Andrea Monda, Director del periódico de la Santa Sede, “L’Osservatore Romano”, entrevistó a António Manuel de Oliveira Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas en cuya conversación aborda diversos temas de actualidad relacionados con las amenazas mundiales
En la entrevista al Secretario General de las Naciones Unidas, António Manuel de Oliveira Guterres, el Director del periódico de la Santa Sede, L’Osservatore Romano” le pregunta ante todo acerca de su recientemente llamamiento por la paz en el mundo afectado por la pandemia. Se trata de una iniciativa que se une una vez más a las del Papa Francisco – con quien se reunió en la Ciudad del Vaticano a finales del año pasado y con quien difundió un mensaje de vídeo – que no deja de pedir el cese de todas las guerras. Y al recordar que el Secretario General había dicho que “la furia del virus ilustra la locura de la guerra”, le pide su opinión acerca ¿por qué cree que es tan difícil hacer llegar este mensaje? El Secretario General de las Naciones Unidas responde:
En primer lugar, quisiera reiterar mi profunda gratitud al Papa Francisco por su apoyo a mi llamamiento global por el alto el fuego y a la labor de las Naciones Unidas. Su compromiso mundial, su compasión y sus llamamientos a la unidad reafirman los valores fundamentales que guían nuestra labor: reducir el sufrimiento humano y promover la dignidad humana.
“Cuando lancé el llamamiento por el alto el fuego, mi mensaje a las partes involucradas en conflictos en todo el mundo fue simple: la lucha debe cesar para que podamos concentrarnos en nuestro enemigo común, la COVID-19”
Hasta ahora, el llamamiento ha recibido el apoyo de 115 gobiernos, organizaciones regionales, más de 200 grupos de la sociedad civil y de otros líderes religiosos. Dieciséis grupos armados se han comprometido a poner fin a la violencia. Además, millones de personas han firmado una petición de apoyo en línea.
Pero la desconfianza sigue siendo grande, y es difícil traducir estos compromisos en acciones que marquen una diferencia en las vidas de los que sufren los efectos de los conflictos. Mis representantes y enviados especiales trabajan de manera incansable en todo el mundo, con mi participación directa cuando es necesario, para convertir las intenciones expresadas en ceses del fuego concretos. Sigo instando a las partes en conflicto, y a todos los que puedan influir en ellas, a que pongan la salud y la seguridad de las personas en primer lugar.
“También quisiera mencionar otro llamamiento que he hecho y que considero esencial: un llamamiento a la paz interna. En todo el mundo, con la propagación de la pandemia también estamos viendo un preocupante aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas”
He pedido a los gobiernos, a la sociedad civil y a todos los que pueden ayudar en el mundo que se movilicen para proteger mejor a las mujeres. También he pedido a los líderes religiosos de todas las religiones que condenen inequívocamente todos los actos de violencia contra las mujeres y las niñas y que defiendan los principios fundamentales de la igualdad.
Miedo como la mercancía más fácil de vender
Hace unos meses, mucho antes de que estallara la pandemia, usted habló del miedo como la mercancía más fácil de vender. Este es un tema que ahora, en estas semanas, corre el riesgo de amplificarse aún más. ¿Cómo cree que se puede contrarrestar, y especialmente en este difícil período, el sentimiento de miedo que se está extendiendo entre la gente? La pandemia del COVID-19 no es sólo una emergencia sanitaria mundial. En las últimas semanas ha habido un aumento en las teorías de conspiración y sentimientos xenófobos. En algunos casos, periodistas, trabajadores sanitarios o defensores de los derechos humanos han sido objeto de ataques sólo por hacer su trabajo.
“Desde el comienzo de esta crisis, he hecho un llamamiento a la solidaridad entre las sociedades y entre los países. Nuestra respuesta debe basarse en los derechos humanos y en la dignidad humana”
También he pedido a las instituciones educativas que se centren en la alfabetización digital, y he instado a los medios de comunicación, especialmente a las sociedades de comunicación social, a que se esfuercen mucho más por informar y eliminar los contenidos racistas, misóginos o que puedan ser perjudiciales de cualquier modo, de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos.
Papel de los líderes religiosos
“Los líderes religiosos tienen un papel crucial que desempeñar en la promoción del respeto mutuo en sus comunidades y más allá de ellas. Están situados en una óptima posición para cuestionar los mensajes inexactos y perjudiciales y para alentar a todas las comunidades a promover la no violencia y a rechazar la xenofobia, el racismo y todas las formas de intolerancia”
Las falsas noticias de las que recientemente Usted ha denunciado una propagación cada vez mayor contribuyen ciertamente a aumentar el miedo. ¿Cómo podemos combatir la desinformación sin arriesgarnos, en nombre de esta batalla, a oscurecer la libertad y los derechos fundamentales?
La gente en el mundo quiere saber qué hacer
La gente en el mundo quiere saber qué hacer y dónde acudir para pedir consejo. En cambio, se ven obligados a manejar una epidemia de desinformación que, si va mal, puede poner en peligro vidas.
“Rindo honores a los periodistas y a los que controlan la información en la montaña de historias y publicaciones engañosas en las redes sociales”
En apoyo de este compromiso, he puesto en marcha una iniciativa de respuesta en materia de comunicaciones de las Naciones Unidas denominada Verified, que tiene por objeto proporcionar a las personas información precisa y basada en hechos, al tiempo que fomenta las soluciones y la solidaridad a medida que pasamos de la crisis a la recuperación.
“Los líderes religiosos también tienen un papel que desempeñar, utilizando sus redes y sus aptitudes de comunicación para apoyar a los gobiernos en la promoción de las medidas de salud pública recomendadas por la Organización Mundial de la Salud – desde el distanciamiento físico hasta la buena higiene – y para desmentir la información falsa y los rumores”
Entre la información infundada que llega diariamente a la opinión pública se encuentran muchas críticas a los organismos de las Naciones Unidas, como la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿Cuál es su opinión sobre este asunto?
Ante las críticas y la información infundada
Mientras lloramos las vidas perdidas por el virus, nos angustia el hecho que haya muchas más, especialmente en lugares menos capaces de hacer frente a una pandemia. Mirar hacia atrás para ver cómo se ha desarrollado la pandemia y la respuesta internacional será esencial. Pero en este momento la Organización Mundial de la Salud y todo el sistema de las Naciones Unidas están librando una carrera contra el tiempo para salvar vidas.
Me preocupa de forma particular la falta de solidaridad adecuada con los países en desarrollo, tanto para proporcionarles lo que necesitan para responder a la pandemia de COVID-19 como para hacer frente a las dramáticas repercusiones económicas y sociales en los más pobres del mundo.
“La Organización Mundial de la Salud y todo el sistema de las Naciones Unidas están plenamente movilizados para salvar vidas, prevenir la carestía, aliviar el dolor y planificar la recuperación”
Hemos definido un plan de respuesta humanitaria global de 7.600 millones de dólares para las poblaciones más vulnerables, incluidos los refugiados y los desplazados internos. Hasta ahora, los donantes han ofrecido casi 1.000 millones de dólares y yo sigo esforzándome por garantizar que este plan esté plenamente financiado.
Nuestros equipos en diferentes países están trabajando en coordinación con los Gobiernos para movilizar fondos, ayudar a los ministerios de salud a prepararse y apoyar medidas económicas y sociales, desde la seguridad alimentaria y la educación en el hogar hasta las transferencias de efectivo y mucho más. Nuestras operaciones de paz continúan llevando a cabo sus importantes mandatos de protección y sosteniendo los procesos políticos y de paz. Las redes de distribución de las Naciones Unidas se han puesto a disposición de los países en vías de desarrollo, con millones de equipos de prueba, respiradores y mascarillas quirúrgicas que llegan ahora a más de cien países.
“Hemos organizado vuelos solidarios para llevar más suministros y operadores a decenas de países de África, Asia y América Latina”
Y desde el inicio he movilizado las competencias especializadas de las que dispone el sistema de las Naciones Unidas para proporcionar una serie de informes y sesiones informativas sobre políticas que ofrezcan análisis y asesoramiento para una respuesta eficaz y coordinada de la comunidad internacional.
Vivimos en una época en la que se multiplican los ataques al multilateralismo. ¿Es necesario, en su opinión, fortalecer la confianza en las instituciones internacionales? ¿Y cómo se puede conseguir esto?
La colaboración es esencial ante los desafíos
La colaboración y la contribución de todos los Estados – incluidos los más poderosos – es esencial no sólo para combatir la COVID-19, sino también para hacer frente a los desafíos de la paz y la seguridad que se presentan. También son esenciales para ayudar a crear las condiciones para una recuperación efectiva en el mundo desarrollado y en aquel en vías de desarrollo.
“El virus ha demostrado nuestra fragilidad global. Y esta fragilidad no se limita a nuestros sistemas de salud. Afecta a todas las áreas de nuestro mundo y de nuestras instituciones”
La fragilidad de los esfuerzos mundiales coordinados se pone de relieve por nuestra falta de respuesta a la crisis climática, por el creciente riesgo de proliferación nuclear, por nuestra incapacidad de unirnos para regular mejor la red. La pandemia debe ser una llamada de alerta Las mortíferas amenazas mundiales exigen una nueva unidad y solidaridad.
Usted ha aplaudido públicamente la iniciativa europea para desarrollar la vacuna contra la COVID-19. Sin embargo, el descubrimiento mismo de la vacuna podría hacer que nazca en algunos la tentación de algunos de ocupar una posición dominante en la comunidad internacional. ¿Cómo se puede evitar este peligro? ¿Y cómo podemos asegurarnos de que, antes de que la vacuna esté disponible, se prueben los tratamientos que han demostrado algún tipo de eficacia?
Colaboración mundial
En un mundo interconectado, nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo. Esa fue, en resumen, la esencia de mi mensaje en el lanzamiento del “Acelerador ACT”, es decir, la colaboración mundial para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a nuevos diagnósticos, terapias y vacunas para la COVID-19. Debería ser visto como un bien público. No es una vacuna o una cura para un país o región o la mitad del mundo, sino una vacuna y una cura que sean accesibles, seguras, eficaces, fáciles de administrar y universalmente disponibles para todos, en todas partes.
“Esta vacuna debe ser la vacuna de la gente”
¿Cómo es posible que haya países de serie A y países de serie B en la lucha contra el virus? Además, existe el riesgo de que la pandemia amplíe la brecha entre los ricos y los pobres del mundo. ¿Cómo se puede prevenir esto?
Desigualdades por todas partes
La pandemia está sacando a la luz las desigualdades en todas partes. Desigualdades económicas, desigualdad en el acceso a los servicios sanitarios y mucho más. El número de pobres podría crecer en 500 millones, el primer aumento en treinta años. No podemos permitir que eso suceda y por eso sigo pidiendo un paquete de ayuda global que ascienda al menos al 10% de la economía mundial. Los países más desarrollados pueden hacerlo con sus propios recursos, y algunos ya han comenzado a aplicar esas medidas.
“Pero los países en desarrollo necesitan un apoyo consistente y urgente”
El Fondo Monetario Internacional ya ha aprobado la financiación de emergencia para un primer grupo de países en vías de desarrollo. El Banco Mundial ha indicado que, con recursos nuevos y existentes, puede proporcionar 160.000 millones de dólares americanos de financiación en los próximos 15 meses. El G20 ha apoyado la suspensión del pago de la deuda de los países más pobres. Aprecio plenamente estas medidas, que pueden proteger a las personas, los empleos y aportar beneficios en términos de desarrollo. Pero esto no será suficiente y será importante considerar medidas adicionales, entre ellas, la reducción de la deuda, para evitar crisis financieras y económicas prolongadas.
Hay quien sostiene que después de la pandemia el mundo nunca volverá a ser el mismo. ¿Cuál podría ser el futuro de las Naciones Unidas en el mundo de mañana?
Nuevas oportunidades después de la pandemia
La recuperación de la pandemia ofrece oportunidades para llevar al mundo por un camino más seguro, saludable, sostenible e inclusivo. Habrá que abordar las desigualdades y las diferencias en materia de protección social que han surgido de manera tan dolorosa. También tendremos la oportunidad de poner a la mujer y la igualdad de género en primer plano para ayudar a construir una resiliencia de cara a las crisis futuras.
La recuperación también debe ir de la mano de la acción por el clima. He pedido a los gobiernos que se aseguren de que los fondos para revitalizar la economía se utilicen para invertir en el futuro, no en el pasado. El dinero de los contribuyentes debería utilizarse para acelerar la descarbonización de todos los aspectos de nuestra economía y dar prioridad a la creación de empleos verdes. Ahora es el momento de imponer un impuesto al carbón y hacer que quien contamina pague por su contaminación. Las instituciones financieras y los inversores deben tener plenamente en cuenta los riesgos climáticos. Nuestro modelo sigue siendo los objetivos del desarrollo sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
“Este es el momento de ser decididos. Decididos a derrotar la COVID-19 y salir de la crisis construyendo un mundo mejor para todos”
Vatican News
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