Los obispos chilenos, reunidos en Asamblea Plenaria extraordinaria, han reconocido en el mensaje final haber fallado a su deber de pastores en los casos de abuso sexual a menores y han dado a conocer una serie decisiones y compromisos para alcanzar la verdad y justicia, y ofrecer la reparación a las víctimas
Los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile han reconocido «humildemente que hemos fallado a nuestro deber de pastores al no escuchar, creer, atender o acompañar a las víctimas de graves pecados e injusticias cometidas por sacerdotes y religiosos». A veces «no reaccionamos a tiempo ante los dolorosos abusos sexuales, de poder y de autoridad y, por ello, pedimos perdón en primer lugar a las víctimas», afirma el texto conclusivo de la 116ª Asamblea Plenaria del episcopado chileno, reunido desde el 30 de julio hasta el 3 de agosto.
En la declaración, los obispos expresan también su arrepentimiento «ante quienes han acompañado a las víctimas, a sus familias, a quienes han realizado responsablemente esfuerzos por buscar la verdad, la justicia, la reparación y la purificación, y a los cientos de consagrados y laicos que diariamente dan testimonio del amor, la misericordia y la redención de Cristo y que se ven afectados en su ministerio por causa de los errores, pecados y delitos cometidos».
En especial, aseguran «que no siempre supimos acoger en todas las instancias eclesiales las orientaciones del Consejo Nacional de Prevención para abordar oportunamente los casos de abuso sexual. Nuestras faltas u omisiones han causado dolor y perplejidad, han afectado la comunión eclesial y han dificultado la conversión y minado la esperanza».
Los pastores consideran que de ningún modo han querido causar ni agravar el daño producido, «pero, mirado en una perspectiva del tiempo, algunos de nosotros pudimos ser más activos y atentos al dolor sufrido por las víctimas, familiares y la comunidad eclesial».
Decisiones y compromisos adoptados
A partir del discernimiento realizado estos días, los obispos dieron a conocer una serie de decisiones y compromisos adoptados, como por ejemplo la «plena voluntad de colaborar con el Ministerio Público en la entrega de los antecedentes sobre abuso sexual a menores de edad, resguardando los nombres de denunciantes y víctimas que expresamente soliciten reserva de su identidad». Además, darán a conocer públicamente «toda investigación previa sobre presunto abuso sexual de menores de edad realizada en nuestras jurisdicciones» y solicitan lo mismo a los superiores de congregaciones religiosas.
Los obispos anunciaron también la creación de un departamento de Prevención de Abusos para ejecutar las orientaciones del Consejo Nacional. Dicho departamento podrá «recibir denuncias sobre abusos conforme la normativa canónica, facultad que no anula ni suprime las instancias propias de las diócesis e institutos de vida consagrada».
Finalmente, aseguran que en el sitio web del Consejo, glesia.cl/prevenirabusos, se publicarán los nombres de clérigos con sentencias definitivas civiles y canónicas por abuso de menores de edad.
Como compromisos, los prelados chilenos aseguran «incrementar nuestra disponibilidad para encontrarnos personalmente con víctimas de abusos cometidos por clérigos de nuestras jurisdicciones que estén dispuestas a hacerlo, para acogerles, escucharles y ponernos, junto a nuestros equipos de acogida, a su disposición para todo cuanto ayude a sanar las heridas. Este mismo signo solicitamos a los superiores de institutos de vida consagrada». También se comprometen a «buscar criterios comunes en los procesos de reparación hacia las víctimas de abuso» y a promover «la formación permanente en prevención». Asimismo, se elaborará un protocolo de buen trato y un código de comportamiento para los sacerdotes. Ambos instrumentos se darán a conocer en abril de 2019.
Acogiendo la llamada del Papa Francisco, los obispos promoverán «la participación de laicos en instancias eclesiales generando ambientes de sinceridad, franqueza y crítica constructiva junto a los consagrados» y harán «una mirada autocrítica de los aspectos estructurales de nuestras diócesis que permitieron la ocurrencia y perpetuación del abuso». En este contexto, «impulsarán la renovación permanente en los consejos y equipos de gestión y conducción pastoral a nivel diocesano y parroquial con especial acento en la participación de la mujer, sobre todo en las instancias de toma de decisiones».
Finalmente, los obispos valoran «la voluntad de estudiar los plazos de prescripción legal de los diversos delitos de abuso sexual de menores contenidos en la legislación estatal, de manera que el paso del tiempo no inhiba la posibilidad de sancionar tales ilícitos y de proceder a los procesos de reparación en sus diversos aspectos».
Alfa y Omega