P. Víctor Salomón: “Es fundamental atender con urgencia la defensa de la vida en Venezuela”

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Sacerdote Víctor Salomón

El sacerdote Víctor Salomón dirigió el Apostolado Hispano de Sacerdotes por la Vida, el ministerio más grande pro-vida en la Iglesia Católica. En conversación con Reporte Católico Laico, abordó el tema del aborto y la eutanasia, sin dejar de lado situaciones complejas como la depresión o el hambre.

Al término del II Encuentro Nacional Provida, la máxima cita de Venezuela por la vida, el sacerdote católico Víctor Salomón analizó con Reporte Católico Laico los desafío que enfrenta la Iglesia para defender en el principal y más importante derecho humano, protegido bajo el imperativo divino en la Ley de Dios: “¡No matarás!”.

El también sociólogo y un conocido activista provida en Estados Unidos, quien reside actualmente en Venezuela, explica que en la nación sudamericana hay distintos elementos que atentan contra el don de la vida, pero aclara que el esfuerzo por atender de manera prioritaria casos puntuales obedece a la vulnerabilidad de las víctimas.

“De cara a gente de Iglesia, lo principal es la prioridad que se le debe dar al apostolado de vida” dijo, tras recordar que “es algo urgente” y “no podemos hacernos indiferentes”. Al respecto, “todos tenemos que hacer algo”.

Con respecto al proyecto nacional por la vida que resultó como conclusión del encuentro organizado por el Consejo Nacional de Laicos a través de la Red Provida, dijo: “Yo me sentiría muy contento si de aquí sale que todos estemos 100% convencidos de la necesidad de atender con urgencia el apostolado de la defensa de la vida. Como prioridad dentro de nuestra pastoral”.

“Y pensando más en grande –agregó- me alegraría que la defensa de la vida fuese mucho más que algo que planifiquemos, consolidándose como una línea transversal en toda la pastoral de conjunto de la Iglesia en el mundo”. En ese caso, dijo, “sería efusivo en la alegría para todos”.

Se habla del aborto, pero no tanto de los jóvenes que apuntan a la eutanasia como una “moda” para quitarse la vida…

-Los jóvenes que están pensando en quitarse la vida deberían ir al psicólogo. Y al psiquiatra, que son los hermanos en los que Dios ha puesto dones especiales para atender esos casos.

¿También tienen espacio en la agenda provida?

-Sí, porque si nos ponemos a ver, todo es provida.

¿Y por qué se priorizan unos casos sobre otros? ¿No ha de considerarse provida también la defensa de quien está muriendo de hambre o afectado por la malnutrición que en algunos casos ocasiona daños irreversibles?

San Juan Pablo II en su encíclica habla de dos amenazas: las que están en el comienzo de la vida y las que están al final de ella. ¿Es que acaso no es importante el hambre y la enfermedad de la depresión? ¡Claro que son importantes!, pero estos dos extremos son fundamentales, porque en estos dos extremos es donde los seres humanos somos más indefensos. Así que en realidad es un tema de vulnerabilidad.

Y en segundo lugar, porque quienes cometen el crimen son miembros de la misma familia. En tercer lugar porque como decía el Dr. Tomás Caldera, es parte de la (anti)cultura que pretende convertir esto en algo “normal”. Esto es lo que configura que se aborde como algo urgente, pero sin dejar de atender todo lo demás.

Usted cuenta con una rica experiencia en la orientación internacional brindando líneas maestras. ¿Cuál es la fórmula para lograr que un foro concluya con puesta en práctica de acciones más que en documentos?

Bueno, yo soy sociólogo de profesión, antes de sacerdote. El  problema que a veces nos acontece es que queremos tener el mega-plan, algo tan grande con tantas especificaciones que a la hora de bajarlo a la realidad, la gente se confunde.

Planteo cómo hacer para que no nos quedemos solamente en palabras. Hay que tener las áreas muy claras, y aquí se organizan en mesas de trabajo.

Luego, debemos efectivamente hablar de acciones concretas. La parte teórica y el constructo de objetivos nos viene dado desde hace mucho tiempo. Ahora se evalúan las actividades y se establecen los equipos. Con esas ideas, al establecer parte del plan nacional, debemos preguntarnos: qué estamos haciendo y qué nos queda por hacer. Hay que reforzar. Es muy concreto.

Entonces está el programa aterrizado…

¡Aterrizadísimo, gracias a Dios! Porque no se trata sólo de mostrar las líneas de acción, sino de acompañar el cómo se ven y activan en la realidad.

Carlos Zapata | Reporte Católico Laico