Así se quejaban ante los guardias que retenían los vehículos con asistencia de emergencia para las víctimas del deslave en Mérida, Venezuela. Mira aquí también el coraje y la valentía del obispo de Mérida, Luis Enrique Rojas, ante el intento de frenar la ayuda hasta Tovar
En las guerras más cruentas y hasta los dictadores más sanguinarios han dejado siempre una ruta abierta a la ayuda humanitaria en situaciones límite. Cruz Roja Internacional y las organizaciones de asistencia humanitaria consiguen rutas o corredores en medio del fragor de los enfrentamientos para llegar a la gente afectada. El caso de Venezuela es diferente.
Muy importante es que el mundo sepa lo que está ocurriendo en Venezuela, que pueda tomar nota, seguir las incidencias y condenar una inhumanidad sin parangón.
Las horas siguientes a la tragedia ocurrida en las montañas de Mérida –Andes venezolanos- la Iglesia católica, una vez más, se movilizó de inmediato. Con el obispo al frente, comenzó un operativo de ayuda y acompañamiento a las familias que todo lo perdieron. Y no ha parado. Llegaron antes que nadie a los lugares más destruidos. Cáritas respondió en el acto y comenzaron a aparecer donativos para la asistencia de lo más elemental a las comunidades.
Rápidamente seleccionaban, organizaban, cargaban los camiones y salían, en medio de la lluvia y sorteando toda clase de obstáculos, hasta las zonas más devastadas. Pero hubo un obstáculo peor.
“Órdenes superiores”
La Guardia Nacional se dio a la tarea de retener las caravanas con ayuda, ropa, medicinas, alimento. Todo debía esperar, como si la gente estuviera para esperar. “Son órdenes superiores”, era su excusa. ¿Cuáles órdenes podían interponerse en el paso de ayuda de emergencia?. La gente no podía creerlo. ¿Dónde tenía el corazón aquellos seres? ¿Cómo es posible, ante una tragedia de esa magnitud, semejante comportamiento?
“Órdenes superiores” es el estribillo de todo militar que, tal como sostenía Geoffrey Regan en su “Historia de la Incompetencia Militar” -un clásico de las escuelas castrenses que parece no haber pasado por la psicología de los nuestros- resulta una patética excusa de “la plétora de estúpidos guerreros que, vistiendo los uniformes de todas las naciones y al frente de ejércitos, flotas y fuerzas aéreas, han enviado a centenares de miles de hombres a morir innecesariamente por culpa de su incompetencia”.
La Iglesia dando el frente
Los tuits condenando el asunto no se hicieron esperar: “La GNB, como para variar, poniendo trabas al desplazamiento de la ayuda que envía la Iglesia a las zonas necesitadas en Merida”.
Monseñor Ulises Gutiérrez, arzobispo de Ciudad Bolívar, publicó, espantado por la situación:
“Insólito y criminal lo que sucede en la alcabala de la Victoria, Edo. Mérida: la GNB no deja pasar la ayuda humanitaria a Sta. Cruz de Mora, Tovar y pueblos afectados por la vaguada. Ni la ayuda de Cáritas ni de particulares”. Y reiteraba: “Es un crimen de lesa humanidad impedir el paso de la ayuda humanitaria a los damnificados por la vaguada en el Valle de Mocotíes, Mérida, por parte de la GNB. Esta situación debe ser solventada de inmediato y suspender de su cargo a los responsables”.
La arquidiócesis de Mérida no se detuvo. En su perfil de tuiter escribieron:
“En estos momentos Cáritas parroquial en colaboración con los deportistas Zedeños están saliendo a llevar más de 500 kgs de alimentos en hombros ya que desde Zea al Amparo; no hay carretera; liderados por el Padre Jesús García”.
El Periodista EliRaf de (@notigráfica) también protestó:
“LA GNB obstaculiza y torpedea la ayuda de la Iglesia Católica para las familias pobres y de escasos recursos afectadas por las lluvias en Mérida. Un gesto de ese componente militar en el proceso socialista”.
Todo eso fue el viernes. La arquidiócesis dio cuenta de algunos camiones que, finalmente, llegaron a su destino. El padre José Toro, de la arquidiócesis de Mérida, consultado por Aleteia, informaba que “Cáritas consiguió que llegaran a Tovar tres cargamentos, uno que salió de Timotes, uno de Mérida, la capital, y otro de Pueblo Llano. Esos transportes lograron pasar sin problemas. No puedo asegurar que haya sido igual con cargas de otros organismos”. Tal vez la airada y masiva protesta funcionó.
Hoy, el cuento es otro
El periodista merideño Euro Lobo daba cuenta de una nueva arbitrariedad: “29ago… Recibo la siguiente denuncia: A esta hora, 11:27 am, trancado el paso en La Victoria para los camiones y personas que vienen con medicamentos y comida para las personas afectadas en Tovar”.
En Caracas, hay decenas de camiones preparados con ayuda que se ha logrado reunir gracias a la solidaridad de los parroquianos. Nadie está holgado ahora en Venezuela, pero la gente hizo un esfuerzo y se desprendió de ropa y enseres que fueron entregados en cada parroquia asignada como centro de acopio. “¿Llegarán a su destino?” Es la pregunta que nos hacía uno de los colaboradores de la Iglesia. “Lo único que sabemos es que hay que intentarlo”.
Esto tiene antecedentes
Los antecedentes de este proceder ante tragedias y desastres se remontan al deslave que vivió el estado Vargas –litoral capitalino- en 1999, apenas comenzó el gobierno de Hugo Chávez. Ha sido una de las catástrofes más grandes de que tengamos recuerdo. Barrios enteros quedaron sepultados bajo lodo y escombros. En medio de aquel horror, muchos países ofrecieron ayuda y Chávez se negó en redondo. En su obsesión por ideologizarlo todo despachó, sin dejarlos acercarse, a dos buques de la armada estadounidense que se acercaron a nuestras costas cargados con toda la ayuda necesaria para un pueblo que sufría lo indecible. Allí comenzó el rechazo a toda ayuda humanitaria, sin importar la dimensión de las tragedias.
Aquel patrón se repite, implacablemente, a lo largo de los gobiernos, tanto de Chávez como de Maduro.
“Nunca vi algo así”
Un diplomático –que por razones obvias pide no ser identificado- nos comentó:
“Hay que recordar la ayuda que bloquearon desde Colombia, la comida que se pudrió en Las Antillas, la imposibilidad de traer alimentos y medicinas desde Brasil y hoy repiten con Mérida. Toda ayuda que dejan entrar les sirve para hacer proselitismo con una página del Psuv –partido oficialista-, lo cual hace muy triste la situación que se está viviendo. Esto es perverso. Hablan de ayuda que envían a Haití y no se ocupan de su propio pueblo que sufre. Ahora alardean diciendo que están activados con el problema de Mérida y por detrás están poniendo trabas a que llegue la ayuda hasta las personas damnificadas. Es un drama, una crueldad inusitada. He trabajado en muchos países pero nunca vi algo así”.
Hemos recibido noticias de que un camión de Cáritas logró descargar donativos en una parroquia de Tovar. “Hasta ahora, los de Cáritas pasan nos dice un sacerdote en la zona”. Pero ayudas de otras organizaciones tienen problemas. Y así vamos, pasa uno y detienen tres. Una torva política para desmoralizar. Lo mismo pasa con los presos políticos: sueltan uno y detienen tres. Una práctica, muy castrista por cierto, para desalentar, para abatir, para descorazonar. Es una psicología de la crueldad hecha poder.
El cardenal Baltazar Porras, arzobispo Metropolitano de Mérida y Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, elevó sus oraciones por los fallecidos y damnificados, tras las fuertes lluvias registradas en la entidad merideña.
«Un llamado a la solidaridad y la oración por los fallecidos y damnificados por el deslave en la zona del Mocotíes, estado Mérida. Cáritas nacional y arquidiocesana se han movilizado. Dios bendiga a nuestra gente», expresó Baltazar Porras en un mensaje difundido por medio de su cuenta en Twitter.
Reporte Católico Laico
Síguenos por Instagram, Facebook y Twitter como @lagreydigital y en Telegram: La Grey Digital