna pretensión hegemónica, sino abiertos a la escucha y el diálogo de otras experiencias, pero con fidelidad y alegría anunciando a Jesucristo y las implicaciones éticas de su seguimiento, con humildad y sin complejos.
Acciones y compromisos desde los más vulnerables
Asimismo, dirigiendo su mirada a quienes sufren y sufrirán más producto de esta pandemia, es decir, los pobres, los Católicos Latinoamericanos señalan que, los más frágiles y vulnerables, los más pobres y desamparados, son quienes resultarán más golpeados por la pandemia. “Basta pensar en el impacto dramático que tendrá para las muchedumbres de hermanos latinoamericanos que sobreviven con el trabajo informal y, en general, callejero, o en tantos ancianos abandonados. Son los pobres los que tienen que salir de su casa para ganar el pan cotidiano y quienes muchas veces no pueden observar las reglas del aislamiento y de la cuarentena”. Por ello, una auténtica lectura de la realidad se hace a partir de las elecciones hechas por Jesús, desde el sufrimiento de aquellos que serán más afectados por la crisis, los pobres, los oprimidos y los vulnerables. Por tanto, todas las acciones y compromisos para enfrentar la crisis deberán hacerse desde la perspectiva de impacto en los más vulnerables.
Problemas comunes, requiere soluciones comunes
Esta crisis, se lee en el Manifiesto, es también el momento de una elección. Si los problemas son comunes, se requiere pensar soluciones e iniciativas comunes. “O morimos solos como naciones, o salimos adelante todas las naciones juntas, como miembros de la misma Patria Grande: Latinoamérica”. Si elegimos el camino de los nacionalismos exacerbados, advierten los Líderes, estaremos condenados a deslizarnos entre el caos, el populismo y el autoritarismo al interior de nuestros países. Pero si elegimos el camino de la Patria Grande será la oportunidad para refundar un nuevo pacto social, basado en la solidaridad y la fraternidad. La integración latinoamericana es una necesidad y una prioridad ineludible y urgente, que está inscrita en nuestra vocación y destino.
El bien común, la dignidad humana y la solidaridad
Además, los Católicos Latinoamericanos subrayan que, cualquier intervención o acción debe hacerse desde tres principios fundamentales: el bien común, la dignidad humana y la solidaridad. “En esta hora dramática, reconocemos que los políticos estamos llamados a ser constructores de puentes y no de murallas; llamados a vivir la diversidad y apreciar el diálogo como camino que nos enriquece. El estilo del liderazgo político que se requiere es un estilo sinodal, el cual está dispuesto a hacer el recorrido junto con sus gobernados e inclusive con sus rivales políticos”. Se trata de escuchar y comprender las razones del otro, de las cuales siempre podemos aprender algo. La actitud dialógica y el espíritu desarmado también deben impregnar las relaciones sociales y políticas. Y llevarnos a rechazar cualquier atisbo de polarización.
Algunas medidas concretas para enfrentar el Covid-19
Ante esta situación mundial de emergencia sanitaria y a partir de las reflexiones realizadas, los Líderes católicos proponen algunas medidas concretas para enfrentar el Covid-19 en América Latina, en la etapa en que nos encontramos:
– Hay que organizar la solidaridad entre diferentes áreas territoriales y entre países diferentes. La pandemia no golpea con igual fuerza todo el territorio nacional.
– Involucrar a los medios de comunicación en vista del bien común, evitando el sensacionalismo para contribuir a un clima que sea consciente de los riesgos, pero sereno y confiado. Esto no significa cancelar el derecho a la información, sino modular su ejercicio de la manera que prevalezca la prudencia en situaciones de peligro y emergencia.
– En el acompañamiento psicológico será fundamental y muy sano, también el acompañamiento espiritual; para ello, es necesario involucrar a las iglesias en el acompañamiento de quienes viven situaciones traumáticas o de estrés.
– La economía debe demostrar su capacidad de enfrentar el desafío que es inédito e histórico. Ni las ideologizaciones, ni las ortodoxias tradicionales pueden anteponerse frente a la realidad. Se requiere ser creativo para resistir y luego superar la crisis.
– Los responsables políticos de las distintas naciones latinoamericanas deben procurar una acción coordinada y concertada. No procede el ‘sálvese quien pueda’, por ello, los órganos multilaterales deben asumir responsabilidades y protagonismo. Las iglesias deben ser portavoces y en su medida, ejecutores de estas medidas.
– Es tiempo fundamental para fortalecer los mecanismos de la integración (Alianza del Pacífico, MERCOSUR, Sistema de Integración Centroamericano) y las relaciones de cooperación entre los países de mayor población del continente (México, Colombia, Brasil y Argentina/Chile).
– Es muy importante la cooperación internacional, lo cual da una gran relevancia a la cooperación del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco de Desarrollo de América Latina. En este mismo sentido, la deuda externa de los países deberá reestructurarse y postergarse a largos plazos con la solidaridad de los acreedores.
Como políticos, pero sobretodo como cristianos
Finalmente, los Católicos Latinoamericanos señalan que, nos encontramos en una situación muy grave en nuestro planeta, probablemente el mayor desafío que como generación viviremos en nuestra historia. “Afrontamos esta realidad desde nuestra condición de políticos, pero sobre todo desde nuestra identidad común de cristianos”. Entre nosotros existe una pluralidad de sensibilidades políticas y sociales, pero nos une esta certeza que tiene su fundamento en la virtud de la esperanza, que es mucho más que un mero optimismo. Es la confianza y la convicción que incluso en los peores momentos de la historia, el Espíritu de Dios nunca deja de animar y sostener a su pueblo.
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