En días pasados tuvo lugar en la comunidad náhuatl de Machetla, diócesis de Huejutla, Hidalgo, el Encuentro de Vida Consagrada de Pueblos Originarios, en el que participaron 74 hermanas de diversas culturas: Chichimeca, Náhuatl, Tz’eltal, Tzotzil, Totonaca, Triqui, Zoque, Chontal, Teenek, Mixteca, Zapoteca, Maya Q´eqchi, (Guatemala) Quechua (Perú) Inca (Bolivia), así como una religiosa brasileña y dos colombianas.
Dicho encuentro se realizó en colaboración con la Dimensión de Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos, la Conferencia de Superiores Mayores de México, y el Equipo Animador de la Vida Consagrada de Pueblos Originarios.
El objetivo general de dicho encuentro fue propiciar espacios de reflexión entre las religiosas de las diversas culturas y congregaciones presentes en el país, para acompañarlas en el fortalecimiento de su identidad cultural y promover que en las congregaciones religiosas se abran espacios para acompañarlas desde la riqueza de su identidad cultural.
Sabiduría ancestral
El tema de este encuentro fue: “Tejiendo nuestra identidad acompañadas de nuestros ancestros”, el cual explican las participantes de la siguiente manera: “Quisimos acercarnos a ellos, escucharlos y percibir su sabiduría que nos sigue hablando para fortalecer nuestro rostro y corazón de mujeres consagradas, a partir de su herencia, para hacer realidad el sueño de Dios y de nuestros pueblos, que es vivir una vida plena, digna y abundante para todos y todas”.
Durante el encuentro “compartimos experiencias de tejer nuestras propias sabidurías e identidades, de seguir moldeando nuestro corazón y tejer compromisos con nosotras, con nuestros hermanos y con la creación. También oramos en nuestras propias lenguas, desde la experiencia espiritual de nuestros ancestros; danzamos como hermanas para equilibrar nuestros corazones y sostener el equilibrio de la creación y de la humanidad, tan dañadas en estos tiempos de tanta violencia”.
Calificaron como hermosa esta experiencia: “fue una gracia para beber de la fuente que habita en nuestro interior, para vivir del pozo de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros padres y madres, con el fin de fortalecer el rostro y corazón de lo que somos y tener claridad de dónde venimos y quiénes somos como mujeres consagradas, pertenecientes a una cultura originaria y miembros de un Instituto religioso”.
Finalmente, reconocieron el trabajo de la comunidad de Machetla y de la diócesis de Huejutla, que hicieron posible este acompañamiento: “Agradecemos a la Comunidad Náhuatl de Machetla tanta bondad para con nosotras; al equipo de religiosas anfitrionas que prepararon con tanto cariño, dedicación y ternura este encuentro. A monseñor José Hiraís Acosta su apoyo y presencia entre nosotras. Dios seguirá bendiciendo a todas y todos, su vida y su servicio”.
Vida nueva / Colombia