Se llama Juan Francisco y es agente del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) en España. Su imagen se ha convertido en un icono de lo vivido estos días en Ceuta.
Miles de personas se echaban al agua en el ya famoso espigón de Ceuta intentando pasar de Marruecos a España. Unos pocos metros a nado, en un mar con corrientes muy frías y con una equipación muy deficiente. Algunos cruzaron con flotadores de juguete, otros con botellas vacías, con chalecos de corcho… Padres y madres con hijos muy pequeños amarrados con telas. Hijos sobre las espaldas a merced de la mar. Zozobra, rostros de pánico, miedo en los ojos…
En medio de este caos propiciado por la enésima crisis política entre España y Marruecos la Guardia Civil española intentaba rescatar a las personas más vulnerables lanzadas por Rabat. Todos recordamos la imagen de Aylan en una playa de Turquía o la imagen de Valeria en el Río Bravo. Si en Ceuta no hemos vista esta imagen ha sido gracias, entre otros a Juan Francisco y a su compañero Braulio.
Vieron a la madre con el bebé y se lanzaron al mar
Ambos vieron a la madre con el bebé. Se dieron cuenta de que no podía con él y se lanzaron al agua al rescate. No lo dudaron: «Cogimos al bebé, estaba helado, frío, no gesticulaba…», explicaba en los micrófonos de la CADENA COPE. Fueron momentos “traumáticos” explica, porque en ocasiones no sabían si eran bebés, niños pequeños «mochilas o ropa» lo que portaban los migrantes.
El trabajo de la Guardia Civil española, del Ejército, de la Cruz Roja, de Caritas-Ceuta y de muchos voluntarios consiguieron que la crisis de Ceuta no fuera más allá y tuviera víctimas mortales. Nadie olvidará los momentos de terror, el pánico y el miedo, la desesperación de aquellos que se lanzan al mar y el horror de ser empujados al espigón como armas de un conflicto diplomático.
“A morir, siempre tienen que ir los hijos de los pobres”, afirma con un grito desconsolado Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger en su perfil de Facebook. Esta vez no hubo muertos gracias a la existencia de “buenos samaritanos” que, como Juan Francisco se han “mojado” literalmente para salvar a los más necesitados.
Aleteia
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