“El ayuno es uno de los deberes de la Cuaresma”, recordó Francisco. Y sugirió: “Si no puedes hacer un ayuno total, ese que te hace sentir el hambre hasta en los huesos, haz un ayuno humilde, pero verdadero”.
En su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta este tercer viernes de febrero, el Papa Francisco puso en guardia ante el ayuno incoherente, exhortando a preguntarnos cómo nos comportamos con los demás.
“Desatar las correas del yugo”
El Papa ha reflexionado a partir de la Primera Lectura, tomada del Libro del Profeta Isaías, y ha aclarado cuál es el ayuno que quiere el Señor: “Soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos y quebrar todos los yugos”.
Ayunar con coherencia, “no para hacerse ver, despreciando a los demás o entre disputas y altercados” ha sido el mensaje que ha lanzado el Papa a los fieles presentes en la capilla de Santa Marta.
“Ayunen con coherencia”
“Ya no ayunen como hacen hoy, de manera que se escuche fuerte su ruido –ha sugerido el Papa– es decir, nosotros ayunamos, somos católicos, practicamos; yo pertenezco a esta asociación, nosotros ayunamos siempre, hacemos penitencia. Pero ayunen con coherencia o hagan la penitencia incoherentemente como dice el Señor, con rumor, para que todos la vean y digan: ‘Pero qué persona justa, qué hombre justo, qué mujer justa…’. Esto es un truco; es trucar la virtud”.
Ayunar también es humillarse
Ayuna “para ayudar a los demás, pero siempre con la sonrisa”, exhortó Francisco. Y explicó que el ayuno también consiste en humillarse y esto se realiza pensando en los propios pecados y pidiendo perdón al Señor.
“Yo pienso en tantas empleadas domésticas que ganan el pan con su trabajo: humilladas, despreciadas… Jamás he podido olvidar aquella vez que fui a casa de un amigo siendo niño. Vi a la mamá que daba un sopapo a la doméstica. 81 años… No me he olvidado de eso”.
El Pontífice ha planteado: “¿Cómo me comporto yo con la doméstica que tengo en casa, con las empleadas domésticas que están en casa?”. “¿Les pagas lo justo, les das las vacaciones, es una persona o es un animal que te ayuda en tu casa? Sólo piensen esto”.
Al concluir su reflexión exhortó a “hacer penitencia”, a “sentir un poco el hambre”, a “rezar más” durante la Cuaresma y a preguntarnos cómo nos comportamos con los demás:
“Mi ayuno ¿llega a ayudar a los demás? Si no llega, es ficticio, es incoherente y te lleva por el camino de una doble vida. Hago de cuenta que soy cristiano, justo… como los fariseos, como los saduceos. Pero por dentro, no lo soy. Pedir humildemente la gracia de la coherencia. La coherencia. Si yo no puedo hacer una cosa, no la hago. Pero no hacerla incoherentemente. Hacer sólo lo que yo puedo hacer, pero con coherencia cristiana. Que el Señor nos dé esta gracia”.
Zenit