Monseñor Peña Parra: «Ni con toda mi imaginación podría haber llegado a un cuarto de lo que viví en la Macarena»

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Monseñor Edgar Pena Parra en la memoria litúrgica de San Andrea Corsini, patrono de Fiesole, Italia. (Vatican Media)

El enviado especial del Papa a Sevilla ha calificado como «algo extraordinario» su experiencia en la ceremonia de entrega de la Rosa de Oro a la Virgen de la Esperanza.

Monseñor Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado y legado pontificio para el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular de Sevilla, reconoció este jueves que, pese a la «gran imaginación» que tiene, no podría haber alcanzado «ni un cuarto» de lo que vivió en la basílica de la Macarena con la entrega de la Rosa de Oro: «Era imposible imaginar algo así».

No quiso ocultar su entusiasmo. «Ojalá todo el mundo tenga la oportunidad de vivir algo así. Se puede contar, pero no es lo mismo que vivirlo, falta la experiencia. El momento que viví fue maravilloso, ese encuentro directo del pueblo con la Virgen. Creo que es algo extraordinario», fueron las palabras de Peña Parra sobre su experiencia en un acto de piedad popular tan importante como el que se dio en la ceremonia del pasado martes 3 de diciembre.

El número 3 del Vaticano reconoció en una rueda de prensa con motivo del arranque del Congreso la labor de las hermandades y cofradías como «uno de los grandes transmisores de la fe actualmente, algo que está más presente en Andalucía que en ninguna otra parte de España y del mundo. Donde hay cofradías, donde hay devoción popular, a través de la cual se evangeliza, ahí hay vida en abundancia, tanto eclesial como humana. Y donde no hay, se nota esa carestía».

También señaló todo lo que las cofradías hacen en la sociedad andaluza y sevillana: «Muchas veces uno puede estar tentado de pensar que cofradías y hermandades solo están circunscritas a la parte devocional, pero aquí he podido descubrir todo lo que hacen las hermandades. No sólo la gran cantidad de gente que reúnen en torno a los pasos, sino que hacen muchísimas actividades. Los siglos de experiencia, de espiritualidad, de cultura que acumulan. Entienden muy bien la gran responsabilidad que tienen que cumplir con la Iglesia y el pueblo de Sevilla».

La experiencia del prelado venezolano en Sevilla está marcada por la alegría, como señaló, de nuevo, refiriéndose a la Macarena: «Un santo triste es un triste santo. La alegría es fundamental. Al salir de la basílica de la Macarena, vi a un grupo de jóvenes cofrades que comenzaron a gritar y a decir que el Papa era macareno. A mí me entraron ganas de ir corriendo para allá con ellos». Tentado estuvo, si bien no lo hizo por motivos de protocolo y agenda. También aprovechó para hacer una reflexión sobre Sevilla, los cofrades y la alegría: «Es difícil concebir un sevillano triste, pero debemos evitar estar alegres sólo cuando todo va bien. La alegría no va ligada sólo al optimismo, sino a la esperanza».

«Profundamente alegre» de estar en Sevilla

Sobre los primeros compases del Congreso de Hermandades y Piedad Popular, se refirió a la familia como «primera transmisora de la fe y de lo que todos nosotros somos», advirtiendo acerca del «invierno demográfico» al que se ha referido en más de una ocasión el Papa y la importancia de cuidar a la familia como institución.

Queda claro que el sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede está quedando encantado con su visita a Sevilla y todo lo que está viviendo en la capital hispalense: «Vine a Sevilla hace muchísimos años y la impresión que tengo es que estar aquí presente y ser testigo de lo que está sucediendo es sumamente importante. Ayer dimos la bendición a diez toneladas de dulces de las monjas de clausura. Me vuelvo a Roma muy sorprendido, gratificado y profundamente alegre de haber estado en Sevilla, con ustedes, y con la Iglesia hispalense, que tan bien ha organizado este congreso. Hemos estado con hermanos de México, Ecuador, de todo el mundo».

En esa misma línea, se refirió al Congreso de Hermandades y Piedad Popular como una enriquecedora «experiencia internacional» antes de marcharse a visitar la capilla de los Marineros para rezar ante la Esperanza de Triana, tal y como el día anterior había hecho con el Señor del Gran Poder en su templo, «una basílica más pequeña, pero también llena de gente y de fe».

ABC de Sevilla

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