Encargados de establecimientos insistieron en que no pueden comprar la mercancía a un precio y venderla por debajo, como les mandan los inspectores
Pasillos desolados y estantes vacíos abundan en los supermercados a los que la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos les obligó bajar los precios la semana pasada. Los trabajadores tratan de cargar los anaqueles con lo que tenían en inventario, pero los productos son insuficientes y no se sabe cuándo llegará mercancía nueva.
“Lo que se ve en los estantes es lo que hay. Los almacenes están pelados y no sabemos cuándo habrá productos nuevos. Va a ser muy difícil reponer inventarios, no sabemos qué va a pasar”, afirmó el encargado de un supermercado en Chacao, que prefirió no ser identificado.
El encargado de otro establecimiento en Baruta coincidió en que no tienen mercancía nueva y dijo que debieron paralizar los pedidos a los proveedores, pues los precios que les ofrecen son mayores a los que establece la Sundde. “Muchos estantes están frenteados o maquillados, solo ves productos al frente, detrás todo está vacío. No tenemos ni verduras, ni legumbres. El lunes vino uno de los proveedores a ofrecerme los plátanos a 17.000 bolívares el kilo, pero no pudimos dejar porque la Sundde quiere que se vendamos a 11.000 bolívares”.
Los comerciantes informaron que los inspectores de la Sundde los visitan a diario, aún revisan precios y les ordenan hacer rebajas, solo que en menor volumen que en la semana previa.
“El trato con los fiscales no ha sido malo, pero la decisión que tomaron fue muy agresiva, ordenaron hacer unas rebajas que nos generaron grandes pérdidas. No se detuvieron a revisar los precios marcados, solo dieron órdenes”, dijo uno de los encargados.
En los establecimientos lo que más se consigue son cereales, enlatados, salsas, condimentos, vinagre, agua, aceite, charcutería, panetones y alimento para perros. Varios productos tienen un precio marcado en el envase y otro distinto en los habladores, o etiquetas que se ponen en los estantes. Un limpiador de baños, por ejemplo, marca 82.290 bolívares en el envase, pero en el hablador dice que está en 39.294 bolívares.
El gerente de ventas de una empresa de alimentos y bebidas confirmó lo expresado por los comerciantes. “Algunos supermercados nos dijeron que aun no pueden recibir despachos. Que esperan nuevas órdenes”.
Una fuente vinculada a una cadena de supermercados aseguró que los propietarios de los comercios están muy preocupados y evaluaban también dejar de importar alimentos.
En busca de “rebajas”. Una cliente que estaba ayer en uno de los supermercados supervisados llevaba en su carrito un paquete de galletas saladas que marcaba 110.000 bolívares, pero cuando la cajera le dijo que por las rebajas, las galletas quedaban en 10.000 bolívares, la mujer decidió dejarlas. “No voy a ser cómplice de un robo”, dijo.
En otro supermercado ubicado en La Trinidad también tenían las galletas, pero en 15.000 bolívares y la mayoría de los clientes hacían largas colas para llevárselas.
“Hoy solo le bajaron el precio a estas galletas. Nos va a tocar volver a venir mañana a ver qué rebajan”, dijo una de las mujeres que estaba en el comercio. Se quejó de que la margarina de medio kilo estuviera en 120.000 bolívares y las salsas de tomate en más de 70.000 bolívares.
En las colas había personas que culpaban a los comerciantes del aumento en los precios, otras insistían en que el responsable de la hiperinflación era el gobierno.
RECUADRO:
Trabajadores temen
Desde el fin de semana pasado cuando la Sundde ordenó rebajar los precios a algunos supermercados, los trabajadores de los comercios sienten mucha angustia, pues no saben qué va a pasar con ellos en las próximas semanas.
“Sabemos que no hay más mercancía y tememos que haya gente que decida no seguir aquí. A nosotros no nos han informado nada malo, pero sentimos mucha angustia”, dijo una trabajadora que pidió no ser identificada.
Contó que el sábado cuando veía como los clientes se llevaban todo, dejaban las cosas regadas y hasta los frascos quebrados en el piso sintió mucha decepción.
“Varias trabajadoras lloraban, desesperadas. Les costaba creer lo que veían y sentían mucha preocupación”, dijo el encargado de uno de los comercios fiscalizados.
Las trabajadoras afirman que han visto en los vagones del Metro a personas vendiendo las galletas que compraron muy por debajo del precio en los supermercados.
“Lo que se ve en los estantes es lo que hay. Los almacenes están pelados y no sabemos cuándo habrá productos nuevos. Va a ser muy difícil reponer inventarios, no sabemos qué va a pasar”, encargado de un supermercado.
El Nacional