Con ocasión de la Fiesta de María Reina, el P. José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis Primada de México, explicó el sentido católico del reinado de la Virgen.
En un video publicado en su canal de YouTube, el P. Aguilar recordó que “desde la antigüedad, la corona ha sido un símbolo de gloria, poder y eternidad”.
“Los grandes líderes y gobernantes han usado como signos de su poder una corona y un bastón de mando, o cetro. Por esta razón, estos elementos se han introducido de forma simbólica en el mundo del arte y también de la reflexión cristiana”, indicó.
“No me refiero a la corona de espinas con la que Cristo fue coronado, y de hecho fue la única corona que recibió en su vida, sino también a coronas de oro y joyas, coronas reales o imperiales”, precisó.
El P. Aguilar indicó que “tenemos que reconocer que Cristo vino a fundar un Reino. Así lo manifestó en varias ocasiones. Un Reino que inicia en esta vida, pero que alcanza su plenitud en la vida eterna”.
El Reino de Cristo, precisó el sacerdote mexicano, no necesita “de un palacio, salones lujosos, una gran corte, tronos y coronas de oro, sino de elementos más importantes como -Él así lo dijo-, el servicio, el amor, y la entrega diaria que significa la cruz”.
“Además de ser Rey, Cristo también nos invita a todos a ser reyes y reinas”, indicó, recordando que “rey es alguien que no se deja dominar sino domina. Del latín domino, dominus, que significa señor, el que enseñorea todas las cosas, el que tiene poder sobre ellas”.
“Por lo tanto, en forma general, este término se aplica a las personas que conquistan y dominan o gobiernan territorios. Sin embargo, su reinado es temporal, porque o mueren o son vencidos por otros reyes”, continuó.
El P. Aguilar resaltó que “en el caso de Cristo, Él venció a los enemigos más importantes que tiene el ser humano, que son el pecado y la muerte. Y ya resucitado, nos invita a seguir su camino venciendo al pecado y unidos a su resurrección después de la muerte”.
“Pero si bien todos nosotros hacemos nuestro esfuerzo por vencer al mal, la Santísima Virgen María es un modelo y ejemplo a seguir”, destacó.
“Como todos sabemos, ella fue concebida sin pecado, al igual que Eva. Pero a diferencia de Eva, que cayó en la tentación y pecó, María por su gran fe y unión con Dios, siempre venció a la tentación y no cometió pecado alguno”.
Santa María, añadió, “se mantuvo siempre llena de gracia, como lo reconoció el Ángel cuando la saludó y le dijo ‘llena, eres de gracia’. Y precisamente por mantenerse Inmaculada venció al maligno, venció a la tentación”.
La Virgen, subrayó, “venció al pecado, como se representa en algunas de sus imágenes, pisando a la serpiente del engaño”.
El P. Aguilar indicó luego que “dentro de los dogmas de la Iglesia la reconocemos como Inmaculada. Por lo tanto, como Reina que dominó y venció al pecado”.
“Pero hay otro dogma en el que reconocemos que ella también venció a la muerte porque la muerte no tuvo el poder de corromper su cuerpo”, dijo, señalando que “el dogma de la Asunción de María afirma que ella fue llevada en cuerpo y alma a los cielos como Reina que venció a la muerte”.
El sacerdote mexicano recordó luego que “en la antigüedad, especialmente en Grecia y Roma, los atletas triunfadores, los guerreros victoriosos, los emperadores o Reyes solían ser coronados con coronas hechas con olivo o laurel”.
“Los primeros cristianos como San Pablo conocían esta costumbre de las coronas. Por eso San Pablo comenta en la segunda carta a Timoteo, capítulo 4, versículos del 7 al 8”.
“En esta carta compara su trabajo con el de un atleta que ha corrido o con un guerrero. Así lo dice: ‘He peleado la buena batalla, he llegado al término de la carrera, me he mantenido fiel, ahora me espera la corona merecida que el señor, el justo juez me dará en aquel día y no me la dará solamente a mí, sino también a todos los que con amor, esperan su venida gloriosa’”.
“Por lo tanto, la corona en estos casos no era de poder, sino de triunfo y de reconocimiento”, explicó.
El P. Aguilar señaló que “actualmente una corona de olivo se considera como un reconocimiento a cualquier logro obtenido pacíficamente, porque el olivo también es signo de paz, pero tarde o temprano, la corona de laurel se seca y la de olivo se marchita”.
“En uno de los misterios del Santo Rosario afirmamos que la Virgen María fue coronada en el Cielo y, en este caso, aunque las pinturas lo muestran de otra manera, nosotros entendemos que su corona no fue de oro con perlas o piedras preciosas, ni tampoco de laurel o de olivo, sino que ella recibió la corona inmarcesible, es decir, la corona que no se marchita y se mantiene siempre vigente porque viene de las manos de Dios”.
Ante quienes se preguntarían si “esto tiene algún fundamento bíblico”, el P. Aguilar señaló el Libro de la Sabiduría, que en el capítulo 5, versículo 16, señala que “recibirán por eso, de mano del Señor, la corona real del honor y la diadema de la hermosura”.
Se trata, explicó, de “una manera de decir que Dios reconoce el esfuerzo y las buenas obras de los fieles, así como se reconocen los méritos de los guerreros o de los atletas”.
“Esto nos permite, por lo tanto, llamarle a María Reina y representarla con una corona. No importa el material que sea, lo importante es reconocerla como Reina”, precisó.
El sacerdote señaló que “en el Rosario la reconocemos 13 veces como Reina. ¿Las recuerdas?: Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, de los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina asunta a los cielos, reina del Santísimo Rosario, reina de la familia, reina de la paz”.
“Pero también le llamamos Reina del Cielo o María Reina. También es llamada Reina de la Misericordia, porque su labor es ejercer la compasión y alcanzar la compasión y el perdón de Dios para los hombres”, añadió.
El P. Aguilar también recordó luego que “en la oración de la Salve le decimos ‘Dios, te salve, Reina y madre’. En la oración del Regina Coeli, le decimos ‘Reina de los cielos, alégrate’. A la Virgen del Carmen se le suele llamar ‘Reina de los mares’”.
“A la Virgen de Guadalupe se le suele llamar ‘Reina de México y Emperatriz de América’”.
El sacerdote mexicano señaló además que “es común” que “se realicen algunas ceremonias en las que un grupo o población coronen a la Virgen María con una pequeña corona de metal precioso”.
Entre estos casos, señaló, se encuentra “la coronación pontificia, en la que el Papa directamente es quien concede a la Virgen María este honor”.
“Sea como sea, nosotros a la Virgen María la tenemos como reina de otro lugar. No solamente como reina de los cielos, sino yo añadiría también una advocación en la letanía que no existe: María, reina de nuestro corazón”, concluyó.
ACI Prensa
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