Pedro Reinaldo Bravo, en su artículo exclusivo para El Guardián Católico: “7 de mayo día de la Beata María de San José”, recuerda que “el 7 de mayo se celebra en Venezuela la memoria de la Beata María de San José, la primera venezolana en llegar a los altares por su vida de amor, entrega y servicio a Dios y al prójimo en la vida consagrada”.
La Madre María de San José nació en la población de Choroní en el estado Aragua, el 25 de abril de 1875, hija de don Clemente Alvarado y doña Margarita Cardozo.
El 13 de octubre de 1875 recibe las aguas bautismales en el templo parroquial de Santa Clara, en Choroní, con el nombre de Laura Evangelista, por lo que su segundo nombre se debe a que el día 25 de abril la Iglesia celebra la festividad de San Marcos Evangelista, y, por lo tanto, le pusieron dicho nombre como homenaje al autor del Evangelio de San Marcos.
Al cumplir Laura tres años de edad su padre don Clemente Alvarado decide mudarse con su familia a Turmero en el mismo estado Aragua, donde estarán por poco tiempo y luego se trasladarán definitivamente a Maracay, donde Laura hará todos sus estudios siendo una joven muy inteligente y en donde también comenzará sus labores apostólicas. Allí, posteriormente se consagrará a Dios en la vida religiosa con una gran labor que se extenderá en varios lugares de Venezuela.
El 8 de diciembre de 1888 día de la Inmaculada Concepción, Laura hace su primera comunión a la edad de 13 años con mucho fervor, en el templo parroquial de San José hoy Catedral de Maracay. En este particular a los seis años de edad ya estaba preparada en el catecismo, pero por motivo de su corta edad tuvo que esperar debido a las normas de la Iglesia de ese entonces, que la edad mínima para recibir por primera vez a Cristo sacramentalmente era los 12 años.
En el mismo día de su primera comunión Laura hace un voto privado de virginidad a Jesucristo y expresó: “En la Eucaristía está mi tesoro y allí está mí corazón”.
Posteriormente se deshace de todas sus joyas y lleva desde ese momento en su pecho un crucifijo por lo que será llamada “La niña del Cristo”. El 8 de diciembre de 1892 ratifica ese voto de virginidad para siempre en la misma iglesia parroquial de San José en Maracay.
Como se mencionó en Maracay Laura comenzará desde niña sus labores apostólicas con sus obras de caridad a los enfermos y necesitados; y posteriormente en su juventud dará clases a los niños pobres que no podían asistir a la escuela y al mismo tiempo le dará instrucción religiosa.
También impartía catecismo para los niños y jóvenes para prepararlos para la primera comunión; además, participa en la Misa frecuentemente y realizaba junto con otros jóvenes algún acto de piedad como el ejercicio del Viacrucis y oración al Santísimo Sacramento.
Desde su primera comunión Laura quiere consagrarse a Dios, pero lamentablemente en esos años no había comunidades religiosas en Venezuela debido que el presidente Antonio Guzmán Blanco había clausurado los conventos al igual que los seminarios en el país.
Después que Laura termina satisfactoriamente sus estudios en 1892, llega en ese año a Maracay el padre Vicente López Aveledo como nuevo párroco de la ciudad. Este gran sacerdote quien fundará el hospital San José en el que Laura se esfuerza por ser una gran colaboradora en la atención de los enfermos, será también su confesor y director espiritual y quien la guiará en su discernimiento vocacional para consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Después de un proceso de discernimiento y preparación, Laura y el padre López Aveledo, fundaron la congregación Agustinas Recolectas del Corazón de Jesús el 22 de enero de 1901 para la práctica de la caridad a los huérfanos, pobres y enfermos.
El 11 de febrero de ese año Laura y otras tres jóvenes vestirán el hábito agustino y la futura beata cambiará su nombre por María de San José en honor a la Santísima Virgen a quien le tiene gran devoción y a San José Patrono de la Iglesia Universal.
Luego las nuevas hermanas agustinas junto con el padre López Aveledo se presentarán en Caracas ante el Vicario General y Provisor de la Arquidiócesis de Caracas, Monseñor Juan Bautista Castro a quien le debemos la consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento y futuro arzobispo de Caracas, con la finalidad que el prelado conozca personalmente a la familia religiosa.
Durante el encuentro Monseñor Castro designará a la Madre María como Superiora de la Congregación la cual por obediencia acepta y ejercerá ese cargo hasta el año de 1960 en que el Capítulo General de la Congregación elige a su sucesora.
El 13 de septiembre de 1903 la Madre María de San José se consagra definitivamente a Dios con la profesión perpetua de los votos de castidad, pobreza y obediencia y siempre vivirá con alegría su entrega total a Cristo en la vida religiosa.
La vida de la primera Beata de Venezuela se caracteriza por su inmenso amor a Dios, su devoción a la Santísima Virgen María, su humildad y sencillez en todo momento, la alegría de vivir su consagración a Dios en la vida religiosa, su obediencia a la Iglesia, su organización y orden para realizar las labores correspondientes, el aprovechar al máximo el tiempo sin perderlo innecesariamente y la práctica de la caridad a los enfermos, huérfanos y necesitados.
Fundó 38 casas entre hospitales, asilos, colegios, casas de mendigos, escuelas nocturnas para domésticas, leprocomios, hospitales antituberculosos y catequesis en varios lugares de Venezuela. Aunque nunca les faltaron las dificultades para el mantenimiento de las obras, pudo salir adelante por la fe y confianza en el Señor.
Un aspecto distintivo que nunca se puede pasar por alto es su amor a la Sagrada Eucaristía por lo que manifestó en varias ocasiones que si fuera por ella su vida hubiese estado dedicada a orar antes Jesús sacramentado día y noche.
En este particular participaba en la celebración de la Santa Misa con mucha devoción y recogimiento, saludaba al Santísimo en el sagrario en cualquier momento del día, sus largas horas de adoración ante el Santísimo en la noche a pesar de haber tenido un día de intenso trabajo, su participación cuando había Cuarenta Horas tanto en la parroquia San José de Maracay o en alguna de las casas de la Congregación a la que procuraba asistir.
Igualmente, trabajaba en la elaboración de las hostias con delicadeza, oración y silencio la cual era su ocupación preferida y expresaba: “Hacer hostia es multiplicar comuniones”.
Otro aspecto de su amor a la Eucaristía era su alegría cuando recibía la comunión sacramental y sufría cuando por alguna razón no podía comulgar sacramentalmente por los que expresó: “Prefiero todas las amarguras de la vida, antes que pasar un día sin recibirte, bien lo sabes”.
También es digno mencionar que el trato de ella hacia los sacerdotes era de gran respeto porque son los ministros de la Eucaristía quienes hacen presentes a Cristo en la celebración de la Santa Misa, en este particular también expresó:
Sin sacerdote no hay Eucaristía. ¡Qué amargura siente el alma cuando en los pueblos falta el Alma de las almas!.
También es admirable al conocer la vida de la primera Beata del país es su profunda espiritualidad: fue una persona de una gran pureza de alma que tuvo como anhelo alcanzar el cielo en el momento de la muerte y mientras estuvo en el mundo terrenal trabajó para lograr esa meta cumpliendo la voluntad de Dios en todo momento.
Practicó las virtudes cristianas para lograr la santidad, haciendo sus retiros espirituales tanto mensual como anual, corrigiendo sus defectos de carácter la cual lo tenía como cualquier persona, pero siempre se esforzaba en corregirlo y eso es un gran ejemplo para nosotros y al mismo tiempo está la grandeza de ella como de los santos; y asume junto con el amor a la Eucaristía el amor a la cruz que será otro aspecto característico en su vida cotidiana.
La Beata María de San José falleció en olor de santidad en la ciudad de Maracay el 2 de abril de 1967 a la edad de 92 años y fue sepultada en la capilla del Asilo Inmaculada Concepción en la capital aragüeña.
Por su fama de santidad el Capítulo General de la Congregación reunida en la ciudad de Los Teques, estado Miranda, en agosto de 1978 decidió dar los pasos iniciales para el proceso de beatificación y canonización, y el 9 de octubre de 1983 se inicia el proceso diocesano con una Eucaristía solemne en la Catedral de Maracay presidida por Monseñor Feliciano González Obispo de Maracay, declarándola Sierva de Dios culminar la celebración.
El proceso se clausuró el 13 de julio de 1986 y se envió a Roma toda la documentación a la Congregación para la Causa de los Santos.
El 7 de marzo de 1992 se promulgó el decreto sobre la heroicidad de las virtudes y San Juan Pablo II la declaró Venerable. El 23 de diciembre de 1993 San Juan Pablo II aprueba el milagro de la curación de la hermana Teresa Silva por intercesión de la Madre María de San José ocurrida el 17 de septiembre de 1982.
El 19 de enero de 1994 se procedió a la exhumación de sus restos mortales encontrando su cuerpo incorrupto, y el 7 de mayo de 1995 fue beatificada por San Juan Pablo II en la plaza de San Pedro en la ciudad del Vaticano.
La Madre María de San José es un ejemplo a seguir en el amor y servicio a Dios, a la Iglesia y al prójimo. Ella vivió en la misma época de las Beatas Candelaria de San José y Carmen Rendiles, y del Beato José Gregorio Hernández y de los otros venezolanos quienes están en procesos de beatificación. Con su ejemplo nos enseña a vivir la fe en Dios y que nuestra meta es el cielo la cual hay que ganarla viviendo el Evangelio de Cristo y en la práctica de las virtudes cristianas desde los lugares y realidades donde estemos y de esta manera alcanzar la santidad a las que todos sin excepción estamos llamados.
Beata María de San José, Bendícenos y Acompáñanos Siempre
El Guardián Católico
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