“El pasaje cuesta 100 mil bolívares, no aceptamos billetes de 5.000”, fue la bienvenida que tuvo Chiquinquirá Portillo al montarse en un camión cava en Pomona, al sur de Maracaibo.
Los transportistas no solo rechazan los billetes de 1.000 y de 2.000, ahora tampoco aceptan el pago del pasaje público con billetes de 5.000 bolívares fuertes.
Los operadores de esta “extinción” son, básicamente, los vendedores de efectivo, quienes en la inédita operación de vender el papel moneda nacional hasta en 400%, necesitan deshacerse de billetes que hagan mucho volumen para permitir su traslado y canje con mayor comodidad.
Tanto en el transporte público como en el recinto comercial más pequeño lo más común es escuchar: “no puedo aceptarlos, porque no puedo comprar nada con eso”.
En el mercado Las Pulgas, el más grande de la capital zuliana, un comerciante dijo: Si acepto un billete de quinientos o de dos mil, nadie más los quiere y ¿qué hago yo después con ellos?, no los puedo vender, nadie los recibe”.
Para los vendedores de efectivo los ejemplares de baja denominación representan un problema, pero la influencia de estos grupos en una ciudad técnicamente sin billetes es de tal peso, que ellos ponen las condiciones, el valor de cada papel, y hasta su vigencia. Esta actividad ilegal es, paradójicamente, “moneda corriente” en el Zulia y en Maicao.
DC | Panorama