La visita 162 de la Divina Pastora a Barquisimeto fue extraordinaria desde el punto de vista religioso, pues la Ruta de las Bienaventuranzas fue recorrida como estaba prevista por millones de feligreses quienes expresaron su amor hacia la Excelsa Patrona, desde su salida en Santa Rosa hasta la Catedral Metropolitana de Barquisimeto.
Si bien fue un trayecto maravilloso por la devoción y las muestras de afectos hacia Nuestra Madre, la procesión –un tanto dispersa– estuvo salpicada por las necesidades propias de los venezolanos, que la convirtió en atípica en comparación con años anteriores.
El viacrucis que viven los ciudadanos acompañó a nuestra amada Virgen por los 7.5 kilómetros. Con plegarias hacia ella, las personas aprovecharon el momento para que interceda ante Dios por Venezuela. En cada esquina y en cada paso de la imagen venerada ante los ojos de los devotos, las expresiones de libertad se hacían sentir sin ningún tipo de limitaciones.
Se expresaron
Aunque el tema fundamental era volver a los orígenes cuando la procesión se realizaba entre cánticos y oraciones, fue imposible controlar el clamor del pueblo que quiere cambios para la nación. En la visita 162 se observó un fenómeno social que demuestra la grave situación actual.
Así, la reflexión de monseñor Antonio López Castillo, arzobispo de la Arquidiócesis de Barquisimeto, la mañana del 14 de enero, sobre el hambre y corrupción que castiga al país caribeño, anunciaba otra fuerza que acompañaría a la Divina Pastora: la protesta en medio de lo religioso.
Mientras la imagen era resguardada por su equipo de acompañamiento, al frente, jóvenes que participaron en las protestas de 2017, hicieron su propio cordón de resistencia. ¿El propósito? Animar al pueblo y recordarles su lucha por una Venezuela mejor.
Sus intenciones fueron recibidas por los feligreses que gritaban al unísono “libertad, libertad…”, clamor que siguió toda la procesión y que en la altura de la Venezuela con Morán, se materializó cuando los propios venezolanos rechazaron la tarima de los militares ubicada en ese lugar. No les dejaron ver a la Virgen y se apoderaron de un espacio que por tradición le rinde tributo a la Pastora de Almas. Al ver a la Guardia Nacional Bolivariana allí, hicieron lo posible por desalojarlos al lanzarles frutas y agua, pues hicieron memoria cuando el año pasado la represión con gases lacrimógenos y perdigones paraban las manifestaciones opositoras.
Al superar el incidente espontáneo, siguieron y acompañaron a la Divina Pastora hasta la Catedral, donde fue recibida por congregaciones marianas de otros estados, uniformados que custodiaban al recinto, y autoridades gubernamentales.
Con reflexiones
La Virgen, después de ser instalada al lado derecho de la tarima dispuesta para la eucaristía, fue contemplada por quienes decidieron quedarse para escuchar la Palabra; la mayoría decidió retirarse antes que la noche los atrapara.
Las medidas de seguridad en el recinto religioso fueron las acordadas entre representantes de la Iglesia y Gobierno regional, cuyos miembros mostraron gestos de impaciencia porque la misa de despedida tardó en iniciar. Por horas soportaron de frente el radiante sol que acompañó la procesión, mientras esperaban a las autoridades católicas, cuyo obispo de San Felipe, monseñor Víctor Hugo Basabe, se encargó de conducir la celebración de despedida.
Enérgico
Aunque las autoridades invitadas (Carmen Meléndez, gobernadora de Lara; y Luis Jonás Reyes, alcalde de Iribarren) llegaron con expectativas de escuchar una homilía sin “tintes políticos” (según ellos), ocurrió lo contrario.
Monseñor Basabe, por tener la responsabilidad de la misa de cierre, aseguró que espera que la visita 163 de la Divina Pastora a Barquisimeto, se haga con tiempos de libertad.
La homilía fue precisa, intensa, reflexiva… pues se refirió a temas sensibles para los venezolanos como el hambre, la migración, y la corrupción.
Recomendó que “no escojamos el camino de la maldición en que se han empeñado quienes niegan que en Venezuela hay hambre y desnutrición, quienes les cierran las puertas a quienes en el mundo quieran venir a nuestra ayuda, negándose a la posibilidad de la apertura de un canal humanitario, y permita hacer llegar a Venezuela alimentos y medicamentos, quienes niegan –aunque lo ven con sus propios ojos- que miles de venezolanos buscan qué comer entre la basura, quienes se empeñan en decir que todo está bien y que tenemos comida para alimentar a múltiples naciones, cuando la verdad es que cada vez falta de todo; quienes están empeñados en no entender que la causa fundamental de los males está en la persistencia en un modelo político, social y económico, negador de Dios y de la dignidad humana”, aseguró, recibiendo el aplauso de los “jóvenes del papa Francisco” y del resto de los feligreses.
Basabe expresó no dejar de sentir dolor y tristeza por tantas familias venezolanas que hoy se ven tocadas por la ida de sus miembros a tierras desconocidas. “Millones de hermanos, sobre todo jóvenes, se han marchado en busca de nuevos horizontes y mejores condiciones de vida para ellos y sus seres queridos que dejan en su patria (…) A ustedes, que hoy están afuera, les invito a mantenerse unidos a Cristo y a buscar la protección de la Santísima Madre. Y a tener presente, que esta tierra les espera con los brazos abiertos. Aquí nunca serán extranjeros, aquí están sus seres queridos. Aquí estará Venezuela esperándoles para que juntos emprendamos la tarea de reconstrucción del país cuando esta peste que hoy nos azota se aparte de nosotros”, dijo.
Ante la verdad de la migración, quienes deben irse de Venezuela, es quien es “responsable de este desastre, de que miles de niños hayan atravesado la frontera de la desnutrición severa, de que hayan miles de venezolanos hurgando en la basura, de la corrupción que condena a los enfermos a morir de mengua por falta de atención en los hospitales e insumos médicos”.
Comparó el momento en que Macario Yépez le pidió a la Divina Pastora cesar la peste del cólera, con la actual crisis nacional. “Que nos libre de tantas pestes que nos afligen (…), de la peste de la indiferencia que nos postra en la comodidad y no nos permite entender que hay gente que necesita urgentemente de nuestro auxilio (…), de la peste de tanta corrupción política que ha conducido a Venezuela en la ruina moral, económica y social, que es causa de tanta muerte”.
La homilía de Basabe arrebató llantos y aplausos por lo actualizado de su contenido, pues reflejó la Venezuela que lucha por ser una mejor nación, en medio de tanto caos.
El Impulso