En la Audiencia General de este 22 de marzo, el Papa Francisco afirmó que el testimonio de un cristiano debe ser coherente y que tiene que haber armonía “entre lo que se cree, lo que se anuncia y aquello que se vive”. Lo contrario, advirtió, “es una hipocresía”.
Como cada miércoles, el Papa Francisco presidió la Audiencia General ante la presencia de numerosos fieles y peregrinos que le escuchaban en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Continuando con su ciclo de catequesis sobre la “pasión por la evangelización y el celo apostólico”, explicó que evangelizar “es más que una simple transmisión doctrinal y moral”, ya que “no se puede evangelizar sin testimonio”.
Señaló, además, que todo comienza “con un encuentro personal con Jesucristo” y, tomando como ejemplo la exhortación apostólica de San Pablo VI Evangelii nuntiandi, recordó que el testimonio de los cristianos es indispensable en el mundo actual.
A continuación, advirtió sobre la “hipocresía” de algunos cristianos que viven como si no lo fueran. Por ello, declaró que “el testimonio no puede prescindir de la coherencia entre lo que se cree, lo que se anuncia y aquello que se vive”. Para el Pontífice, “una persona es creíble si hay armonía entre lo que cree y lo que vive”.
Volviendo a Evangelii nuntiandi, el Papa Francisco destacó algunas de las preguntas que allí plantea Pablo VI: “¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?” (cfr ibid.).
En este sentido, señaló que “no nos podemos conformar con respuestas fáciles, preconfeccionadas. Estamos llamados a aceptar también el riesgo desestabilizante de la búsqueda, confiando plenamente en la acción del Espíritu Santo que obra en cada uno de nosotros, impulsándonos a ir siempre más allá: más allá de nuestros confines, más allá de nuestras barreras, más allá de nuestros límites, de cualquier tipo”.
El testimonio y la santidad
El Santo Padre explicó también que el “testimonio de una vida auténticamente cristiana conlleva un camino de santidad, basado en el Bautismo”.
Además, precisó que “la santidad no está reservada a pocos; es don de Dios y requiere ser acogida y que fructifique para nosotros y para los demás”.
“Pablo VI enseña que el celo para la evangelización brota de la santidad y del corazón que está lleno de Dios. Alimentada por la oración y sobre todo del amor por la Eucaristía, la evangelización a su vez hace crecer en santidad a quien la realiza”, aseguró.
Una Iglesia que “se evangeliza para evangelizar”
El Papa Francisco subrayó que “la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio”.
“Una Iglesia que se evangeliza para evangelizar es una Iglesia que, guiada por el Espíritu Santo, está llamada a recorrer un camino exigente, de continua conversión y renovación”, señaló.
Aclaró que “esto conlleva también la capacidad de cambiar los modos de comprender y vivir su presencia evangelizadora en la historia, evitando refugiarse en las zonas protegidas de la lógica del ‘siempre se ha hecho así’. La Iglesia debe avanzar, debe crecer continuamente y así se mantendrá jóven”, recalcó.
Siguiendo esta línea, explicó que “debe ser una Iglesia que encuentra dialógicamente el mundo contemporáneo, que teje relaciones fraternas, que genera espacios de encuentro, aplicando buenas prácticas de hospitalidad, acogida, reconocimiento e integración del otro y de la alteridad, y que cuida de la casa común que es la creación”.
“Una Iglesia que dialoga con el mundo contemporáneo, pero que se encuentra cada día con el Señor y dialoga con el Señor, y deja entrar al Espíritu Santo, que es el protagonista de la evangelización”, enfatizó.
Para el Santo Padre, “sin el Espíritu Santo nosotros solamente podremos hacer publicidad de la Iglesia, no evangelizar. El Espíritu Santo en nosotros, es lo que nos empuja a la evangelización. Y esta es la verdadera libertad de los hijos de Dios”, explicó.
A modo de conclusión, invitó a los fieles a leer y releer Evangelii nuntiandi, y aseguró que él lo hace a menudo, ya que es el “la obra maestra de Pablo VI, la herencia que nos ha dejado para evangelizar”.
ACI Prensa
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