El relicario más antiguo de Venezuela que protege los Andes

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La imagen de la Virgen de La Consolación, llegó a la colectividad de Táriba en 1560

Lleva 329 años sobreviviendo a todas las guerras

El pasado 15 de agosto, el pueblo del Táchira –frontera colombo venezolana- veneró con especial fervor a su patrona, la Virgen de La Consolación. Llegó a la colectividad de Táriba en 1560. Dos sacerdotes agustinos, procedentes  del Nuevo Reino de Granada, llegaron a Táriba, de paso hacia  San Cristóbal –la capital-  portando una tabla con la imagen de la Virgen.

En 1600, se construyó una ermita para su veneración y desde entonces ha sido un emblema de identidad religiosa para todo el estado, al igual que el Santo Cristo de La Grita.

Ciudad primogénita

El municipio de Táriba se encuentra al lado de San Cristóbal. Allí se ubica la Basílica menor de Nuestra Señora de La Consolación, patrona de todo el estado Táchira. Es un pueblo pequeño, bonito, de calles empinadas, que tiene, como todos, su plaza Bolívar y su templo. En este caso, se trata de la Basílica Menor dedicada a la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación…de Táriba, recalcan con orgullo los lugareños.

Desde 1782 se la llama así. Fue declarada basílica menor por Juan XXIII, el 23 de octubre de 1959, gracias a las gestiones de monseñor Alejandro Fernandez-Feo Tinoco, obispo de la diócesis.

La zona, que mantiene estrechos vínculos con la capital por su cercanía, produce maíz, leguminosas, tabaco, caña de azúcar, café, aves de corral y colmenas. Los pastelitos con distintos tipos de relleno son obligados en la región. Sólo recordarlos se hace agua la boca. La archicélebre chicha andina es, en verdad la bebida emblema con su jugo fermentado de piña, papelón rallado, clavos y pimienta guayabita.

Táriba es denominada la ciudad primogénita del estado Táchira. A pesar de no haber tenido una fundación formal, como en el caso de Caracas o de San Cristóbal, Táriba se desarrolló en el sitio de un antiguo poblado indígena descubierto por Alonso Pérez de Tolosa (a quien acompañaba Diego de Losada), en 1547. Allí se denomina ese episodio «Entrada de Táriba en la Historia».

Para el año 1547 era considerada encomienda; entre 1561 y 1571 era pueblo de indígenas; y para el año 1602 ya era un pueblo constituido. Fray Pedro Simón (1602) refiere que el pueblo estaba «cerca de donde ahora está la devotísima ermita de Nuestra Señora de Táriba».

Con sabor a chicha y pastelitos

Táriba es una ciudad que tiene su propio sabor e identidad. En un sabroso reportaje para el diario El Universal de Caracas, Víctor Moreno describe:

“Se encuentra en una terraza fluvial sobre el río Torbes, que es el buque insignia de los ríos tachirenses. El Tormes en Salamanca le da origen a su nombre. Muchos tachirenses visitan Salamanca porque les recuerda a su querido río de aguas color marrón que lo caracteriza”

Relicario a prueba de fuego

El relicario de la Virgen es el más antiguo de Venezuela. Lo mandó a hacer el obispo de Santa Marta, Jaime de Pastrana, hace 329 años. “Sobrevivió a la guerra de la Independencia, a la Federal y a todas las demás que se gestaron”, según refirió el presbítero Edgar Sánchez.

Allí está, intacto y protector, vigilante de su pueblo desde Táriba hasta los confines del Táchira.

Los estudiosos de esta avocación también cuentan que el 17 de abril de 1813, Simón Bolívar visitó el templo de la Consolación de Táriba y recibió del presbítero Gabriel Pineda las lámparas de plata que acompañaban a la Virgen para apoyar la causa libertadora.

Títulos y coronas para la Madre de los Andes

El actual obispo del Táchira, monseñor Mario Moronta, la ha llamado “La Madre de Los Andes”. Sus favores son conocidos a través de las cordilleras andinas. Varios de esos testimonios de la feligresía los recoge Lorena Evelyn Arráiz para una crónica en un diario caraqueño:

Yéssica Andreina Gámez: «Cuando tenía seis años convulsioné. Luego me diagnosticaron epilepsia. Durante algunos años las convulsiones fueron parte de mi vida, hasta el momento que yo misma le pedí a la Virgen de La Consolación que intercediera. Convulsioné por última vez en la Basílica de Táriba. Por causa de la epilepsia, el médico le dijo a mi mamá que no me exigiera mucho, que por mi condición no iba a lograr sacar ni el bachillerato. Gracias a Dios, a la Virgen de la Consolación y a mi madre, ya estoy a meses de recibir mi título como Licenciada en la Universidad de Los Andes Táchira».

Elsa Carrillo: «Podría decir que es mi paño de lágrimas, de tantos favores concedidos. El más destacado ha sido por salud, cuando yo tenía 17 años y tres operaciones encima. Otra, al tener a mi sobrino de vuelta luego de un disparo que lo mantuvo en coma. Ella, La Consolación con su maternal bendición, el Santo Cristo, Santa Rita y San Judas, han sido el soporte y bendición en nuestras necesidades».

Dayana Medina: «Tenía un año de vida, me dio meningitis. Desde ese día hasta el sol de hoy, soy fiel creyente de la Virgen, ya que no me dieron esperanza y ya son 30 años caminando y ella cumpliéndome todo lo que le pida».

Mariely Nathaly Zambrano: «Mi abuelo me contó que él tenía epilepsia en su niñez. Sus padres lo llevaron donde la Virgen y más nunca volvió a tener ese mal en su cuerpo. Siendo adulto, le dio diabetes y le pidió a la Virgen vivir mucho tiempo con la enfermedad y que no fuese necesario aplicar insulina y efectivamente duró 35 años con la enfermedad. Él me enseñó a ir a la Basílica. Cuando cumplí la mayoría de edad, no podía estar lejos un 15 de agosto. Ahora vivo en Lima, lloro y rezo cada vez que pienso que estoy lejos. Lo primero que metí a mi maleta fue un cuadro de mi Virgencita».

Luz López Maldonado: «En el 2012 me iba a hacer pasantías en Caracas y no tenía vivienda; entonces me dijeron que se lo pidiera a la Virgen en su día. Caminé, le pedí y me fui a Caracas. El hotel donde hice las pasantías me dio hospedaje, comida, gimnasio y servicios de lavandería todo gratis. Luego en el 2017, le pedí a la virgen que me ayudara con mis papeles rusos que estaban súper complicados y tenía un año en ese proceso y cuando fui a mi siguiente cita, en cinco minutos obtuve mis papeles».

Resguardada en su basílica, la Virgen ve llegar hasta su altar desde fotografías, medallas, copias de títulos universitarios y hasta coronas de reinas como muestras de agradecimiento.

El mes de agosto es el mes de la patrona. Toda clase de actividades se realizan y la procesión, otrora muy larga y trabajosa por las irregularidades del terreno, hoy es más suave y se acude con trajes de gala como respetuoso homenaje a la Virgen. El 15 de agosto la eucaristía fue virtual, pero las redes se llenaron de cariño y gratitud por la Virgen de Táriba.

Macky Arenas/Aleteia Venezuela

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