El observador permanente ante el Consejo de Seguridad de la ONU, el arzobispo Gabriele Caccia, interviniendo en el debate sobre el camino hacia el 25 aniversario de la resolución 1325, subrayó que la representación de las mujeres en los procesos de paz, uno de los objetivos del documento, ha disminuido, mientras que la violencia, incluida la sexual, ha aumentado
La agenda de Mujeres, Paz y Seguridad de las Naciones Unidas “no podrá aplicarse con éxito a menos que se aborden los principales factores que contribuyen al empeoramiento de las condiciones de las mujeres y las jóvenes”, como las guerras, el extremismo y los recursos desviados hacia el gasto en armamento. Lo subrayó en su intervención en el debate abierto en el Consejo de Seguridad de la ONU,en el camino hacia el 25 aniversario de la resolución 1325, el Arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante este Consejo. El representante del Vaticano recordó que “en los últimos años, la violencia -incluida la violencia sexual- contra las mujeres y las niñas ha aumentado, mientras que la representación de las mujeres en los procesos de paz ha disminuido, lo que demuestra que el enfoque actual es insuficiente”.
La primera resolución sobre el impacto de la guerra en las mujeres
La Resolución 1325, aprobada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU el 31 de octubre de 2000, es la primera que menciona explícitamente el impacto de la guerra en las mujeres y su contribución a la resolución de conflictos para lograr una paz duradera. Y establece cuatro objetivos: reconocer el papel fundamental de la mujer en la prevención y resolución de conflictos, prever su mayor participación en los procesos de mantenimiento de la paz y la seguridad nacional, adoptar una “perspectiva de género” y formar al personal sobre los derechos de la mujer. Una medida que refuerza, extendiéndolos a todas las Partes en conflicto y a “terceras” Partes, importantes compromisos derivados de la más amplia “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres” (CEDAW), adoptada por las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979, como la plena participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, el repudio de la violencia contra las mujeres, la necesidad de su protección y la valorización de sus experiencias.
El Papa: en muchos países “las mujeres son ciudadanas de segunda clase”
Para Caccia, por tanto, al acercarse el 25 aniversario de la resolución, “es oportuno y necesario reevaluar la mejor manera de abordar las necesidades específicas de las mujeres en los conflictos y su importante papel en la prevención y resolución de los mismos”. El observador permanente recordó entonces las palabras del Papa Francisco en su discurso de enero al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: “Cuando los derechos humanos son plenamente reconocidos para todos, las mujeres pueden ofrecer su contribución única a la vida de la sociedad y ser las primeras aliadas de la paz”. Lamentablemente, había observado el Papa, “en muchos países las mujeres son consideradas ciudadanas de segunda clase”, sufriendo violencia, abusos y un acceso limitado a la educación, el trabajo, la atención sanitaria y a otras necesidades básicas. La Santa Sede, subrayó monseñor Caccia, “condena ese trato y deplora la situación en la que se encuentran muchas mujeres y niñas, a las que se niega sistemáticamente el beneficio de la educación”.
Contra las mujeres, conflictos, extremismo y desvío de recursos
El representante de la Santa Sede recordó también que en su reciente viaje apostólico a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur, Francisco subrayó el potencial de las mujeres para transformar sociedades violentas en sociedades pacíficas, cuando “son protegidas, respetadas, valoradas y honradas”. Para liberar este potencial, según Caccia, el Consejo de Seguridad de la ONU “debe garantizar que las mujeres, especialmente las madres que saben cómo se genera y salvaguarda la vida, tengan la oportunidad de participar más plenamente en los procesos de paz y en todos los aspectos de la vida política y los procesos de toma de decisiones”. Para el Observador Permanente, entre los principales factores que contribuyen al empeoramiento de las condiciones de las mujeres y las niñas “figuran no sólo los conflictos -como la execrable guerra de Ucrania y los conflictos a menudo olvidados de África y Oriente Medio-, sino también el extremismo y el desvío de cada vez más recursos al gasto armamentístico, incluidas las armas nucleares, cuyos efectos repercuten de forma desproporcionada en las mujeres y las jóvenes”.
Vatican News
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