El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) cada dos años realiza una Asamblea General Ordinaria. A esta Asamblea se convoca a los Obispos Presidentes de las 22 Conferencias Episcopales de América Latina y El Caribe y a un Obispo delegado de cada Conferencia Episcopal, al Cardenal Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y El Caribe, al Nuncio Apostólico de la nación anfitriona. Se suele invitar también a algunos expertos, según la temática que se aborde; a responsables de Agencias de cooperación internacional y a una representación de Obispos de Estados Unidos y Canadá. Esta reunión es coordinada por los miembros de la Presidencia del CELAM, con el auxilio de los Secretarios Ejecutivos y la colaboración de los Obispos Presidentes de los 7 Departamentos pastorales del CELAM y los Directivos del Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y El Caribe (CEBITEPAL).
En la 35ª Asamblea General Ordinaria del CELAM que fue en Santo Domingo, República Dominicana en mayo del 2015, se acordó que la 36ª Asamblea sería en San Salvador, El Salvador en mayo del 2017. La elección del lugar se debió a que en este año se celebraría el Centenario del natalicio de Mons. Oscar Arnulfo Romero.
Se decidió que la figura del Obispo mártir seria central, se celebrarían los cien años de su nacimiento, acontecimiento que la Iglesia salvadoreña venía preparando en las diócesis y comunidades del país con jornadas de oración, reflexión y actualización de su siempre sólido testimonio.
Romero, el mártir salvadoreño, encabeza la larga letanía de mártires, que nos comunican mística, compromiso, profetismo y verdadero cristianismo en tiempos modernos y verdaderamente difíciles para vivir la fe y encontrar las fuentes originales que emanan del Maestro de Nazareth.
Los Obispos fueron convocados a llegar a San Salvador el lunes 8 de mayo. Vinieron de todo el continente. Vistos de cerca, fuera de las tensiones del trabajo duro con el que hay que cumplir, América Latina cuenta con pastores “con olor a oveja”, que encabezan rebaños que han sido marcados en su historia, con las “llagas de Cristo”, o más aún con el martirio mismo del Señor del Gólgota, tanto en los casos de martirio local, como en el martirio continental; ya sea esto reconocido o no. No se requiere de expertos historiadores para toparse con esas “llagas de Cristo”, que como han dicho muchos escritores latinoamericanos, son llagas que aún sangran, y llagas que han sido glorificadas: “lo que hagan al más pequeño e insignificante a mí me lo hacen”(Mt. 25, 40).
El caso bíblico del martirio de Jesús, al igual que cualquier caso de martirio produce confusión, crisis de fe y grandes desafíos, por eso, estos casos son puestos en el congelador del olvido, la omisión y el silencio. Sin embargo como estos no son solo casos políticos-económicos y/o sociales, sino son casos impregnados por la fe y por el misterio de Dios, las pruebas de martirio y santidad permanecen, al igual como permanecen las heridas que conservó el Señor después de la resurrección, para hacer constar que él que fue crucificado es el que ha resucitado. Cuando estas pruebas (como las llagas de Cristo) son borradas de la historia y de los registros físicos, quedan guardadas en el corazón de Dios, en el ámbito de la fe y en el corazón de los habitantes del lugar.
La 36a Asamblea arrancó con un momento de Lectio Divina que ungió el ambiente cansado de muchos participantes venidos de distintos lugares de la geografía latinoamericana. “La Palabra siempre da fuerza y Esperanza” -comentó un Obispo- terminada esta sesión.
La primera parte de la agenda preparada con detalle transcurrió con la revisión del trabajo cotidiano y sacrificado de las diversas áreas. Los Obispos de cada país presentaron un informe pastoral y coyuntural de la vida de la Iglesia y de la nación de donde provenían. Algunas fuerzas políticas dejaban entrever una cierta inquietud.
Terminada esta jornada de trabajo, se pasó a la jornada de celebración, fue allí donde relució Romero, que sacudió con su vida y testimonio hasta el derramamiento de la Sangre, los espíritus y corazones de los obispos de toda América, pues para esa fecha, el jueves 11 de mayo, ya se habían integrado las delegaciones de Canadá y Estados Unidos.
Fue una tarde dedicada a Romero, era la tarde la de ese 11 de mayo. Terminado el almuerzo, que se hacía en los centros de hospedaje, desde la casa de retiro “Brisas del Carmelo” y desde el “Seminario San José”, los obispos y miembros de los organismos del CELAM y delegaciones de Canadá y Estados Unidos, salieron en buses hacia la casa y el Hospitalito, donde residió Oscar Arnulfo Romero hasta el día en el que la bala de un franco tirador le atravesó el pecho, haciéndolo caer atrás del altar, mientras consagraba las especies de Pan y Vino, en la misa de la capilla que se ubica justo enfrente de su sencilla residencia.
Romero optó por los pobres y por las victimas de El Salvador en los tiempos más cruentos de la vida de ese pequeño país habitado por gente de gran corazón. Romero encabezó la opción por los pobres propuesta por la Conferencia de Medellín, en 1968 y dio la vida en esa opción.
En la capilla del hospitalito hablaron los testigos delante de las delegaciones de obispos del continente, a un lado entre las bancas del lado lateral derecho del altar, se hallaba silencioso el médico que verificó legalmente lo que los asistentes a aquella última misa vieron: la bala que rompió el pecho del obispo a la altura del corazón, haciéndole derramar su sangre junto al altar. Terminada la conferencia testimonial que incluyó detalles de información, del Padre Urrutia, sobre el atentado que le produjo el martirio a Romero; a continuación hubo silencio y tiempo para la oración.
En el marco del escenario de este silencio, se vivió un momento de mucha conmoción espiritual, cuando los obispos fueron rodeando el altar y acercándose uno a uno en actitud de profunda oración, inclinaban la cabeza, se arrodillaban, se postraban y besaban el altar y el sitio en el suelo donde cayó la Sangre del cáliz de Cristo que Romero consagraba y la sangre de este pastor “padre de los pobres”, que brotó del pecho por el impacto de la bala que le perforó, rompiéndole el cuerpo a la altura del corazón.
El Obispo Auxiliar testigo de Romero llamado a ser Cardenal.
Este 28 de junio día de la Cátedra de San Pedro, el Papa Francisco celebrará consistorio, nombrando a 5 cardenales procedentes de Mali, España, Suecia, Laos y el Salvador. La Iglesia y todo el pueblo salvadoreño aplaudieron y con ellos todo el continente latinoamericano, al haber escuchado el nombre del obispo auxiliar de la misma que fuera, “la Arquidiócesis de Romero”.
Gregorio Rosa Chávez ha sido auxiliar de San Salvador por 35 años. Fue consagrado y nombrado obispo por el Papa Juan Pablo II, dos años después del martirio de Romero, pasando de esa manera a ser auxiliar de Monseñor Arturo Rivera y Damas sucesor directo del Arzobispo mártir.
Este 11 de mayo junto a la tumba del Beato en la cripta de la Catedral: un ambón, unos arreglos florales y un micrófono. La Voz de Rosa Chávez resonaba en el interior. Los Obispos de los organismos del Celam, secretarios ejecutivos, obispos presidentes de las Conferencias del episcopado de cada país de toda América Latina y El Caribe, así como los obispos llegados de Canadá y Estados Unidos escuchaban la intervención testimonial del obispo auxiliar.
Rosa Chávez recordaba el aire fresco que significó el Concilio Vaticano II y la alegría que produjo en América Latina. Recordó como de allí brotó, como de una fuente la “opción preferencial de la Conferencia de Medellín en 1968 y la de Puebla en 1978, para mencionar las que más resonaron de aquella época. Romero no solo fue parte de aquellos acontecimientos de Iglesia, sino que los hizo vida en su “sentir con la Iglesia”. Los hizo vida asumiéndolos como el llamado del Espíritu en aquel momento de la historia, en favor de los pueblos pobres y sufridos, tal como lo hizo Don Elder Cámara de Brasil, Monseñor Leonidas Proaño en Ecuador, Enrique Angelelli en Argentina, el Padre Hermógenes López y el Obispo Juan Gerardi en Guatemala; y otros tantos en el sur del continente, en México y el resto de Centroamérica.
Siguiendo el “diario de Romero”, Rosa Chávez explicó como el obispo ahora Beato, se configuró con Cristo hasta el punto de mezclar su sangre con la de su Señor Jesús en el altar del sacrificio a la hora de la consagración. Así fue concluyendo el Obispo Auxiliar aquella conferencia solicitada por el CELAM: “¿qué dice Romero a los obispos de la Iglesia de América Latina hoy?”.
Obispos de América vestidos de rojo.
El testimonio de Romero había tocado hondamente los corazones. La ropa de diario y los ornamentos con los que celebró la misa de su pascua en el Señor, guardada del día de su martirio y que conservan la sangre derramada, hablan por sí solas. Ya la conferencia de Rosa Chávez había terminado. La Arquidiócesis había preparado mitras blancas y casullas rojas con estolas del mismo color, para la misa concelebrada por los 100 años del nacimiento del Obispo Beato. A esa misa también asistió el Nuncio Apostólico de esa nación salvadoreña.
Al inicio de la misa los obispos se tomaban fotos en grupos, había un ambiente de amistad y de una sana alegría, tomando en cuenta el sentido de la celebración.
El incienso era abundante en el altar del sacrificio de Cristo, los cantos de la misa eran melodiosos y la tonada firme. Resonaron algunos de los cantos de cuando Romero presidia la misa en esa misma Catedral, dando esperanza y acompañando al pueblo sufrido que tanto amaba.
La homilía del Arzobispo Luis Alas describió la consonancia del “sentir de Oscar Romero con la Iglesia” y su extrema opción de vivir a profundidad el Evangelio.
Después de la beatificación de Monseñor Romero que tuvo como acto central la Santa Misa celebrada en la plaza “Salvador del mundo”, de la capital salvadoreña, asistida según los medios por más de 300 mil personas, el acto más importante de la Iglesia ha sido la realización de la 36a Asamblea del CELAM que también convocó a la Iglesia de Estados Unidos y Canadá. No se puede medir el inmenso bien que con la presencia de delegaciones de obispos del continente produjo a la nación, al pueblo y al país salvadoreño.
Queda este hecho para los anales históricos del CELAM, queda grabado en la memoria histórica, queda guardado en el corazón de todos para la reconciliación. Pero sobre todo queda para la dignificación de las víctimas, esta experiencia de Dios que se vivió desde el corazón abierto lleno de amor de Oscar Romero. Queda como herencia, ese invaluable aporte a la consolidación de la paz y reconciliación de El Salvador. Sobre todo se guarda imborrable, el bien invaluable que desde el corazón del Evangelio se ha hecho con la presencia, la cercanía, la ternura, la oración y reconocimiento al pueblo golpeado, torturado y herido, pero siempre valiente y lleno de fe de El Salvador. ¡¡ Alabado sea Jesucristo!!
Monseñor Romero será canonizado el 14 de octubre de 2018 en Roma junto al Papa Pablo VI y junto a los sacerdotes italianos Francesco Spinelli y Vincenzo Romano, la religiosa alemana Maria Caterina Kasper y la española Nazaria Ignacia March Mesa.