La migración de venezolanos a Colombia nunca se detuvo, incluso en los tiempos de pandemia, solo se ralentizó. La población que sigue cruzando la frontera presenta una vulnerabilidad importante a tal punto que organizaciones defensoras de derechos humanos aseguran que casi la mitad de los que emigran al vecino país presentan algún nivel de malnutrición.
Comparte por una Vida Colombia es una de ellas. Su directora ejecutiva, Lala Lovera, explicó en una entrevista a la cuenta @migramonitor desde Bogotá que su organización identificó la inseguridad alimentaria que presenta una parte de la población migrante venezolana, lo que viene a agravar una situación que ya es delicada en Colombia.
“En el trabajo que hacemos con la comunidad migrante venezolana en el Norte de Santander nos dimos cuenta la vulnerabilidad que presentan, principalmente los niños, en las instituciones educativas. No es que los niños migran y dejan la desnutrición en Venezuela, así que comenzamos a hacer medidas antropométricas y encontramos que el 42% de ellos presentan algún nivel de malnutrición”.
Lovera agregó que este dato los obligó a encender las alarmas que expertos como Susana Raffalli y organizaciones como la Fundación Bengoa y Fe y Alegría ya habían advertido. “Con una diáspora en avanzada no podíamos ignorar las señales que desde Venezuela se venían activando”.
El estudio de Por una Vida Colombia estuvo enmarcado en el informe titulado “Vaivén, realidad de la migración pendular colombo-venezolana en tiempos de pandemia. 2021”, pero, aunque ya tiene casi dos años, la realidad ha cambiado poco, por el contrario, se ha agravado.
Un informe del Programa Mundial de Alimentación, de febrero de este año, aseguró que, de los 2,5 millones de migrantes venezolanos en Colombia con vocación de permanencia, cerca de 1,3 millones, el 52 %, se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
Por una Vida Colombia puntualizó que el estado nutricional de los niños, niñas y adolescentes migrantes venezolanos en Colombia, el 42% tenía algún grado de malnutrición, 17% presentó sobrepeso u obesidad y un 3% tuvo algún nivel agudo de desnutrición.
“Lo primero que buscamos hacer fue estabilizar esas comunidades. Tomamos el manual de recuperación de la desnutrición de UNICEF, avalado por el Ministerio de Salud de Colombia y aplicamos un programa de tratamiento nutricional de 8 meses. Paralelamente hicimos un acompañamiento a esta población en cuanto a la seguridad alimentaria”.
Cierran las brechas en el tema educación
Otro de los desafíos que la migración venezolana tiene en los países de acogida es el acceso a la salud, educación y empleo, más tomando en cuenta que la regularización sigue siendo una materia en la que los gobiernos han trabajado, pero que todavía tiene dificultades.
Lovera explicó que desde su organización han buscado opciones para que los niños venezolanos puedan estudiar en instituciones colombianas a pesar de no tener la documentación en regla.
“Mucha de la documentación exigida a los niños venezolanos era difícil de obtener y eso nos puso a trabajar para buscar otros mecanismos para recibirlos y nivelarlos. Darle información correcta a los migrantes, pero también a las instituciones y a la comunidad de acogida con el fin de formar proceso cohesión social”.
Fe y Alegría Noticias
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