En el segundo día de su viaje apostólico al Reino de Bahrein, en el Golfo Pérsico, este 4 de noviembre, el Papa Francisco instó a líderes mundiales de las religiones a la oración y a sumar esfuerzos concretos a favor de la paz porque “el hombre religioso, el hombre de paz, se opone también a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte”.
Tras haber celebrado la Misa en privado, el Papa Francisco se dirigió en coche a la Plaza Al-Fida’ del “Sakhir Royal Palace” para participar en la ceremonia del “Árbol de la Paz” que clausura el “Foro de Bahrein para el Diálogo: Oriente y Occidente por la Convivencia Humana”.
A su llegada, el Santo Padre fue acompañado por una imponente escolta con guardias a caballo mientras que dos helicópteros trasladaban las banderas del Vaticano y de Bahrein.
Después de una oración común y de las palabras del Rey de Bahrein, Su Majestad Hamad bin Isa bin Salman Al Khalifa, y del Gran Imán de Al-Azhar, Al-Tayyeb, el Santo Padre pronunció un denso discurso en el que destacó la importancia de la oración, de la acción concreta a favor de la paz y exhortó a hacer frente a tres emergencias educativas: el reconocimiento de la mujer en el ámbito público, la protección de los derechos fundamentales de los niños y la educación a la ciudadanía.
No a la guerra, mercado de la muerte
Una vez más, el Papa lanzó un enérgico llamado a la paz y exhortó a los líderes religiosos del mundo a unirse en contra al “negocio de la guerra, al mercado de la muerte”.
“El hombre religioso, el hombre de paz, se opone también a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte. No apoya ‘alianzas contra alguien’, sino caminos de encuentro con todos; sin ceder a relativismos o sincretismos de ningún tipo, sigue una sola senda, la de la fraternidad, el diálogo y la paz. Estos son sus sí”, indicó.
Además, el Papa exhortó a asegurar la libertad religiosa por lo que pidió comprometerse “para que la libertad de las criaturas refleje la libertad soberana del Creador, para que los lugares de culto sean protegidos y respetados, siempre y en todas partes, y la oración se promueva y nunca sea obstaculizada”.
“No es suficiente conceder permisos y reconocer la libertad de culto, es necesario alcanzar la verdadera libertad religiosa. Y no solo cada sociedad, sino cada credo está llamado a examinarse sobre esto. Está llamado a preguntarse si obliga desde el exterior o libera interiormente a las criaturas de Dios; si ayuda al hombre a rechazar la rigidez, la cerrazón y la violencia; si hace que aumente en los creyentes la libertad verdadera, que no significa hacer lo que nos dé la gana, sino orientarnos al bien para el que hemos sido creados”, dijo el Santo Padre.
En este sentido, el Papa Francisco recordó que “la oración, la apertura del corazón al Altísimo es fundamental para purificarnos del egoísmo, de la cerrazón y de la autorreferencialidad, de las falsedades y de la injusticia”.
“El que reza, recibe la paz en el corazón y no puede sino ser su testigo y mensajero…El hombre religioso, el hombre de paz es aquel que, caminando con los otros en el mundo, los invita, con dulzura y respeto, a elevar la mirada al cielo. Y lleva en su oración, como incienso que sube hacia el Altísimo las fatigas y las pruebas de todos”.
Tres emergencias educativas
Al referirse a la importancia de la educación, el Papa Francisco destacó la urgencia de unir esfuerzos a favor de la educación porque “donde faltan oportunidades de instrucción aumentan los extremismos y se arraigan los fundamentalismos”.
“Si la ignorancia es enemiga de la paz, la educación es amiga del desarrollo, siempre que sea una instrucción realmente digna del hombre, ser dinámico y relacional; por lo que no debe ser rígida y monolítica, sino abierta a los desafíos y sensible a los cambios culturales; no autorreferencial y aislante, sino atenta a la historia y a la cultura de los demás; no estática sino inquisitiva, para abrazar aspectos diversos y esenciales de la única humanidad a la que pertenecemos”, advirtió.
En esta línea, el Papa remarcó la necesidad del “reconocimiento de la mujer en ámbito público, en la instrucción, en el trabajo, en el ejercicio de los propios derechos sociales y políticos”.
Luego, el Santo Padre exhortó a “la protección de los derechos fundamentales de los niños, para que crezcan instruidos, atendidos, acompañados, no destinados a vivir con el tormento del hambre o los lamentos por la violencia”.
Ante ello, el Pontífice subrayó que “es necesario esforzarse en esto, para que se pueda establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos”.
“Recorramos, queridos amigos, este camino; abramos el corazón al hermano, avancemos en el proceso de conocimiento recíproco. Estrechemos entre nosotros lazos más fuertes, sin dobleces y sin miedo, en nombre del Creador que nos ha puesto juntos en el mundo como custodios de los hermanos y de las hermanas”, invitó el Papa.
Por último, el Santo Padre afirmó que “si varios poderosos negocian entre ellos por intereses, dinero y estrategias de poder, demostremos que es posible otra vía de encuentro” y añadió que es “posible y necesaria, porque la fuerza, las armas y el dinero nunca teñirán de paz el futuro”.
“Que Él ilumine nuestros pasos y una nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras fuerzas para que la adoración a Dios concuerde con el amor concreto y fraterno al prójimo, y para ser juntos profetas de convivencia, artífices de unidad, constructores de paz”, concluyó el Papa.
Al finalizar la ceremonia, el Papa Francisco firmó el Libro de Honor y regresó al lugar de residencia para almorzar en privado.
El mensaje que escribió en el Libro de Honor fue: “Desde el Reino de Bahrein, ‘tierra de dos mares’ Pido al Altísimo que, desde el mar agitado del conflicto, la humanidad desembarque en el mar pacífico de la convivencia, siguiendo el rumbo del encuentro y redescubriendo la brújula de la fraternidad. Gracias por su ejemplo”.
ACI Prensa
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