“Bendición” es una palabra general utilizada para invocar las gracias de Dios sobre un individuo o un objeto, pero no es un sacramento en la Iglesia.
La Biblia habla de bendiciones en una variedad de situaciones, más frecuentemente por un individuo que da alabanza y gloria a Dios.
La Enciclopedia Católica explica esta definición general de bendición: «Ha tomado un sentido que es sinónimo de alabanza; así el salmista: ‘Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mi boca’».
Así pues, la bendición es, como la describe el Catecismo, un movimiento de oración:
«La bendición expresa el movimiento básico de la oración cristiana: es un encuentro entre Dios y el hombre. En la bendición, el don de Dios y su acogida por el hombre se unen en un diálogo recíproco. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón humano puede bendecir a Aquel que es la fuente de toda bendición».
Otro aspecto de la «bendición» es rezar para que las gracias de Dios sean concedidas a otra persona.
[Bendición] «se usa para expresar un deseo o anhelo de que toda buena fortuna, especialmente de tipo espiritual o sobrenatural, acompañe a la persona o cosa, como cuando David dice: ‘Bendito seas y te vaya bien’» (Sal. 128, 2).
La Iglesia bendice
La Iglesia ha seguido estos pasos bíblicos de diversas maneras, impartiendo bendiciones en muchas circunstancias diferentes.
Una cosa a tener en cuenta, según la Enciclopedia Católica, es que «las bendiciones no son sacramentos… Son sacramentales».
De hecho, el Catecismo explica que una bendición es primordial entre los sacramentales:
1671 «Entre los sacramentales, las bendiciones (de personas, comidas, objetos y lugares) ocupan el primer lugar. Toda bendición alaba a Dios y ruega por sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre ‘con toda bendición espiritual’. Por eso la Iglesia imparte las bendiciones invocando el nombre de Jesús, generalmente mientras se hace la santa señal de la cruz de Cristo».
1672 «Algunas bendiciones tienen una importancia duradera porque consagran personas a Dios o reservan objetos y lugares para el uso litúrgico. Entre las bendiciones destinadas a personas -que no deben confundirse con la ordenación sacramental- están la bendición del abad o abadesa de un monasterio, la consagración de vírgenes y viudas, el rito de la profesión religiosa y la bendición de ciertos ministerios de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.). La dedicación o bendición de una iglesia o de un altar, la bendición de los santos óleos, vasos y ornamentos, campanas, etc., pueden mencionarse como ejemplos de bendiciones que se refieren a objetos».
La bendición suele impartirse junto con la aspersión del agua bendita. Un momento común para que los fieles reciban una bendición es al final de la Misa, cuando el sacerdote hace la Señal de la Cruz sobre los fieles.
Aleteia
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