En un video que circula en redes sociales, el sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado, P. Gustavo Lombardo, advirtió que la dictadura del relativismo que vivimos hoy está llevando a la sociedad a un ateísmo moderno, en el cual cada hombre se cree Dios, con la capacidad de decir qué está bien y qué mal.
“Lo que es cierto es que vivimos en un relativismo. Se trata de imponer ese pensamiento, y el que dice lo contrario, el que afirma que hay una verdad, entonces es censurado”, añadió el sacerdote.
El presbítero afirmó que la verdad existe y “está muy relacionada con el ser”.
“Que esta sotana que yo tengo puesta es negra no depende de que yo lo pienso o no. Pero vamos a algo más profundo o filosófico si se quiere. Que yo exista, que estoy acá o que ustedes estén del otro lado de la pantalla, no es algo que dependa del pensamiento de alguien”.
Sin embargo, sostuvo que la existencia del ser sí depende de “‘alguien’, con mayúscula”, a quien se le llama Dios.
“Pero el ser, la realidad, no depende de nosotros. ¿Qué pasa cuando uno niega eso? Cuando uno hace depender la verdad, del pensamiento, termina negando el Ser con mayúscula que es Dios. Por eso es que el relativismo nos lleva de la mano al ateísmo”, dijo.
Asimismo, enfatizó que no se trata de un ateísmo como en la antigüedad que dice “Dios no existe”, sino de un “ateísmo moderno” que dice “yo soy Dios”.
“Eso es lo que nos enseña el mundo de hoy, que va de la mano justamente con el relativismo moral. Si yo soy Dios, también decido qué está bien y qué está mal”, afirmó el P. Gustavo.
“No es que el mal tenga un ser ontológico, es privación de bien, pero hay cosas que están bien y cosas que están mal. Más allá de lo que yo o muchos piensan. Como dirá el Señor en Isaías 5, 20: ‘Ay de aquel que llama bien al mal y mal al bien’”, continuó.
Finalmente, indicó que una prueba de que el bien y el mal existen “es cuando uno afirma algo que no cae tan simpático o que no es políticamente correcto para la parte dominante de la sociedad”.
“Entonces se ve esa persecución que en definitiva es una astillita de la cruz del Señor. No nos vamos a comparar con Él, pero así como el Señor vino a los suyos, y los suyos no los recibieron. Así el que trata de afirmar la verdad también sufre algo muy pequeñito de lo que Él sufrió”, concluyó.
Reporte Católico Laico