Cinco venezolanos, cinco historias en el exterior

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El éxodo de venezolanos crece día tras día por una crisis que no encuentra su techo

A causa de la crisis económica, política, y social que atraviesa Venezuela, miles de personas han dejado el país en estos últimos meses. Cinco emigrantes en cinco países del mundo nos cuentan sus motivos y su nueva vida.

El éxodo de venezolanos crece día tras día por una crisis que no encuentra su techo. La diáspora ya está conformada por más de cuatro millones de personas; la mayoría de ellas se fue de su tierra en los últimos años de gobierno oficialista, entre los emigrantes, hay muchas de historias de dolor, pero también de esperanza por volver.

“Al llegar vi un cambio que cualquier venezolano quiere para su país”

Luis Parada, tienen 25 años de edad, y decidió partir hacia Buenos Aires, Argentina, el pasado 31 de agosto de 2017. Cuenta con dos hijos y una esposa, quienes en unos cuantos días viajarán para reencontrarse con él.

Parada, relató que la decisión de marcharse fue difícil y dolorosa, pues “no fue fácil para mí dejar toda una vida atrás y empezar de la nada, para ofrecerles la estabilidad económica que cualquier padre desea ofrecerles a sus hijos, en mi caso, a Samuel Eduardo y Luis Manuel, quienes son los motores de mi vida”.

“No es fácil emigrar, pero tampoco es imposible, si vas mentalizado en trabajar y ser honrado, créanme que va valer la pena” apuntó.

Cuenta que fueron más de 13 días de viaje, “donde tuve la dicha de encontrarme en el camino a gente maravillosa que me ayudó a seguir adelante en mi travesía, en Colombia por poco me deja el expreso a Ipiales, también, en mi primera parada, que fue en Perú, no solo encontré amigos venezolanos si no también un amigo peruano, quien me ayudó en este país”.

Luego, en su descanso en Chile, “me reencontré con un gran amigo Alonso se llama, quien me ofreció su hogar para poder descansar y sentirme cómodo, al mismo tiempo, tuve la oportunidad de conocer a otra persona, Carlos, quien se sorprendió con esta travesía que venía realizando, tanto así, que me dio regalos, dinero y especialmente buenos deseos” expresó.

“Al llegar a Argentina, vi un cambio que cualquier venezolano quisiera para su país, con lindas personas, magníficos lugares, y organización. Para mí sería un sueño ver a Venezuela de esta manera” destacó.

Contreras tardó nueve días en conseguir trabajo, se desempeña como mozo en un restaurant y su salario le permite costear sus gastos en esta nación, así como enviar una importante remesa para los gastos de su familia.

Detalló que mientras el país siga siendo dirigido por el chavismo descarta volver, lamentó como el Estado, poco a poco ha perdido todas sus virtudes y el gobierno disfruta de la “podredumbre que le causa a los venezolanos, a través de migajas y soluciones improvisadas que no generan ningún resultado positivo” agregó.

“Aquí las cosas sí funcionan”

Oriana Mendoza, es comunicadora social, vive en la ciudad de México con su novio. Recordó que fue una de las personas más renuentes del salir del país, “intenté de muchas formas sobrevivir económicamente, así como ayudar a mi madre, no obstante, las condiciones no fueron dadas pese a tener un bueno trabajo con un buen cargo, desde allí, comencé a pensar en tomar un nuevo rumbo”.

Precisó que el cambio ha sido total, “pude notar que las cosas aquí sí funcionan, puedes comprar todos los alimentos que quieras, tomar un taxi normalmente, esto y muchas cosas más”.

Tardó 15 días para conseguir trabajo, asegurando que hacerlo depende de ti mismo. “Hay muchas opciones laborales, primeramente, fui ejecutiva de ventas de una tienda, luego fui ascendiendo, actualmente gano por comisiones”.

Destacó que la situación del país “se salió de las manos, los venezolanos no pudimos hacer mucho, especialmente quienes queríamos quedarnos allá, pues el Estado está muy deteriorado y no se avizora una pronta solución a este gran problema, por ahora, no he pensado en volver”.

Hasta ahora, no ha sido víctima de bullying, ya que “en ciudad de México no hay xenofobia, ellos son muy receptivos con los extranjeros y no tienen ningún problema con otras personas”.

En cuanto al envío de una remesa familiar, el costo es de 500 a mil pesos, que, al cambio equivalen a un aproximado de 10 millones de bolívares. Sus gastos superan los 7 mil pesos, y esto equivale a un salario base en dicho país.

“El problema de Venezuela es social”

Con 29 años de edad, Jhovan Valdivia, reside en Chile con su pareja. Llegaron a este país, hace más de dos años. Su motivo de viaje estuvo marcado por problemas políticos, pues tras amenazas de la dirigente Vilma Vivas, el intento de robo de su carro, tres heridas por arma blanca, entre otros factores, lo obligaron a partir del estado Táchira.

Tardó tres días en llegar a Valparaíso. Se trasladó hacia Cúcuta, luego hasta Bogotá, donde tomó un vuelo hasta Lima, Perú. De allí tomó un autobús que lo llevó hasta Santiago y luego hasta la mencionada ciudad.

Señaló que tardó 45 días en conseguir en trabajo, “pues cuando llegué lo hice en el inicio de la primavera, lo cual es un tiempo muerto ya que esta región se mueve a través del turismo. He cambiado de trabajo varias veces por decisión propia, me mantengo en un cargo fijo como representante de ventas en una empresa española de camas y colchones que me ha generado una estabilidad económica que no pude encontrar en Venezuela”.

Descartó regresar a Venezuela, “pues el problema es social, ya que través de los 20 años que tienen el gobierno en el poder se ha encargado de que el mismo venezolano viva del populismo, es decir, esperanzado en que todo se lo den, y cuando no lo hacen, se incrementan los robos, los asesinatos. Ante esto, qué garantías le puedo ofrecer a mis hijos” se preguntó.

Comentó que le ha costado salir adelante. A los Emigrantes les dice que lo piensen bien, lleven dólares, pues vivir en el exterior no es económico, “aquí si no trabajas no comes”.

Mensualmente envía a sus familiares alrededor de 100 dólares, lo que equivale a más de 15 salarios mínimos.

“Querer volver por ansiedad y añoranza de familia”

Jenny Contreras, es casada, tiene dos hijos. Actualmente radica en España en conjunto con su esposo. Tomó la decisión de partir hace varios meses, “con el fin de buscar un futuro diferente y especialmente una mayor calidad de vida”.

Su ruta contempló, viajar hacia Cúcuta, para luego dirigirse hacia Bogotá, donde desde el aeropuerto internacional El Dorado, tomó un vuelo que los llevó hacia el continente europeo.

Actualmente, no está trabajando, ha asistido a más de siete entrevistas, sin embargo, optar a un cargo laboral sin papeles en regla es difícil, la homologación de su título como comunicadora social podría tardar hasta dos años.

Afirmó que ha pensado en volver “solo por ansiedad y añoranza de familia, no obstante, en este país, hemos contando con el apoyo y solidaridad de quienes nos atienden, también, seguridad social, colegio para los niños y comida”.

De forma mensual, envía 30 euros a su familia en Venezuela. Sus gastos superan los 300 euros cada mes, entre comida, ropa para el invierno.

“Me vine con la maleta llena de sueños”

Ángel Rojas, tiene 28 años de edad, reside en Santiago, Chile desde junio en el 2017. Tomó la decisión de marcharse “debido al deterioro de la nación, de cómo el Ejecutivo nacional en vez de ayudar a que el país crezca y evolucione, hace todo lo contrario. Me cansé de la inseguridad y de no conseguir comida en los anaqueles”.

Describió que llegó en otoño, el día era gris, es una ciudad tosca, agresiva, es decir, otro ambiente al cual estaba acostumbrado. “Me pregunté, ahora qué hago. Con la ayuda de una amiga quien me recibió los primeros días comencé la búsqueda de empleo, luego me independicé”.

“Duré dos meses sin trabajar, pues no contaba con el permiso de trabajo, luego que obtuve el documento, conseguí mi primer empleo que fue ejecutivo de ventas en una empresa encargada de asesoría de informática. Luego conseguí el puesto de ser el periodista de un ente turismo en Santiago”.

Aseveró que no está plenamente estable, “pero me siento bien, me siento tranquilo y voy llegando a lo que realmente quiero y busco. Me vine de Venezuela con la maleta llena de sueños y espero poder cumplirlos”.

Dice que se enluta su corazón al hablar de Venezuela, “pues lamento que al conversar con colegas se habla que mi país tiene peores niveles de vida que Haití. Santiago ha hecho que se afloren en mis sentimientos que no había experimentado, estar solo, estar enfermo y no tener quien te ayude”.

Con relación a los gastos, gana aproximadamente 800 dólares, “pero, así como se gana se gasta, sin embargo, vivo bien en Chile y puedo costear los gastos de comida, transporte, alquiler”. Dijo que pocas veces envía dinero a su familia.

¿Es posible el regreso?

El regreso simbólico es todos los días, a cada momento. El migrante tiene otros pasajes diarios de regreso que no son, precisamente, el desplazamiento geográfico. El regreso siempre es posible, más no precisamente viable en las condiciones actuales del país.

Maryerlin Villanueva | Diario Católico

@mayevillanueva