Los venezolanos son amantes como ningún otro pueblo lo es de las navidades. Tiene toda clase de tradiciones: Misas de aguinaldo, amigo secreto, gaitas, parrandas, patinajes, arbolitos, nacimientos, pintar la casa, estrenos, llegada del Niño Jesús, elaboración de hallacas, cena de fin de año y un sinfín de maneras y formas de celebrar.
Todas estas costumbres eran realizadas año tras años con mucho entusiasmo y alegría, sin embargo, la alta inflación que azota el país, obliga que este año 2017, algunas de ellas no se cumplan, mientras que otras mutan para no desaparecer.
Entre estas, será la de comer las 12 uvas en año nuevo. El precio de las mismas está entre 200 mil y 800 mil bolívares el kilo.
“Este año no compraré uvas. Estoy concentrada en adquirir alimentos porque se dice que para el principio del 2018 el desabastecimiento será mayor” comentó Yesenia Castellano, quien manifestó optará por “comer las lentejas que trajo la caja de alimentos del Comité Local de Abastecimiento y Producción -Clap- que nos vendieron hace varios meses”.
Sofía Nieto recurrirá a la mandaría para sustituir a la uva. “Desde hace unos tres años, las uvas se han convertido en un producto reservado para pocos. En casa compramos ahora mandarina. Es mucho más económica. El kilo se vende a 20 mil bs.
“Las cosas han cambiado mucho, ya nada es como antes, me da tristeza que mis nietos no tengan navidades como las que nosotros tuvimos, donde el dinero alcanzaba para comprar lo de la cena navideña” apuntó.
Quema del año viejo
Cada 31 de diciembre las comunidades de las distintas poblaciones del estado Táchira celebran su tradicional quema del “año viejo”, que consiste en quemar un muñeco que representa los hechos más significativos del año que finaliza.
La costumbre apunta a “quemar” de manera simbólica todo lo malo para dejarlo atrás con el año que se va, no obstante, con el paso de los años el ingenio y humor se fue adaptando a la costumbre y a los gigantescos muñecos que pasaron a representar sencillamente personajes o hechos que marcaron el año.
La figura se llena de pólvora que arde con las 12 campanadas como anuncio de la llegada de un nuevo año.
Cada barrio o urbanización fabrica su muñeco, generalmente con la ayuda de la vecindad. Una vez que el monigote está fabricado, los vecinos lo colocan en una esquina o lugar estratégico donde piden colaboración a quienes pasan para comprar los fuegos artificiales que llenan la figura.
Minutos antes de las 12:00 de la noche, los vecinos se reúnen en las puertas de sus casas para observar la colorida quema del “año viejo”, y con ello viene el acostumbrado abrazo de fin de año.
¿A quiénes representa el año viejo?
Estas figuras representan personajes de cualquier tipo, desde políticos, artistas, estrellas de cine, dibujos animados e incluso personas que influyeron de manera positiva o negativa a nivel nacional e internacional.
Esta quema además es acompañada de la lectura de un testamento, un discurso completamente basado en las anécdotas vividas por los propios vecinos.
La quema del muñeco ya es considerada como un atractivo espectáculo sentimental, y por ello, las comunidades adoptan un compromiso social y familiar.
Antecedentes del año viejo
El año viejo es un monigote elaborado con ropa vieja, cartón o papel, relleno de paja o aserrín y con frecuencia con artefactos pirotécnicos, para ser quemado a la media noche del 31 de diciembre en un gran número de países latinoamericanos, cuya costumbre está más arraigada desde el punto de vista popular en Ecuador y Colombia.
El ritual se debe distinguir de la Fiesta del Judas, que a pesar de tener características similares tiene distintas connotaciones y se celebra en algunas regiones de España y de América Latina, al inicio de la semana de pascua o en el domingo de resurrección.
Sin pernil en la mesa
En Venezuela también falta la carne. Las fiestas de este año se perfilaron como las peores vividas en décadas, en medio de una crisis total que enardeció a cientos de personas por la escasez de alimentos, la falta de medicamentos.
Ante esta situación, los venezolanos volvieron a manifestar principalmente en la ciudad de Caracas, al no recibir el pernil de cerdo, plato principal en la comida de Navidad y Año Nuevo, el cual fue prometido por el Presidente Nicolás Maduro.
El ingreso mínimo suma unos 450.000 bolívares, lo que cuesta en el mercado kilo y medio de pernil. En el plan gubernamental de venta de alimentos subsidiados, el kilo cuesta tan solo 12 mil bolívares, por lo que si no es entregado por esa vía el plato típico es inalcanzable para muchos venezolanos.
Los reclamos se registraron en las barriadas de Antímano y La Vega, en el oeste de la capital de Venezuela, según reportaron medios de comunicación locales. Efectivos de la Guardia Nacional, con equipos antimotines, vigilaban las movilizaciones.
La excusa
En cadena nacional, Maduro culpó a un Gobierno extranjero sobre lo que ocurre en el Estado, donde responsabilizó a Portugal de “sabotear” la importación de jamones.
“Pero ¿qué pasó con el pernil? Nos sabotearon. Puedo decirlo de un país, Portugal. Estaba listo, porque nosotros compramos todo el pernil que había en Venezuela. Pero teníamos que importar y así di la orden y firmé los pagos. Pero nos persiguieron las cuentas bancarias” expresó el mandatario nacional en su alocución.
“Nos persiguieron los dos barcos gigantes que venían y nos sabotearon”, agregó.
No obstante, en su discurso Maduro aseguró que “con saboteo o sin saboteo a este pueblo nadie le quitó la felicidad de la Navidad ni nadie nos va a quitar la felicidad de fin de año”.
La justificación del chavismo se da tras las sanciones financieras contra Venezuela que impuso Estados Unidos, que prohibió a sus ciudadanos y empresas negociar nueva deuda del Gobierno y su estatal petrolera PDVSA, fuente de 96% de las divisas que entran al país. Maduro y altos funcionarios sostienen que ello ha obstaculizado las importaciones.
Maryerlin Villanueva