El 2017 se acaba y con ello el centenario de las apariciones de la Virgen María en Fátima. Sin embargo, el mensaje que recibieron los tres pastorcitos sigue más vigente que nunca y su escucha urge igual que entonces.
Con el fallecimiento de San Jacinto y Santa Francisca, Lucía fue la única de los videntes que llegó adulta y su testimonio durante años y que dejó plasmado en sus memorias, Llamadas del mensaje de Fátima, arrojaron si cabe más luz al mensaje de Fátima.
Y se llega a una conclusión, la devoción al Inmaculado Corazón de María es esencial y debería ser un deber para los creyentes. National Catholic Register recoge lo que escribió sor Lucía al respecto tras los mensajes que recibió del propio Cristo y de su Madre.
La aparición en Pontevedra
Sobre el Inmaculado Corazón de María, hubo dos fechas principales para sor Lucía. La primera fue el 10 de diciembre de 1925, fiesta de Nuestra Señora de Loreto. En aquel momento, la religiosa estaba en su celda en el convento de Pontevedra cuando se le apareció la Virgen. Pero Ella no llegó sola sino que llegaba en esta ocasión acompañada por Jesús, que aparecía en forma de niño.
Lucía se refería así sobre este suceso, y habla de sí misma en tercera persona: “La Santísima Virgen puso su mano sobre su hombro, y al hacerlo, le mostró un corazón rodeado de espinas, que sostenía en otra mano. Al mismo tiempo, el Niño dijo: ‘Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre, cubierto de espinas, con las cuales los hombres ingratos la perforan en todo momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para eliminarlos”.
“Mi corazón, cercado de espinas”
Entonces la Virgen María dijo a Lucía, tal y como recogió la religiosa: “Mira, hija mía, mi corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes, tú, al menos, procura consolarme y di que: ‘Todos aquellos que durante cinco meses seguidos, en el primer sábado, se confiesen y reciban la Santa Comunión, recen el Santo Rosario y me hagan 15 minutos de compañía meditando en los misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación’”.
Lucía no realizó esta petición que le hizo la Virgen porque pensaba que eran parte del secreto. Entonces dos años más tarde, en 1927, sus superiores le pidieron que explicara el contenido de aquella aparición y ella se fue ante al Santísimo. Quería preguntar a Cristo si debía revelarlo. Y la sierva de Dios explicó lo que pasó entonces: “Jesús le hizo escuchar muy claramente estas palabras: ‘Hija mía escribe lo que te piden. Escribe también todo lo que la Santísima Virgen te reveló en la aparición, en la que ella habló de esta devoción. En cuanto al resto del Secreto, continúa guardándolo en secreto”.
Establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón
Para la vidente era claro que la devoción al Inmaculado Corazón de María era el plan del cielo. Y lo vio desde las mismas apariciones de 1917. En sus memorias, sor Lucía explicaba que “Nuestra Señora nos dijo, en el secreto de julio, que Dios deseaba establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón”. En aquella visión la Virgen mencionó su Inmaculado Corazón, al igual que habló de la conversión de Rusia y la visión del infierno. “Has visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos por lo que Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”.
Reflexionando en sus memorias sobre aquella aparición, Lucía enfatizaba en la importancia de esta devoción al Inmaculado Corazón de María. La Virgen le dijo que “su Inmaculado Corazón sería mi refugio y el camino que me conduciría a Dios”.
En ese momento, recordaba la monja portuguesa, mientras pronunciaba estas palabras María “abrió sus manos y de ellas brotó una luz que penetró en nuestros corazones hasta lo más íntimo. De ese día en adelante, nuestros corazones se llenaron de un amor más ardiente por el Inmaculado Corazón de María”.
Más adelante, sor Lucía reveló que en aquella aparición “en la palma de la mano derecha de Nuestra Señora había un corazón rodeado de espinas que lo traspasaba. Entendimos que este era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad y buscando reparación”.
“Visteis el Infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os diga, se salvarán muchas almas y tendrán paz”. Esta frase de María es para Lucía la clave de toda esta devoción que debe propagarse por el mundo ahora incluso con más urgencia que cuando se produjo la aparición.
Religión en Libertad