«El tiempo se acaba para todos nosotros, líderes de la Iglesia. Los católicos han perdido la paciencia con nosotros», asegura el presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, el cardenal Sean O’Malley, en una carta pública tras el escándalo de abusos sexuales sucedidos en Pensilvania
El presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, el cardenal Sean O’Malley, ha publicado una carta en la que reconoce que tanto los católicos como la sociedad civil han perdido la confianza en los obispos de la Iglesia en Estados Unidos.
«El tiempo se acaba para todos nosotros, líderes de la Iglesia. Los católicos han perdido la paciencia con nosotros», ha reconocido el arzobispo de Boston, Sean O’Malley.
«Hay momentos en que las palabras nos fallan, cuando no captan la profundidad de las situaciones abrumadoras que a veces enfrentamos en la vida. Para la Iglesia en los Estados Unidos, este es uno de esos momentos», ha añadido.
El purpurado estadounidense, que llevó a cabo la limpieza en la diócesis de Boston, ha reclamado la participación de los laicos para superar esta crisis en la Iglesia católica: «La crisis que enfrentamos es producto de pecados y errores clericales. Como Iglesia, la conversión, transparencia y responsabilidad que necesitamos, solo es posible con la participación y el liderazgo significativo de los laicos».
Así ha pedido la colaboración de personas «que pueden aportar su competencia, experiencia y habilidades» para extirpar de una vez los casos de abusos en el seno de la Iglesia. Y ha añadido: «Si la Iglesia sigue adelante reconociendo en profundidad lo ocurrido, el futuro puede brindar la oportunidad de volver a ganarnos la confianza y el apoyo de la comunidad de católicos y de nuestra sociedad».
En este sentido, ha expresado la vergüenza que debe sentir la Iglesia ante el informe del Gran Jurado de Pensilvania: «Seguimos avergonzados por estos fallos atroces a la hora de proteger a los niños y las personas vulnerables y afirmamos nuestro compromiso de que estos fallos nunca se repitan».
De este modo, ha denunciado que la jerarquía católica todavía no ha establecido «sistemas claros y transparentes de rendición de cuentas ni de asunción de consecuencias para los líderes de la Iglesia cuyos fallos han permitido que ocurran estos crímenes».
«La Iglesia debe abrazar la conversión espiritual y exigir transparencia legal y responsabilidad pastoral para todos los que llevan a cabo su misión. Esta transformación no se logra fácilmente, pero en todos los aspectos es imprescindible», ha incidido.
Además ha señalado que es necesario mejorar la forma en que se preparan a los sacerdotes, la forma en que se ejerce el liderazgo pastoral y la forma en que se coopera con las autoridades civiles. «Todo esto tiene que ser consistentemente mejor de lo que ha sido el caso», ha resumido.
Finalmente ha llamado a la esperanza y a no sucumbir «a la desdichada idea de que nuestros fracasos no pueden corregirse». Y ha concluido: «Como la Iglesia, tenemos la responsabilidad de ayudar a las personas a no perder la esperanza. Ese fue el mensaje de Jesús a todos aquellos a quienes ministraba, especialmente en tiempos de gran prueba».
Alfa y Omega