Cardenal O’Malley: Los abusos son un obstáculo a la predicación del Evangelio (Video)

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Cardenal O’Malley en entrevista para Vatican News con el sacerdote venezolano Johan Pacheco

El presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores luego de la incorporación de este al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, reitera la misión de promover espacios seguros en la Iglesia para los menores, “entendido la realidad de lo que han sufrido”.

La continua tarea de la Iglesia de la lucha contra los abusos a menores, el fortalecimiento de lugares seguros para las personas vulnerables es una tarea que debemos asumir con “valentía”, expresa el cardenal Seán O’Malley OFM Cap, Presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores que en adelante formara parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

El cardenal O’Malley comenta en una entrevista a Vatican News la tarea que ahora la Comisión Pontificia que lucha contra los abusos de menores en la Iglesia cumplirá junto a sus miembros, algunos recién nombrados, dentro de la estructura de un Dicasterio: “ahora podemos trabajar para ayudar, evaluar y mejorar”.

“Muchos se han suicidado, muchos quedan con adiciones, con problemas de depresión, y realmente a muchos les aleja de la fe también, porque para ellos el abuso fue perpetrado por una persona que representaba a Dios”, lamenta el cardenal O’Malley describiendo las heridas que son necesarias curar, hacer justicia, y sostener a las víctimas.

El presidente de la Comisión Pontifica para la Protección de Menores insiste en la necesidad de la “conversión pastoral” para sumir estas tareas, entendido que los abusos sexuales, de conciencia y de poder son un “gran obstáculo a la predicación del Evangelio”.

Asegura también el cardenal Seán O’Malley que en los lugares donde se han tomado en serio las medidas ha dado buenos resultados: “en los últimos 20 años, hay poquísimos casos”.

Eminencia el Nombramiento de los nuevos miembros se produce tras la reforma de la Predicate Evangelium que ha querido la incorporación de la Comisión Pontifica para la Protección de Menores al Dicasterio para la Doctrina de la Fe. ¿Cómo influye esto? ¿Hay cambios en el trabajo de la Comisión?

Pues los cambios vienen juntamente con el momento cuando el Santo Padre nos ha dado nueva responsabilidad a la Comisión, haciéndonos parte de la Curia Romana. Así estamos ansiosos de trabajar con estos nuevos, la mitad de la comisión son miembros que han estado con nosotros, pero son diez nuevos; representan muchos países diferentes. Tenemos en la Comisión, la mitad son mujeres que es muy importante. La mujer tiene una prospectiva muy importante en toda esta área de safeguarding, estamos muy agradecidos por los que han servido en la comisión en el pasado. Pero estamos con mucha esperanza por los nuevos, tuvimos el otro día la primera reunión con ellos por Zoom y vamos a tener una sesión plenaria con todos los miembros a fines de octubre, para estudiar los documentos que existen y planear nuestro trabajo en el futuro, desde luego ahora que formamos parte de la Curia en vez de ser una comisión independiente que daba consejos al Santo Padre, etcétera, ahora nuestra responsabilidad va ser directamente dentro de la Curia de promover una cultura de safeguarding. Y tenemos junto con la Doctrina de la Fe, que es el Dicasterio que tiene la responsabilidad por los casos, nosotros no tenemos nada que ver con juzgar a los casos individuales, pero estando más cerca de ellos es una oportunidad para llevarles a una actitud pastoral a todo proceso y también una oportunidad para nosotros conocer más de cerca la realidad de los casos, porque todos los casos del mundo entero llegan a este Dicasterio.

¿Lo ven con nuevas funciones, el trabajo de la Comisión ahora dentro del Dicasterio?

Pues habrá mucha más comunicación. En el pasado el Dicasterio para la Doctrina de la Fe tenía la responsabilidad de los protocolos, fue este Dicasterio que informó a todas las conferencias de obispos que el Santo Padre quería que cada Conferencia tuviera su política escrita y anunciada de safeguarding para cada país. Pero ahora podemos trabajar para ayudar, evaluar y mejorar a veces, los protocolos que en algunos sitios son muy, digamos, enfocados en el proceso judicial y falta un poco la parte pastoral y prevención, y cuidado de los sobrevivientes.

En este orden, ¿Cómo ha sido la repuesta de las Conferencias Episcopales, hay apertura y comunión para hacer el mismo trabajo de la Comisión y ahora del Dicasterio?

Si, después de pedir que todos los países tuvieran sus protocolos, la comisión hizo la sugerencia del Santo Padre de reunir a todos sus presidentes de Conferencias, y eso se hizo en 2015. Y de esa conferencia salió el Voz Estis que subraya la necesidad de tener sistemas en todos los países para que la gente pueda fácilmente reportar, denunciar casos de abuso. Y ahora nuestra Comisión va tener la responsabilidad de ayudar a promover esos centros en todos los países, y sobre todo en sitios donde se está apenas empezando el proceso y donde muchas veces hay carencias de recursos y así nosotros vamos a ayudar a identificar esos recursos para ellos.

Por lo que entendemos Eminencia, la misión sigue siendo la misma proteger, salvaguardar a los menores, a las personas vulnerables. ¿Hasta dónde ha llegado la lucha del mal de los abusos, que el Papa ha llamado un “cáncer en la Iglesia”? ¿Qué alcance ha tenido a lo largo de estos años desde que inicio la Comisión?

Pues yo creo que, en los países, en los sitios, donde se ha tomado en serio la necesidad de desarrollar protocolos claros e implementarlos hemos visto el éxito. Realmente en los Estados Unidos tuvimos una crisis terrible en el 2002, y la Conferencia de Obispos en aquel momento trabajó mucho en desarrollar protocolos, una comisión nacional, y todas las diócesis tenían sus comisiones diocesanas y siempre hemos envuelto víctimas y parientes de sobrevivientes en el proceso, el resultado en los últimos 20 años: hay poquísimos casos. Así, si se toma esto en serio hay la posibilidad de crear una Iglesia segura para los jóvenes y para los niños.

Eminencia le hemos escuchado hablar en varias oportunidades sobre la “conversión pastoral” en este trabajo de la Comisión para crear lugares seguros en la Iglesia. ¿En qué consiste esta conversión pastoral?  ¿Se ha producido hasta ahora esta conversión pastoral o es un trabajo continuo?

Pues el Santo Padre es el que ha hablado y que nos ha dado este término ‘conversión pastoral’, pero me gusta mucho, y esta conversión es muy importante, En primer lugar, es superar nuestro miedo de enfrentarse con un tema tan difícil, tan feo, y darnos cuenta de que esto no va a desaparecer por sí solo. Que nosotros como pastores tenemos que tomar cartas en el asunto, tenemos que ejercer un liderazgo, entrenar a toda nuestra gente, escuchar a las víctimas y sobrevivientes, para que podamos entender la realidad de lo que han sufrido y el daño que se ha hecho porque siempre hay la actitud de avestruz, de enterrar la cabeza bajo la arena, y negar. La conversión pastoral tiene que empezar con la valentía de enfrentarse con el problema y sentir el dolor de la gente que ha sido afectada directamente. Porque muchos se han suicidado, muchos quedan con adiciones, con problemas de depresión, y realmente a muchos les aleja de la fe también, porque para ellos el abuso fue perpetrado por una persona que representaba a Dios que podría ser peor, porque entonces hasta su espiritualidad está afectada por esta terrible experiencia.

Y en este ambiente que describe Eminencia, ¿En qué punto especial se debe fortalecer la Iglesia para seguir favoreciendo estos lugares seguros para los menores?

Pues, necesitamos en todas partes tener grandes programas de educación para que la gente se dé cuenta de la realidad, pero también tiene que ver a la Iglesia como comprometida con la prevención. Yo creo que cuando la gente vea que estamos comprometidos con la prevención, se da cuenta de los valores que tiene la Iglesia y la razón por la cual tenemos que además mirar hacia atrás para rectificar las injusticias del pasado y todo esto requiere una conversión, un cambio de actitud, un cambio de corazón y de aceptar la realidad de que la misión de la Iglesia no puede seguir adelante si no nos enfrentamos con este gran obstáculo a la predicación del Evangelio.

Eminencia nos invita a mirar hacia atrás para hacer justicia con el mal que se ha hecho. Para finalizar le quiero preguntar, ¿Y cuál es futuro de la Comisión y de la Iglesia en todo este ambiente y en el trabajo que tienen ahora con el Dicasterio?

Pues esperamos que podamos ayudar, estar al servicio de los otros dicasterios, y parte de nuestra responsabilidad será hacer un informe anual al Santo Padre de que está funcionando bien y donde hay espacio para mejoraría, y creo que eso también es importante. Y muchos se ha logrado, también eso tenemos que dar a conocer porque a veces solo escuchamos las deficiencias y los problemas, pero también hay logros y hay mucho interés. Eso es lo que me da mucha esperanza. Cuando yo hablo con los Obispos que vienen en la Visita ad limina o los Superiores de las comunidades religiosas, todos quieren hablar de eso y ver qué se puede hacer para mejorar la situación, para servir mejor a los que han sido dañados, cómo podemos educar mejor a nuestros seminaristas, a nuestros jóvenes religiosos, para formar una Iglesia donde la gente tenga la seguridad de que aquí se respetan a los niños, les cuidan y les aman.

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