¿Es posible el cambio personal?

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La oración, la limosna y el ayuno son los medios tradicionales que salen al encuentro del creyente en la Cuaresma

por Mateo González Alonso 

El tiempo

Aunque los escaparates no dejan de recordar que el 14 de febrero es el día de los enamorado y los cupidos mitológicos se mezclan con la tradición del mártir Valentín, de la iglesia romana perseguida –cuya reliquia del cráneo se venera en la iglesia de ‘santa María in Cosmedin’, la misma que acoge en su atrio la “Boca de la verdad”–, este año ha coincidido con el Miércoles de ceniza. Aunque los menús ofrecen buenos pescados socialmente se va diluyendo el calendario de la cuaresma.

Eso sí, en los templos y en los pliegos de ‘Vida Nueva’ se nos ofrecen pautas continuas que estimulan la propia conversión, los más pesimistas no dejarán de preguntarse si el cambio es posible. ¿Y es que el cambio no puede darse a golpe de calendario o de Cuaresma? Las resistencia de la edad o de los problemas enquistados en la familia o con nuestros cercanos son espoleados con el mensaje cuaresmal que purifica nuestras conciencias para que entre plenamente la luz de la Pascua. Los textos bíblicos elegidos para la liturgia, formando una unidad con los de la Semana Santa, son los que más claramente pueden ayudar a hacer ese camino de purificación interior –la historia de la espiritualidad lo confirma.

La canción

El pasado ‘Miércoles de ceniza’ hablando del sentido de la cuaresma y del propio gesto de la imposición de ceniza con unos adolescentes, gracias a ellos, descubrí una canción de Juanes que invita al cambio. “It’s time to change, es tiempo de cambiar” repite en inglés y en castellano el cantante latino. El título de la canción, “Odio por amor”, no deja lugar a equívocos.

“Trabajamos como dos locomotoras a todo vapor, y olvidamos que el amor es más fuerte que el dolor”, comienza la primera estrofa. “Los hermanos ya no se deben pelear, es momento de recapacitar … Es tiempo de saber, pedir perdón, es tiempo de cambiar, en la mente de todos, el odio por amor” se escucha varias veces en el estribillo.

La canción nos deja otros recados, como que “si te pones a pensar la libertad no tiene propiedad” o que “si aprendemos a escuchar quizás podamos juntos caminar, de la mano hasta el final, yo aquí y tu allá de la mano hasta el final”…

Siguiendo la conversación en ese miércoles, todo el mundo esta de acuerdo en que el cambio era posible, que es cuestión de voluntad.

El mensaje

Casi se puede leer en el mismo tiempo que dura la canción de Juanes. El Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2018 está encabezado por una curiosa cita bíblica de una de las escenas de la Pasión de Jesús: “Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría” (Mt 24,12).

En el texto, Francisco toca de nuevo las seducciones de los “falsos profetas”, como estafadores que “no solo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar” y frente quienes tienen “un corazón frío” –señalando cómo en la ‘Divina comedia’ el diablo es representado en el infierno sentado en un trono de hielo–. Este corazón frío es, para Francisco, el que se apega al dinero o el que envenena la tierra; por ello recoge de ‘Evangelii gaudium’ las “señales más evidentes” de la falta de amor: “la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero”.

La oración, la limosna y el ayuno son los medios tradicionales que salen al encuentro del creyente en la Cuaresma. “Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”, apunta Francisco mientras convoca un año más la iniciativa de “24 horas para el Señor”.

El cambio se revela como una cuestión del corazón, sin límite de edad o de calendario, por mucho que parezca un verso suelto de una canción pop.

Vida Nueva