En Venezuela, específicamente en el Zulia, la vida y obra de San Benito de Palermo representa un legado de anécdotas de humildad, servicio y milagros, pero también de mitos e historias que no solo generan incertidumbre sobre su origen, sino que han distorsionado la forma en la que es venerado, por lo que hoy en su día, es conmemorado por quienes más que venerarle le rinden culto y hasta por quienes hacen de sus fiestas una celebración pagana.
Cuando se habla de San Benito de Palermo hay que aclarar que fue un hombre sencillo, oriundo de Palermo, Italia. Hijo de esclavos, pero que nació liberto, incluso con tierras a su propiedad cuya bondad y humildad lo llevó a ser asumido por la comunidad Franciscana. Una vez estando en el convento, Benito comenzó a caracterizarse por su inquebrantable servicio a los pobres, su obediencia a Dios y a sus superiores, con el tiempo se convirtió en un hombre del Señor (fraile), llegando a ser superior de la casa y maestro de novicios, pero pese a la jerarquía que pudo haber alcanzado su solidaridad hacia los más necesitados nunca cambió. Así lo relata el padre Jhon González, párroco de la Iglesia de San Benito de Palermo en Maracaibo.
El padre González explica que una muestra de la humildad de San Benito fue su propia muerte, ya que: «Para las fiestas de Nuestro señor (Semana Santa), el superior del convento le llama la atención a nuestro santo porque ya era demasiada la gente que visitaba la casa en pos de verlo y recibir su asesoría espiritual. Ante esta situación San Benito le respondió que no se preocupara porque cuando muriese su fiesta quedaría en silencio, cosa que así fue porque cuando ello ocurre los demás frailes estaban ocupados en las festividades de Semana Santa; un 4 de abril de su época, es decir quiso que su partida física fuese desplazada por la importancia de la Semana Mayor», relató.
Asimismo, indicó que en Palermo, donde están los restos mortales de Benito los cuales salen en procesión por la ciudad de vez en cuando no tienen una fiesta clara porque aunque él muere el 4 de abril de finales del siglo XVI durante Semana Santa, su fiesta en la referida ciudad es trasladada al mes de julio; entre el 14 y el 20 aproximadamente.
Cabe destacar que «El Santo de los Pobres» tenía 63 años cuando falleció, fue hallado sin vida en el ‹romitorio›, que es la capilla de oración ubicada sobre el convento de los franciscanos. Posteriormente fue velado y sepultado, pero con el pasar de mucho tiempo sus apariciones y milagros despertaron la curiosidad de algunos frailes, por lo que sus restos fueron revisados y encontrados incorruptibles, pese a que el cuerpo fue puesto directamente sobre la tierra, y así se ha mantenido hasta ahora. Actualmente se encuentra en la iglesia Santa María de Jesús de la ciudad de Palermo», detalló el párroco.
Veneración en Sur del Lago
El padre González aclara que La veneración del Santo Benito es muy importante, sobre todo para el Sur del Lago, en el estado Zulia, y eso ha permitido consolidar valores culturales importantes, pero que de algún modo también han confundido la devoción y distorsionado las fiestas de San Benito.
«Cuando llegan los franciscanos a América durante la colonización, específicamente al sur del lago de Maracaibo, Se instauró allí una colonia de africanos que inicialmente fueron evangelizados por los agustinos, y luego por los franciscanos, lo que permitió traer la devoción a San Benito de Palermo, y sumarle a esta el toque del tambor; propio de la cultura africana, y la promesa del licor», explicó.
«Esta promesa no consiste en beber y emborracharse, se trataba inicialmente de hacer unas ollas en el piso para que todos quienes iban a pagar promesas vaciaran en ellas las botellas de licor como muestra de no beber más, por un año por ejemplo, pero con los años se cambió por el refrán ‹un palo pal pavo, un palo pal santo y otro pa mí›, y es así como han cambiado las cosas pero no porque el licor esté asociado a la vida de Benito, porque ni siquiera vino bebía».
Cabe destacar que no todos los que asisten a estas festividades celebran con ron: incluso en esta parroquia celebramos a San Benito de Palermo sin utilizar el aguardiente; la gente sale a la calle, baila el chimbanguele, rezan y oran pero sin consumir licor. Eso nos indica que la devoción al «Santo de los Pobres» santo se puede mantener fuera del aguardiente», enfatizó el párroco.
El santo de la cocina
Otra bondad de las que goza el santo negro es la de la multiplicación de los alimentos, lo que hace propicio pedirle por la reproducción de estos en medio de la escasez de comida que viven los venezolanos: «Esa es la primordial razón por la que en muchas casa se acostumbra colocar una imagen de Benito en la cocina, junto a los alimentos porque sus obras de misericordia consistían en ayudar siempre con los alimentos a los más pobres, pero de igual modo, los milagros y favores que ha concedido nuestro santo también son de salud, de trabajo y demás», informó el padre González.